miércoles, 21 de octubre de 2015

Exportaciones: focos rojos / Comercio exterior en crisis / Cepal: la peor situación en 80 años

Carlos Fernández-Vega / México SA
Como dicen los clásicos, eran muchos y parió la abuela. A los de por sí abundantes problemas de coyuntura que reporta el país, se añade el que le pega directamente a la línea de flotación del modelo de crecimiento al que, de tiempo atrás, el gobierno mexicano apostó todas las fichas.
Ninguneado el mercado interno, porque esa vía no promociona el crecimiento, desde los tiempos de Miguel de la Madrid la jugada gubernamental se ha centrado en el motor exportador, pero tres décadas después ni crecimiento ni, mucho menos, desarrollo. De hecho, a estas alturas el galimatías mexicano se traduce en que necesita importar para poder exportar.

Y como las buenas noticias gubernamentales suelen ser tumbadas por la realidad, la Cepal informa que en este agitado 2015 el comercio exterior se contraerá fuertemente, a tal grado que América Latina y el Caribe presenta su peor desempeño exportador en ocho décadas.
El organismo especializado de la ONU divulgó ayer su Panorama de la inserción internacional de América Latina y el Caribe, del que se toman los siguientes pasajes, no sin antes advertir que su pronóstico es un desplome de 14 por ciento en el valor de las exportaciones de bienes de la región al mundo. Las crisis del comercio exterior se traducen así necesariamente en lento crecimiento y caída de la formación bruta de capital. Va, pues.
La debilidad de la demanda agregada mundial tiene consecuencias muy negativas para América Latina y el Caribe, cuyo crecimiento ha enfrentado históricamente restricciones externas que se han traducido en procesos de freno y arranque, y frecuentes crisis cambiarias y de endeudamiento externo. Una estructura productiva y exportadora especializada en sectores de baja productividad y escaso dinamismo tecnológico hace que los países de la región –pese a sus especificidades– sean altamente vulnerables a los vaivenes de la demanda internacional.
Esta restricción externa, que se atenuó para varios países durante el auge de precios de los recursos naturales, se presenta de nuevo con severidad al revertirse la bonanza. En otras palabras, la estructura de especialización que caracteriza a la región amplifica el efecto negativo de la caída de la demanda agregada mundial. La persistencia de los desequilibrios en cuenta corriente y la falta de reciprocidad en las relaciones entre los mayores actores del comercio son factores coadyuvantes en este círculo vicioso.
El bloqueo de la región en una estructura productiva y exportadora especializada en recursos naturales y bienes de bajo contenido tecnológico, oferta poco diversificada y la débil inserción en las cadenas internacionales de valor contrastan con una estructura de las importaciones mucho más diversificada y con gran presencia de bienes de mayor contenido tecnológico, en particular insumos intermedios y bienes de capital imprescindibles para el funcionamiento del aparato productivo y la inversión.
En el corto plazo, la estructura de la oferta exportadora restringe la capacidad de respuesta a las señales de precios generadas por las depreciaciones nominales que han tenido las monedas de muchos países de la región en los últimos meses. En una perspectiva de mediano plazo, esa fuerte dependencia de los envíos de materias primas dificulta el necesario cambio estructural hacia bienes y servicios más intensivos en tecnologías y conocimiento.
Sin perjuicio de lo anterior, los desafíos que afrontan los países centroamericanos y México son distintos de los de los países exportadores de materias primas de América del Sur. Los países del primer grupo han logrado insertarse de manera relativamente exitosa en las redes internacionales de producción de manufacturas, en particular las vinculadas con el mercado estadunidense. En consecuencia, los principales desafíos para estos países son avanzar hacia la exportación de productos manufacturados de nivel tecnológico más alto y con un mayor valor agregado nacional, así como reducir su elevada dependencia del mercado estadunidense (especialmente en el caso de México). Del mismo modo, la mayoría de los países del Caribe presentan una fuerte dependencia de las exportaciones de servicios como el turismo.
En este contexto mundial, América Latina y el Caribe se encuentran en situación delicada. La desaceleración global del crecimiento se ha traducido en una caída de la demanda y de los precios de las materias primas exportadas por la región, principalmente el petróleo y los metales. Al mismo tiempo, la débil recuperación de la zona del euro y la desaceleración de China han afectado negativamente los envíos a esos dos mercados. El bajo crecimiento del PIB regional se ha traducido en una drástica contracción del comercio intrarregional, excepto en Centroamérica.
Según las proyecciones de la Cepal, el valor de las exportaciones de bienes de la región al mundo disminuirá 14 por ciento en 2015. De este modo se acumularán tres años consecutivos de caídas del valor exportado, que además son cada vez mayores. Esto convierte al trienio 2013-2015 en el peor para las exportaciones regionales desde el periodo 1931-1933, en plena Gran Depresión. La contracción de los envíos regionales en 2015 se explica principalmente por una fuerte disminución de los precios (15 por ciento), que no se ve compensada por el leve aumento esperado del volumen exportado (uno por ciento).
Los mayores descensos de los precios de las exportaciones se producen en América del Sur y el Caribe, debido a su marcada dependencia de los envíos de materias primas. En Sudamérica la reducción de los precios estará acompañada por una leve disminución de los volúmenes exportados. Esta situación contrasta con la proyectada para México y Centroamérica, donde, si bien los precios bajan, lo hacen en una proporción mucho menor y se compensan parcialmente con aumentos del volumen, lo que atenúa las caídas del valor exportado.
Estima que las exportaciones mexicanas caerán 4.1 por ciento, aunque el volumen aumentará 4.6 por ciento, es decir, venderá más, pero obtendrá menos ingresos. Alrededor de 80 por ciento de los envíos nacionales (así, entre comillas, porque cada día se importa más para poder exportar) terminan en el mercado estadunidense.
Las rebanadas del pastel
¡Felicidades! La estrategia de la Comisión de Cambios (Hacienda y Banco de México) para proteger el tipo de cambio ha sido rotundamente exitosa: las reservas internacionales reportan su peor nivel desde enero de 2014, y el billete verde no sufre ni se acongoja, pues se mantiene en el filo de los 17 bilimbiques.