Simón Vargas Aguilar* | Opinión-La Jornada
En las semanas
recientes, tras la serie de movilizaciones y bloqueos que ha venido
realizando la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación
(CNTE) en contra de la reforma educativa, miles de mexicanos han
expresado su molestia y frustración en redes sociales ante la poca
efectividad de las instituciones encargadas de la seguridad pública para
contener y disuadir a los maestros que han obstaculizado el libre
tránsito por la ciudad, e inclusive estorbado en tres ocasiones que los
usuarios del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México lleguen a
la terminal y aborden sus vuelos.
En ese sentido, algunos ciudadanos inconformes han exigido, tanto al
gobierno federal como al Gobierno del Distrito Federal, actuar con mano
dura y reprimir a los maestros ante las constantes afectaciones a la
vida de la ciudad. En muchos casos, esos mismos ciudadanos que en el
pasado indicaron que el regreso del PRI al poder significaba la vuelta
del Estado represivo y expresaron su rechazo ante la brutalidad
policiaca en el pasado, ahora demandan la implementación de prácticas
autoritarias en contra de los maestros de la CNTE.El artículo 6 de la Constitución ampara el derecho a la manifestación de las ideas por parte de los ciudadanos, siempre y cuando no ataquen los derechos de terceros, provoquen delitos o perturben el orden público. Lo cierto es que, aunque los maestros se han manifestado legítimamente, las instituciones gubernamentales no han sido capaces de canalizar y encontrar soluciones a las demandas magisteriales, y por su parte, las fuerzas de seguridad sólo se han limitado a contener las protestas y los bloqueos, dejando de lado la implementación de acciones de negociación efectiva que posibiliten la disolución de las manifestaciones sin tener que recurrir al uso de la fuerza.
No obstante, la Organización de Naciones Unidas, por medio de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, recomienda la implementación de técnicas que reduzcan al mínimo la necesidad de recurrir a la fuerza, el adiestramiento en lo que respecta a comportamiento y dispersión de multitudes, solución de conflictos y gestión del estrés, técnicas de persuasión, mediación y negociación.
Según el académico James Greenstone, la capacitación policial debe considerar habilidades para manejo de crisis y la negociación, ya que de no hacerlo, se estaría ignorando la necesidad de estas competencias en la gestión de conflictos. En ese contexto, existe una brecha entre las recientes investigaciones de carácter sociológico y la práctica policial, por ello prevalece un enfoque más represivo y reactivo, por encima de uno preventivo y proactivo.
Por otra parte, Otto Adang, catedrático de la Academia de Policía del Reino de los Países Bajos, que ha investigado a profundidad este fenómeno, señala que un trato
amable pero firme, basado en la comunicación, la negociación y la intervención temprana, es mucho más efectivo que limitarse a contener las protestas y esperar a que se presenten situaciones violentas que justifiquen el uso de la fuerza.
Vale la pena recordar la gestión positiva del conflicto llevada a cabo en abril pasado por el comandante Espartaco de la Coordinadora para la Restauración del Orden Público de la Policía Federal, por la cual logró la liberación de la Autopista del Sol, bloqueada por maestros de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación en Guerrero. Estableció contacto con los dirigentes, dialogó con ellos, les pidió realizar una consulta con las bases a efecto de que deliberaran y permitieran el libre tránsito, demostrando temple, civilidad y disposición al diálogo y la concertación.
No obstante, no debemos perder de vista que el mantenimiento del orden no es una responsabilidad exclusiva de las corporaciones policiacas, ya que depende de las decisiones del gobierno, de las necesidades insatisfechas, de la economía, de la educación y de la generación de oportunidades, entre otros factores. Mientras sigan prevaleciendo la desigualdad, la pobreza, la exclusión, el desempleo y el descontento social sea una constante, seguiremos siendo testigos de movilizaciones y bloqueos, que continuarán siendo disuadidas con un enfoque represivo, cuando lo que realmente importa es la preservación del orden público, en paz y con estricto apego a la ley. La violencia sólo genera violencia.
* Presidente de Educación y Formación con Valores AC, y analista en temas de seguridad, educación y justicia