lunes, 24 de enero de 2011

Razón de Estado

El servicio de electricidad que hoy se presta en el centro del país no es ostensiblemente mejor que aquél con el que contábamos tan sólo hace dos años. Además, se ha provocado un conflicto social alrededor del Sindicato Mexicano de Electricistas para el que no se avizora una solución próxima.
Joaquín Narro Lobo 
Levantando el polvo
Organización Editorial Mexicana
24 de enero de 2011
Hace unos días, circulando por Avenida Cuauhtémoc, una de las muchas vialidades de la Ciudad de México que se encuentran en obra, tuve la oportunidad de vivir una experiencia similar, por reveladora, a una epifanía. A mitad de una de las principales avenidas de la capital del país, un empleado de la construcción barría el polvo del cemento con el que se construyeron los carriles confinados sobre los que circulará la nueva línea del Metrobús. Lo hacía con una escoba y sin el recogedor. Barría, solamente, para levantar el polvo que unos segundos más tarde caía en el mismo lugar del que había despegado.
Más allá de lo chusco de la anécdota, resulta curiosa la similitud entre el comportamiento de este trabajador y la actitud que muchos políticos y servidores públicos han adoptado para gobernar y administrar el país. Se actúa, si se me permite la expresión, barriendo no para limpiar, sino para levantar el polvo al que después no saben que hacer o dónde poner. Se hacen muchas cosas sin saber para qué las hacemos, qué es lo que buscamos o a dónde queremos llegar. Pensemos en algunos de los temas que han ocupado los principales espacios en los medios de comunicación, pero también en la opinión pública de cualquier charla de café.
La extinción de Luz y Fuerza del Centro para volver más eficiente un servicio prioritario como es el de electricidad. La expedición de una cédula de identidad para menores de edad y en unos años para el resto de los mexicanos. La eliminación de la llamada "comida chatarra" de los centros educativos para combatir la obesidad infantil. La prohibición de fumar en lugares públicos cerrados para contribuir a la prevención de enfermedades. El establecimiento de 30 minutos diarios de actividad física para disminuir los altos niveles de diabetes que anualmente provoca millones de muertes. La obligatoriedad de registrar los números celulares y los datos de su usuario para evitar el uso de estos aparatos de comunicación como instrumentos principales de delitos como el secuestro o la extorsión. Tantos y tantos proyectos para hacer de nuestro Gobierno uno más eficiente que verdaderamente sirva a la sociedad. Tantas y tantas mentiras con las que se llenan la boca.
El servicio de electricidad que hoy se presta en el centro del país no es ostensiblemente mejor que aquél con el que contábamos tan sólo hace dos años. Además, se ha provocado un conflicto social alrededor del Sindicato Mexicano de Electricistas para el que no se avizora una solución próxima.
La obesidad infantil continuará siendo un problema mientras no se reconozca que se trata de una situación cultural, pero también de la falta de tiempo y de recursos para millones de madres de familia que no pueden dar una mejor alimentación a sus hijos. Se castiga al fumador, pero la industria tabacalera continúa considerando a México como uno de los países donde su negocio es más redituable. El celular sigue siendo utilizado como mecanismo para secuestrar y extorsionar, pues la piratería y el contrabando han importado "chips" que se vuelven irrastreables para la autoridad.
Y entre tanto polvo que pulula entre nuestra sociedad, los políticos y los funcionarios continúan barriendo para levantar el polvo. Mientras nosotros nos perdemos en la discusión de lo inmediato y coyuntural, ellos elaboran planes desconociendo el diagnóstico y sin saber el destino al que se quiere llegar, desarrollan políticas públicas imposibles de aplicar o simplemente no tienen idea de cómo llevar a la realidad aquello que plasmaron en papel.
Mientras el mundo avanza y la mayoría de los países conocen la ruta que deben de seguir para dar un mayor desarrollo a sus sociedades, en México seguimos barriendo sin recogedor. Como aquél trabajador de la construcción en Avenida Cuauhtémoc, simplemente seguimos levantando el polvo.
* Analista político y profesor universitario
joaquin.narro@gmail.com