Enrique Galván Ochoa
Desesperado tal vez porque no tiene la certeza de que vaya a ser aprobada en estos días la reforma laboral que propone el PRI y apoya el PAN, el presidente Calderón hizo un llamado a los empresarios a presionar a los diputados. "Vayan ustedes y hablen con los partidos. A los que jalen, reconózcanlos y apóyenlos; a los que no, reclámenselos". En realidad, los directivos de las organizaciones cúpula no han dejado de estar presentes; es más, el contenido de la reforma fue inspirado por ellos.
El problema son las dudas que hay en las filas del priísmo. Tienen de su lado a los líderes charros –maestros, petroleros, del Seguro Social, electricistas, burócratas–, pero le temen a la reacción de sus víctimas, que son la masa de profesionistas y obreros. Los tiempos que se viven son de elecciones. Ha sido notoria la ausencia de los gobernadores priístas en la Cámara de Diputados, comenzando por la de Peña Nieto. Cuando se trata de ir a defender su presupuesto, sus participaciones federales, los vemos en San Lázaro moviendo a sus diputados en favor de sus intereses. Ahora que se trata de los intereses de los votantes ni siquiera han aventurado una opinión.