Una de las peores consecuencias del capitalismo neoliberal es, sin duda, la pobreza. Un ser humano afectado por esta condición ve limitado, desde su primer instante de vida, todo su desarrollo (físico, mental, intelectual, cultural, social, económico). La pobreza va de la mano de otras dos condiciones: desigualdad e injusticia. Y en México, ambas son explícitas en un solo ejemplo: en nuestro país vive uno de los hombres más ricos del planeta (Carlos Slim) y también pueblos completos mueren de hambre (en Guerrero, Chiapas, Oaxaca, la Sierra Tarahumara). Para la mayoría de las personas pobres y marginadas, las posibilidades de cambiar su contexto son nulas, pues no depende de ellas –de su esfuerzo por generar riqueza–, sino del modelo económico en el que se desarrollan.
24 julio 2016 | Nancy Flores | Contralínea