Carlos Fernández-Vega | La Jornada -Mexico SA
Si el gobierno calderonista hubiera sido tan celoso de su deber (como aparenta ahora), actuado en tiempo y forma en contra de los responsables del tiradero, y supervisado a la empresa beneficaria de la concesión respectiva (como la ley lo obliga), Mexicana de Aviación nunca hubiera dejado de volar, ni sus trabajadores llevarían más de un año desempleados, al tiempo que el impune Gastón Azcárraga no hubiera tirado alegremente la toalla como lo hizo, sin consecuencia alguna, dejando el tiradero fiscal, laboral y empresarial que dejó.
Pero el hubiera no existe, y la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, con el inefable Juan Molinar Horcasitas al frente de ella, fingió absoluta demencia en el caso de la aerolínea más veterana del país; fue omisa en el cumplimiento de la ley, cubrió con su manto protector a Gastón Azcárraga, le permitió todo tipo de excesos y violaciones legales, comenzando por la concesión federal que, con toda y empresa, le regaló Vicente Fox, se le fue al cuello a los trabajadores (el perico Javier Lozano no hizo otra cosa que repetir que
En cinco años de calderonato, tres joyas de la alta burocracia nacional han ocupado la oficina principal de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes: Luis Téllez, hoy presidente de la Bolsa Mexicana de Valores; el propio Molinar Horcasitas, ahora de porro electorero a nombre del PAN, y el más reciente, Dionisio Pérez Jácome, ex coordinador de asesores del tal Jelipe; esta tercia debió estar al día en el caso de Mexicana de Aviación, empresa que fue regalada a Gastón Azcárraga por Vicente Fox y pareja presidencial que aún lo acompaña. Los tres estaban obligados –cada quien en su momento– a supervisar y garantizar el uso legal de la concecsión federal otorgada al referido empresario, amén de estar al día sobre el comportamiento financiero, laboral y operativo de la aerolínea, cuyo
Un año y pico de incumplidas promesas gubernamentales: a los trabajadores, que recuperarían su chamba; a los bancos (Banorte y Bancomext), que recuperarían sus créditos; a los mexicanos, que recuperarían la aerolínea nacional; a los locatarios del aeropuerto Benito Juárez, que recuperarían su clientela, y así por el estilo. A Luis Téllez se le
ahora sí vuelve a volar, mientras cercenaba, una y otra vez, sus contratos colectivos, con la promesa de que sólo así regresarían a su chamba) y más de un año después las cosas se mantienen igual: desempleados pilotos, aeromozas y personal de tierra; Mexicana de Aviación sin volar; el citado empresario libre, y la SCT metiendo zancadillas a discreción para que nada cambie, en espera de que un consorcio extranjero, el que resulte, se quede con la longeva aerolínea y, de paso, formalice la política de cielos abiertos.
En cinco años de calderonato, tres joyas de la alta burocracia nacional han ocupado la oficina principal de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes: Luis Téllez, hoy presidente de la Bolsa Mexicana de Valores; el propio Molinar Horcasitas, ahora de porro electorero a nombre del PAN, y el más reciente, Dionisio Pérez Jácome, ex coordinador de asesores del tal Jelipe; esta tercia debió estar al día en el caso de Mexicana de Aviación, empresa que fue regalada a Gastón Azcárraga por Vicente Fox y pareja presidencial que aún lo acompaña. Los tres estaban obligados –cada quien en su momento– a supervisar y garantizar el uso legal de la concecsión federal otorgada al referido empresario, amén de estar al día sobre el comportamiento financiero, laboral y operativo de la aerolínea, cuyo
rescate(el enésimo de su historia) con recursos públicos a los mexicanos les ha costado una millonada, pero que los genios gubernamentales regresaron a las mismas manos particualares que la quebraron, es decir, Gastón Azcárraga y sus amigos.
