Carlos Fernández-Vega / México SA
Entre 60 y 50 años atrás México era considerado una de las
grandes promesas como potencia industrial, cuando su nivel de desarrollo era equiparable al de naciones como Corea del Sur, Japón, Irlanda, Portugal, España y Chile. El país tenía todo para sobresalir entre la comunidad internacional y convertirse en uno de los directores de la gran orquesta global.
Pero algo falló y el mágico sueño devino pesadilla. A estas alturas,
si bien la economía mexicana se ubica en el escalón número 15 (Informe sobre el Desarrollo Industrial 2016-Unctad)
–siete escalones por abajo con respecto a 1981–, se coloca en la misma
categoría ya no de Corea del Sur o Japón (grandes potencias asiáticas,
destrozadas por la guerra en aquellos ayeres), sino de Armenia, Albania,
Costa Rica, Jamaica, Cuba y Corea del Norte.