Millones de usuarios en todo el país aún se preguntan por cuál vereda de la retórica oficial terminó extraviada la promesa sembrada desde el sexenio de Felipe Calderón de bajar las tarifas eléctricas; los neoliberales del Partido Acción Nacional (PAN) utilizaron tal estratagema para justificar la extinción de Luz y Fuerza del Centro en octubre de 2009, dejando sin empleo a 44 mil trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME). Acción Nacional abandonó el poder y las tarifas terminaron por los cielos acompañadas de un pésimo servicio y miles de cobros ilegítimos que todavía hoy representan un problema social mayúsculo en todo el territorio nacional. Con la reforma energética, se pregonó a los cuatro puntos cardinales, habría una rebaja sustancial a los recibos de luz de los mexicanos y no únicamente la economía de los hogares sino la industria, el comercio y los prestadores de servicios palparían beneficios directos en sus costos de operación con la disminución en el cobro de la electricidad. Pero la realidad echa abajo los buenos deseos porque desde hace años los cobros por el servicio eléctrico han ido al alza exhibiendo las promesas incumplidas; tan sólo en este diciembre, y para cerrar el año con malas noticias, el sector industrial, comercial y los usuarios domésticos de alto consumo (DAC) recibieron de la CFE la notificación de que sus recibos sufrirán incrementos del orden del 1.8 y 3.6 por ciento, para sumar el cuarto aumento en lo que va del año. Tan mal han salido las cosas que las tarifas a estas ramas de la economía, sobre todo a la industria, han crecido de manera acumulada en un 52.5 por ciento comparadas con diciembre de 2015, generando una verdadera preocupación en sus organismos cúpula.
18 diciembre 2016 | Martín Esparza Flores | Contralínea