Locales, sólo 20% de los mineros que emplea Grupo México en Cananea
La empresa recurre a subcontratistas que excluyen a trabajadores que hayan sido sindicalizados
Aumento de población flotante propicia invasiones de predios y carencia de servicios públicos
Ana Luisa Pacheco | Especial para La Jornada | Periódico La Jornada | Miércoles 25 de septiembre de 2013, p. 29
Cananea, Son., 24 de septiembre.- “Tanta riqueza en estas tierras y toda se la están llevando. Aquí no está quedando nada más que puras cosas malas; ya ni trabajo le dan a los de aquí”, resume Miguel Ángel Robles la situación en Cananea, a cuya mina le entregó la vida.
Relata que libró luchas laborales muy duras, pero nunca en las condiciones actuales. “El sindicato era respetado y tenía fuerza; las leyes no se aplicaban como ahora, sólo para que ganen los empresarios y los políticos que les ayudan”, dijo. Hoy el sindicato esta diezmado y ha perdido presencia local.
Mientras la empresa minera y de infraestructura Buena Vista del Cobre, de Grupo México (GM), reportó la semana pasada ganancias por 288.69 millones de dólares en el segundo trimestre y planea expandir la mina Buenavista del Cobre, la comunidad subsiste entre problemas no superados desde la huelga que la sección 65 del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Siderúrgicos de la República Mexicana (Sntmmysrm) inició el 30 de julio de 2007 y terminó en 2010.
La empresa de Grupo México que maneja desde 1990 la mina, ahora llamada Buena Vista del Cobre (antigua Mexicana de Cananea), emprendió hace tres años un plan de expansión que impone la dinámica de la comunidad.
En esta ciudad, donde nació el gobernador Guillermo Padrés Elías, los problemas se han agudizado en los 10 años recientes: crimen organizado, desempleo, desabasto de agua potable, creciente incidencia de distintos tipos de cáncer y enfermedades respiratorias agudas, deterioro ecológico, alcoholismo y, debido a la gran población flotante, problemas de vivienda e infraestructura urbana, deficiencias en los servicios de salud y desabasto de medicamentos, invasión de predios urbanos y, a últimas fechas, el suicidio de cuatro menores y un adulto en sólo siete días.
El poder de decisión del gobierno municipal de Cananea mengua ante los grandes problemas ambientales, sanitarios y laborales, sobre todo porque aquí se cruzan y enfrentan los intereses de los gobiernos federal y estatal, de Grupo México, la sección 65 del sindicato minero y el crimen organizado.
Los problemas urbanos han generado una particular tensión local: la población está dividida entre nativos y fuereños.
Rodolfo Hernández ha vivido en Cananea sus 70 años. Minero despedido en 1989, cuando el gobierno federal declaró la quiebra de Mexicana del Cobre, opinó: “Aquí llega mucha gente desde hace muchos años, pero nunca como ahora, porque se excluye a los mineros de Cananea; si eres de aquí no te dan trabajo. La gente que viene de fuera llega a trabajar, a buscarle a la vida; no son delincuentes, por lo menos lo que he visto es que no por ser de fuera son mala gente. En todas partes se cuecen habas y aquí también hay gente malosa”.
Miles de personas llegan a la ciudad provenientes de otros estados para trabajar con las llamadas “compañías terceras”, que los subcontratan y ofrecen sus servicios a la minera Buena Vista. Se habla de 5 mil trabajadores en diversos turnos.
La Minera Buenavista no es la única que opera en los límites del municipio; también lo hacen Minera María, de Grupo Peñoles, y Minera Milpillas, de Grupo Frisco, que contribuyen con su cuota de población flotante.
La estrategia aplicada por Grupo México desde hace tres años consiste en no contratar a quien haya tenido relación laboral con el sindicato minero y la sección 65, o que tenga antecedenets sindicales en la localidad.
Menos de 20 por ciento de la base de trabajadores es local, pues las empresas de outsourcing contratan obreros del centro y el sur del país. Esta política provocó otro conflicto en la ciudad: la población de arraigo local ha sido excluida de los “planes de desarrollo regional sustentable” de la empresa.
“Hay dinero pero no circula en Cananea; todo se lo llevan. La gente de la mina no lo gasta aquí. A muchos nos cerraron las puertas en la mina. Anunciaron inversiones millonarias para reactivarla, pero para nosotros sigue cerrada la puerta”, aseguró Jesús Ortega, minero sindicalista.
“Algunos hicieron dinero”, según Miguel Ángel Robles. Mencionó que el hotel Alameda, edificio porfiriano remodelado hace 10 años, hoy es contratado por compañías subcontratistas que trabajan para la minera y reciben a los obreros mientras les encuentran lugar en los campamentos.
La población flotante es grande y las “compañías terceras” acondicionan casas, hoteles, moteles, casas de huéspedes y viejos almacenes para dar hospedaje a los casi 5 mil trabajadores provenientes de otras latitudes. Algunos de estos sitios son insalubres y propician hacinamiento.
Según la jerarquía, se ocupan residencias para altos ejecutivos e ingenieros, pasando por hoteles, moteles y casas de huéspedes, que se llenan. Se adecuaron ocho almacenes con literas, baños, lavaderos y algunos comedores improvisados. En estos galerones llamados “campamentos” se alojan entre 120 y 280 obreros.
Fuente: La Jornada
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