5 abril 2018 | Nancy Flores | Contralínea

El más visible, sin duda, es el que afecta directamente el proceso de enseñanza, al reducir el papel de los docentes a un esquema de competitividad empresarial, que los somete a un examen de supuesta medición de conocimientos incapaz, siquiera, de tomar en cuenta el contexto en el que se aplica.
Como se sabe, lejos de buscar la excelencia académica, la evaluación docente tiene como principal objetivo expulsar a la disidencia magisterial y engrosar las filas de desempleados, al correr masivamente a quienes no obtienen determinado puntaje, sin que esto último realmente permita determinar la incompetencia.