Después de la entrega de despensas por el gobernador, aseguran que “muchos se van con las manos vacías”, luego de llegar “de lejos, todos hambreados”
“Queda algo de lo poco que se cosechó, pero ya están muriendo los animales”
Estación Creel, Chih., 18 de enero. No hace falta que haya muertos por hambre para afirmar que en la sierra Tarahumara se vive una emergencia alimentaria. Lo grave es que ocurre cada año y no se dan soluciones de fondo. Lo peor es que siempre hay alguien tratando de sacar provecho político.
Por lo menos es lo que se observó hoy en la comunidad rarámuri de San Ignacio de Arareko, aledaña a Creel, donde el gobernador César Duarte realizó la primera entrega de despensas para paliar la situación, después del escándalo ocasionado por la difusión en Twitter y Facebook del rumor de que ocurrían suicidios masivos motivados por el hambre.
Entrega de víveres en la comunidad de San Ignacio de Arareko, adonde acudieron más de 2 mil indígenas
Foto Jesús Villaseca
La entrega de ayuda del gobierno estatal –lamentaron testigos– se convirtió en pretexto para tomarse la foto, en mero acto mediático. Las bajas temperaturas (dos grados centígrados por la mañana) no impidieron que más de 2 mil rarámuris salieran muy temprano de sus comunidades para trasladarse –en algunos casos a pie– hasta San Ignacio, convocados por las autoridades para recibir la urgente ayuda.
A las 8 de la mañana Duarte encabezó la ceremonia, acompañado del párroco y vicario de Creel, Héctor Fernando Martínez, quien además comparte actividades con el sacerdote Javier Ávila en la organización Red Serrana de atención a las comunidades.
“Dios los bendiga”, dijo Duarte a los rarámuris. Les recordó que son fuertes, que son alegres, y prometió que no los van a dejar solos. Terminado el acto, el mandatario estatal se retiró dejando a su equipo entregando las ayudas.
Martínez reconoció que el discurso de Duarte fue emotivo y bien recibido por los rarámuris, pero manifestó su preocupación por el uso político que se da a las necesidades de la gente, sobre todo en este año electoral.
No le faltaba razón. Con el paso de las horas, se hizo evidente que las despensas dispuestas para la entrega de hoy no iban a alcanzar para todos los asistentes.
Entre los coordinadores de la entrega de este miércoles estaba Carlos Chaires Cárdenas, de la Secretaría de Desarrollo estatal, quien dijo al reportero que desde hace mes y medio hasta la fecha han beneficiado a 26 mil familias de 12 municipios.
En ese momento fue increpado por Ángela y Fabiola Ramos, dirigentes comunitarias, quienes intervinieron en la entrevista para reprochar al funcionario por qué se había convocado a tanta gente al acto si no a todos les iban a proporcionar la ayuda.
Ángela explicó: “les dicen que vengan, que aquí van a dar la despensa; llegan de lejos todos hambreados, hacen filas y filas y al final se van como vinieron: con las manos vacías, sin recibir nada, pero eso sí, el gobernador se toma la foto y dice que toda esa gente que estaba ahí recibió despensa y no es cierto. Si no, pregúnteles usted”.
Fabiola, enojada, fue aún más explícita. Recordó que ella apoyó activamente a Duarte durante las elecciones en las que obtuvo la gubernatura.
“Yo le levanté 5 mil encuestas, y la verdad yo le acarreaba gente para que votara por él, y él decía que les iba a ayudar y ahora la gente me reclama a mí y me pregunta dónde está la ayuda que prometió, porque cuando necesitaba el voto venía y hablaba con nosotros, y ahora nos manda con un secretario.”
Elfido Cruz Parra y Enrique Cruz Pérez, gobernadores rarámuris de las comunidades de Laguna de Komego y Rochivo, respectivamente, ratificaron los señalamientos de Ángela y Fabiola.
Carlos Chaires señaló que hay un programa de entrega que se irá cumpliendo en los próximos días. Las inconformes respondieron que eso decían, pero que en los hechos no es cierto.
Sin llegar a los extremos que falsamente se difundieron el pasado fin de semana, la situación es delicada. Héctor Fernando Martínez explicó en entrevista posterior al acto que son varios factores los que inciden y agudizan el problema: uno es la sequía que asuela la región; el otro es la inestabilidad que la presencia del narcotráfico ha traído a las comunidades.
A lo anterior se suma la falta de previsión del gobierno. Martínez señaló: “esto se veía venir, pero nadie actuó con anticipación. Ahorita a la gente todavía le queda algo de lo poco que cosechó, pero ya se le están muriendo los animales, sus pollos, sus vacas”.
El párroco de Creel comparte un dato alarmante: el hospital de Santa Teresita, dedicado exclusivamente a la atención de miembros de las comunidades rarámuris, tenía hace un año cuatro niños atendidos por desnutrición; este año, más de 30.
“En la Red Serrana esperábamos dar la alerta de emergencia en febrero, pero los rumores sobre el suicidio por hambre hizo que todo se adelantara”, expuso.
Recordó que en 1994 se enfrentó en la región una emergencia similar, pero “en aquel tiempo de inmediato se pusieron los reflectores sobre la Tarahumara, como un efecto positivo del levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Entonces había esa sensibilidad. Hoy no la hay”.