En su génesis, La Biblia establece que al crear Dios el cielo y la tierra, dijo también: “Haya luz”, y hubo luz. Debemos creer que nunca supuso en su infinita sabiduría que, al paso del tiempo, la luz, transformada en energía eléctrica se convertiría no en una bendición divina para millones de hombres, sino en un castigo terrenal al imponer las avariciosas empresas trasnacionales un alto precio para obtenerla.
22 enero 2012 | Martín Esparza Flores * | ContralíneaSi el candidato priísta Enrique Peña Nieto admitió haber leído, entre contados libros, La Biblia, le haría bien reflexionar hasta qué niveles de pobreza ha llevado el modelo neoliberal a millones de habitantes no sólo de México sino del mundo, al entregar a consorcios internacionales las riquezas naturales y energéticas que deben ser aprovechadas en beneficio de las mayorías, no sólo como lo establece en el terreno espiritual La Biblia, sino en nuestra propia Constitución Política.