Manuel Pérez Rocha - Opinión
Acudir a premios y castigos, finalmente al
miedo, para conseguir de las personas el comportamiento deseado –como
hacen la Secretaría de Educación Pública (SEP) y el Instituto Nacional
para la Evaluación de la Educación (INEE) con los maestros– es
profundamente antieducativo; sin exageración, puede decirse que es
corruptor, y significa reafirmar las prácticas escolares más negativas,
más atrasadas: atemorizar, castigar, sobornar. Sólo desde una grave
ignorancia del sentido moderno, democrático, de la educación, pueden los
directivos de esas instituciones vanagloriarse de los logros alcanzados
con un sistema de evaluación del
desempeño docentetécnicamente inválido, como bien han demostrado varios analistas, pero sobre todo autoritario y degradante.