Un año y pico de incumplidas promesas gubernamentales: a los trabajadores, que recuperarían su chamba; a los bancos (Banorte y Bancomext), que recuperarían sus créditos; a los mexicanos, que recuperarían la aerolínea nacional; a los locatarios del aeropuerto Benito Juárez, que recuperarían su clientela, y así por el estilo. A Luis Téllez se le
olvidósupervisar la referida concesión federal; a Juan Molinar Horcasitas se le
olvidóestar atento al desarrollo de la empresa (canibalización de aeronaves incluida) evitar la quiebra de Mexicana de Aviación, porque atendía otros negocios más lucrativos para el duopolio de la televisión; y a Dionisio Pérez Jácome se le
olvidóque la intención –cuando menos así lo dijo su patrón– es regresar al aire al consorcio –aún– mexicano, aunque no se le ha olvidado que hay que bloquear toda posibilidad .
Y allí están alrededor de 8 mil trabajadores mentando madres en el Eje Central, frente a la sede de la sorda Secretaría de Comunicaciones y Transportes, y exigiendo algo que para la autoridad es un acto de agresión:
devuélvanos nuestra chamba, mientras Gastón Azcárraga se muere de la risa junto con Luis Téllez, Juan Molinar Horcasitas, Dionisio Pérez Jácome y, desde luego, Felipe Calderón, todos ellos alegremente impunes y con las manos lavadas. ¿En serio es tan difícil poner orden y lograr que la aerolínea regrese al aire, y los trabajadores a sus plazas laborales? Porque si no es incapacidad lo que ha impedido al gobierno federal arreglar este asunto, entonces debe ser negligencia o negocios oscuros con terceros interesados, pues la privatización de los bienes nacionales ya no los satisface; ahora todo lo quieren extranjerizado.
Como se ha comentado en este espacio, el caso de Mexicana de Aviación se suma al de por sí abultado inventario de fracasos del calderonato. La aerolínea permanece en el suelo y han sido los 8 mil trabajadores los que han cubierto directamente la factura, aunque el resto de los habitantes de este país no quedan exentos del pago, toda vez que hay recursos públicos involucrados en todo esto (además del
rescatemediante el Fobaproa, el Bancomext autorizó un crédito por mil millones de pesos para la empresa de Gastón Azcárraga, mismos que ni de lejos se ven de regreso).
Ahora bien, otros creen que no se trata de otro fracaso del gobierno calderonista, sino una política muy bien pensada para concretar la política de cielos abiertos en beneficio de las aerolíneas extranjeras, posibilidad que, si bien fue denunciada desde principios de 2006, parece concretarse a escasos meses de que cambie el inquilino de Los Pinos. El hecho es que hasta ahora el único ganador ha sido Gastón Azcárraga, dueño de Grupo Posadas, quien le sacó las tripas al consorcio aéreo más veterano del país,
trasladósus recursos a dos aerolíneas de bajo costo (Click y Link), se pasó por el arco del triunfo los contratos colectivos de trabajo, despidió personal a su gusto, se deshizo del problema por módicos mil pesos y le pasó el conflicto a quienes no atan ni desastan. Todo ello, desde luego, en connivencia con los defensores de la democracia
por, para y de los empresarios.
A estas alturas, los únicos que fungen como una suerte de agentes financieros para que se concrete la inyección de recursos a Mexicana de Aviación son los trabajadores de tierra y aire, mientras el gobierno federal ahuyenta a los probables inversionistas.
Las rebanadas del pastel
¿Alguien en su sano juicio pagaría 3 mil 150 millones de pesos diarios por un personal que se dedica a cualquier cosa, menos a cumplir para lo que fue contratado? Desde luego que no, salvo los mexicanos que cada 24 horas desembolsarán esa cantidad para pagar la nómina burocrática en 2012. A eso se destinará cuando menos 33 centavos de cada peso autorizado en el
históricopresupuesto de egresos de la federación.