Como dicen los clásicos, más tarda en caer un secretario de Hacienda que un mentiroso, y en este sentido más tardó en aterrizar el año nuevo que Luis Videgaray en incumplir la promesa que hiciera tiempo atrás en nombre del gobierno federal, de que el último
gasolinazo se aplicaría el primero de enero de 2015. Justo un año atrás el ministro
y pensador global
anunció con bombo y platillo que la buena noticia es que a partir de 2015 terminan estos deslices y la gasolina solamente crecerá lo que crezca la inflación; habremos culminado con el proceso de ajuste del precio
de los combustibles. Pero nada más arrancó 2015 la buena noticia
fue matizada
por el tlatoani de Malinalco, quien, mediante decreto en el glorioso Diario Oficial de la Federación, anunció a sus súbditos que en caso de que los precios internacionales de estos combustibles experimenten alta volatilidad, el Ejecutivo federal preverá mecanismos de ajuste que permitan revisar al alza los incrementos de los citados precios, de manera consistente con la evolución del mercado internacional
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