Rapidito, y sin mayores aspavientos, fue inaugurado el emblema de una nueva era para México” (Calderón dixit), o lo que es lo mismo la putrefacta “Estela de Luz”, de cuya pestilente construcción –a la que se destinaron crecientes cuan injustificados recursos del erario– nadie (sector público y privado) está dispuesto a reconocer paternidad.
Estreno veloz el de la noche del sábado para que ya nadie cuestione, investigue y exija castigo a los responsables del desvío de dineros de la nación y el monumental retraso en la terminación del esperpento, “más allá de las naturales controversias que este tipo de obras naturalmente suelen generar” (el mismo inquilino de Los Pinos dixit, en su cínica intentona por enterrar otro negro capítulo de las onerosísimas fiestas bicentenarias).
Estreno veloz el de la noche del sábado para que ya nadie cuestione, investigue y exija castigo a los responsables del desvío de dineros de la nación y el monumental retraso en la terminación del esperpento, “más allá de las naturales controversias que este tipo de obras naturalmente suelen generar” (el mismo inquilino de Los Pinos dixit, en su cínica intentona por enterrar otro negro capítulo de las onerosísimas fiestas bicentenarias).
Dijo el susodicho que tal obra “es emblema, a la vez, de la fuerza y la convicción con la que los mexicanos estamos labrándonos un mejor futuro. Simboliza la grandeza de México y la luz, especialmente la luz, que siempre debe irradiar sobre ésta, nuestra gran Nación”. Así es: “lu$”, muchísima “lu$” de la “nueva era” que no es otra que la de siempre: la de la corrupción, el uso discrecional de recursos públicos para negocios privados, el encubrimiento, la tomadura de pelo, la impunidad, la violación de la ley.
Y en este enjuague no sólo participó el gobierno federal, sino el Poder Legislativo, dedicado a crear “comisiones investigadoras especiales” de mentiritas para taparle el ojo al macho. En febrero de 2011 un grupo de diputados tricolores propuso un punto de acuerdo para crear una comisión “encargada de examinar, analizar y evaluar la operación del fideicomiso creado respecto de la conmemoración del bicentenario de la Independencia y del centenario de la Revolución para que los encargados de la Comisión Nacional Organizadora de las Conmemoraciones de 2010 expliquen los criterios observados, a fin de que dicho fondo creciera de manera desorbitada y se esclarezcan las irregularidades en el manejo y destino de los recursos”. Nada pasó. Tres pelagatos fungieron como chivos expiatorios y listo.
En tal punto de acuerdo se subrayó que “la organización de los citados festejos, encabezados por el gobierno del Partido Acción Nacional, desde el principio resultó errática y fallida. Antes que una verdadera celebración de la República y de la nación, la de los centenarios se convirtió en un evento mediático. Es lamentable el fracaso evidente que se registró en estas conmemoraciones patrias, no sólo por la falta de contenido histórico, sino, peor aún, por las graves irregularidades, por el obscuro manejo del fideicomiso creado para tal fin… Llevamos más de un año investigando la corrupción en el Fideicomiso del Bicentenario y en Turissste; encontramos más de 94 observaciones al Issste y todo esto bajo la complacencia de la Secretaría de la Función Pública, que también tiene 30 observaciones. La Secretaría Hacienda también participó y registra 73 observaciones”. Pero nada pasó. Ernesto Cordero se fue de precandidato al hueso mayor; Salvador Vega Casillas hizo maletas en pos de impunidad en el Senado, se cambió al director general del Issste y listo.
En su momento, la Comisión de la Función Pública de la Cámara de Diputados aseguró contar con “documentación probatoria” de prácticas corruptas en el caso de la denominada Estela de Luz, en las que estarían involucrados algunos personajes de la Secretaría de Educación Pública, la empresa I.I.I. Servicios, filial de Pemex, y de Gutsa, el corporativo privado (uno de los hijos predilectos del Fobaproa) encargado de la construcción, retraso y cobro del creciente presupuesto supuestamente destinado al citado monumento, presidido por preside el empresario de negro historial Juan Diego Gutiérrez Cortina. Nada sucedió.
En torno a este caso, la propia Auditoría Superior de la Federación “recomendó” a la Secretaría de la Función Pública “realizar las investigaciones pertinentes y, en su caso, iniciar el procedimiento administrativo correspondiente, por los actos u omisiones de los servidores públicos que en su gestión incurrieron en que a noviembre de 2010, el monumento Arco del Bicentenario (Estela de Luz) no se concluyera, no obstante que originalmente se tenía prevista su conclusión para el 14 de septiembre de 2010 (incluida la corrección de posibles deficiencias) e inauguración para el 16 del mismo mes y año. Los problemas técnicos y de seguridad supervenientes influyeron en el retraso de la obra, los cuales debieron estar previstos desde la elaboración del proyecto”. Nada pasó. De hecho, el entonces titular de la Función Pública, Salvador Vega Casillas, nada informó. Tranquilamente dejó el cargo en diciembre pasado para buscar la protección que le garantizará un escaño.
La ASF precisó que se detectó un cúmulo de irregularidades cuya responsabilidad es atribuible “en términos generales, y respecto de la muestra auditada, a la Secretaría de la Función Pública, al Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México y al Banco Nacional del Ejército, Fuerza Aérea y Armada, porque no cumplieron con las disposiciones normativas aplicables a la gestión financiera del Fideicomiso del Bicentenario… Entre tales anomalías se cuentan las siguientes: desde 2008 (dos años antes de los festejos) se detectaron diversas irregularidades en la operación del citado fideicomiso, además de que existió inobservancia de la ley en los procesos de adjudicación y de subcontratación, y se formalizaron contratos sin definir características específicas de los bienes o servicios, por lo cual se consideró necesario realizar una auditoría”. Nada pasó.
Entonces, la “nueva era” presumida por Calderón no es otra que la de siempre: impunidad, compadrazgo, corrupción, enjuague, descarado uso de recursos públicos para negocios privados, o lo que es lo mismo la era que ha hundido a esta República de discursos. Y, cierto es, la Estela de Lu$ es emblema de todo ello.
Las rebanadas del pastel:
Más de la mitad de los alimentos que consumen los mexicanos son de importación; alrededor de 21 millones de mexicanos no tienen para comer, según las cifras oficiales; el olvidado campo nacional cada día produce más pobres y menos comida; las heladas y sequías devastan las escasas zonas productivas, y así por el estilo, pero el inquilino de Los Pinos se da el lujo de vetar una partida extraordinaria por 10 mil millones de pesos para el sector, aunque ni pío dijo por el desfalco de la Estela de Lu$... Nunca lo tuvo, según dijo, para atender las urgencias nacionales, pero ahora Ernesto Zedillo sí tiene cash, y mucho, para pagar al ejército de abogados que intentan mantenerlo en la impunidad por el caso de Acteal.
Fuente: La Jornada
Fuente: La Jornada