domingo, 24 de julio de 2016

Pobreza: lo que oculta el gobierno

Una de las peores consecuencias del capitalismo neoliberal es, sin duda, la pobreza. Un ser humano afectado por esta condición ve limitado, desde su primer instante de vida, todo su desarrollo (físico, mental, intelectual, cultural, social, económico). La pobreza va de la mano de otras dos condiciones: desigualdad e injusticia. Y en México, ambas son explícitas en un solo ejemplo: en nuestro país vive uno de los hombres más ricos del planeta (Carlos Slim) y también pueblos completos mueren de hambre (en Guerrero, Chiapas, Oaxaca, la Sierra Tarahumara). Para la mayoría de las personas pobres y marginadas, las posibilidades de cambiar su contexto son nulas, pues no depende de ellas –de su esfuerzo por generar riqueza–, sino del modelo económico en el que se desarrollan.
24 julio 2016 | Nancy Flores | Contralínea

No hay milagro: datos sesgados, pero la pobreza sigue ahí

De un plumazo el INEGI incrementó 37.2% los ingresos de los mexicanos más pobres
Cambios metodológicos o mediciones sesgadas, lo mismo da. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) provocó una polémica con su encuesta Módulo de Condiciones Socioeconómicas 2015 en la cual la pobreza disminuye de manera sustantiva por arte de la estadística. Los resultados dados a conocer el viernes 15 enfrentan ya al Inegi con el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social, organismo encargado de procesar los datos proporcionados por el instituto.
24 de julio 2016 | Mathieu Tourliere | Proceso

Ante la mala imagen, el recurso de la simulación

El lunes 18 el presidente Enrique Peña Nieto intentó congraciarse con la sociedad civil. Durante la promulgación de un paquete de leyes para crear el Sistema Nacional Anticorrupción, de manera inopinada pidió perdón por la indignación causada a raíz del escándalo de la Casa Blanca. Luego vino su apertura al diálogo con los maestros disidentes, los padres de los normalistas de Ayotzinapa, los deudos de Nochixtlán… pero en el fondo todo ello tiene visos de simulación. En el imparable deterioro de su imagen —29% de aprobación, según Buendía y Laredo en la edición de El Universal del lunes 4 de julio— y luego de que su partido perdiera siete de 12 gubernaturas en los comicios del 5 de junio pasado, el presidente Enrique Peña Nieto y sus colaboradores cambiaron posturas. Se abrieron a diálogos hasta hace poco impensables, favorecieron reclamos cupulares por las leyes anticorrupción y, con amplia cobertura mediática, el mandatario pidió perdón por la indignación causada por el escándalo de la Casa Blanca.
24 julio 2016 | Arturo Rodríguez García | Proceso