domingo, 22 de abril de 2012

El presidente mexicano, un agente de Repsol

Además, atiza el conflicto
22 abril 2012 | Humberto Musacchio | Siempre!
La presidenta Cristina Fernández envió al Congreso de su país una iniciativa para pasar a poder del Estado argentino 51 por ciento de la acciones de la empresa petrolera Repsol, firma española que explota los yacimientos de la nación platense, mismos que en 1999 malbarató la política neoliberal a ultranza de Carlos Saúl Menem.
La mandataria, además de recordar que se trata de una medida propia de la soberanía argentina, recordó que Repsol no ha realizado inversiones en varios años, lo que solamente en 2011 causó una caída de 5.9 en la producción de crudo y de 3.4 en la de gas natural, pese a que la demanda nacional creció en 5.1 por ciento, lo que pone en peligro la autosuficiencia en materia de hidrocarburos en el país sudamericano.

La respuesta de Madrid ha sido desproporcionada y soez, propia de la banda franquista que gobierna en la península y que en éste y en otros casos cuenta con el apoyo del llamado Partido “Socialista” (sic) “Obrero” (resic) Español. José Manuel García Margallo, ministro de Asuntos Exteriores de España, tachó de “arbitraria, hostil, extravagante y sin precedentes” la decisión argentina.

El señor García Margallo es ignorante o amnésico, pues existe un importantísimo precedente para este acto soberano de Argentina, y es la expropiación petrolera decretada por Lázaro Cárdenas en 1938. No en balde el inmenso Pablo Neruda llamó a Cárdenas “presidente de América”, pues resoluciones como la suya son ejemplos de lo que se debe hacer cuando se gobierna con dignidad y con el interés nacional en mente.

No es el caso de quien llegó a la Presidencia de México mediante un sucio proceso electoral. En una de sus declaraciones más lamentables, Felipe Calderón declaró que la decisión argentina -que técnicamente es una compra, pues se le pagará hasta el último centavo a Repsol- es una medida “muy poco responsable y muy poco racional”.

Cualquiera se preguntará por qué razón atiza el panista el conflicto surgido entre Argentina y el gobierno español, qué derecho tiene a insultar y por qué olvida los deberes propios de su investidura y compromete a México al acusar a la señora Fernández de Kirchner de irresponsable e irracional.

Hasta ahora habíamos creído que quien se ostenta como presidente de México estaba comprometido con el interés de los mexicanos, no del gobierno español, y entendíamos que no podía ser agente de una empresa extranjera. Nuestra identidad de intereses está muy por encima de la falta de solidaridad de un gobernante frente a un pueblo hermano. Argentina saldrá victoriosa con el apoyo latinoamericano.