Deuda pública y sus ocultos beneficiarios
Instalado en la Presidencia de la República en medio de un ambiente dominante de fraude electoral, en 1988, Carlos Salinas de Gortari siguió la línea tecnocrática iniciada por su antecesor, Miguel de la Madrid, y lejos de escuchar los reclamos sociales de las clases menos favorecidas, cansadas de pagar un alto costo por el modelo económico impuesto al país por las organismos internacionales, optó por aceptar los lineamientos diseñados desde Washington como el llamado Plan Brady, según el cual el gobierno norteamericano concedía al país una reestructuración de su deuda que, se decía, sería definitiva.