La ratificación en el Senado del Tratado Integral y Progresista de
Asociación Transpacífico (TPP 11), el pasado abril, revive el debate
sobre la afectación a los derechos laborales en México tras la firma de
acuerdos comerciales como el Tratado de Libre de Comercio de América del
Norte (TLCAN), que en el balance de los años arrojan ganancias y
beneficios a un reducido grupo de empresarios nacionales y extranjeros
pero no así a los millones de trabajadores que al paso de las décadas
han visto acrecentarse la brecha de la desigualdad ante la apatía y
desinterés de una clase política que ha hecho suyo el apotegma que reza:
Candil de la calle y oscuridad de su casa.
Tras una larga discusión en la tribuna de la Cámara Alta, terminó por imponerse una vez más el absurdo mayoriteo
que con 73 votos a favor por 24 en contra y cuatro abstenciones, desoyó
una vez más las voces de alerta sobre las afectaciones que este nuevo
acuerdo comercial traerá a la debilitada industria nacional y diversos
sectores sociales que enfrentarán riesgos en su salud por las medidas
proteccionistas a las transnacionales de industrias como la
farmacéutica, elevando el costo de medicamentos para el tratamiento de
enfermedades como el cáncer.