
Diana Ávila - Proceso
TIXTLA, Gro. (Proceso).- Bernardo Campos Santos, un
campesino y albañil de 62 años, no ha tenido reposo desde que su hijo
José Ángel desapareció con otros 42 normalistas de Ayotzinapa durante
los sucesos violentos del 26 y el 27 de septiembre de 2014 en el
municipio de Iguala.
Abandonó las labores del campo y la construcción,
interrumpió su viejo sueño de terminar de reconstruir su casa en el
barrio de El Fortín –donde vive desde hace 54 años–, desatendió su
diabetes y su úlcera gástrica, y endosó a su esposa Romana Cantor
Abraján la manutención del hogar. Decidió dedicarse a la búsqueda de su
hijo de 33 años, el mayor de los estudiantes que la policía municipal
detuvo para entregarlos al crimen organizado.