Miguel Concha | Opinión-La Jornada
México está inmerso en cientos de conflictos por la tierra, el territorio, el agua y los bienes comunes naturales. Son precisamente estos bienes los que nos benefician a todas y todos, a quienes ahora estamos y a las generaciones que han de venir por delante. Si tomamos en cuenta los saberes de los pueblos, conservaremos y respetaremos muy ampliamente a la naturaleza, a la vez que aseguraremos una buena administración y plena garantía de que otros también disfruten de ellos. Sin embargo, sabemos, muy a nuestro pesar, que ahora en el país se impulsan desde arriba agendas contrarias a su mantenimiento y cuidado. La conflictividad parece además carecer de mecanismos adecuados para dar respuesta efectiva del Estado a las problemáticas que los pueblos y comunidades padecen, las cuales son originadas por la imposición de megaproyectos, el despojo de los bienes comunes y la violación de sus derechos como pueblos indígenas o campesinos.