Al entrar a discusión en la Ley de Ingresos, el presupuesto del 2012 no debe pasar por alto a los legisladores el verificar hasta qué punto ha sido redituable para la economía del país y las finanzas públicas, la extinción de Luz y Fuerza del Centro, registrada hace dos años.
En la pista donde hacen maromas las incongruencias oficiales se advierte, por ejemplo, que la Comisión Federal de Electricidad, la mal apodada Empresa de Clase Mundial, está solicitando al Congreso millonarias cantidades para cubrir sus deudas adquiridas por el financiamiento otorgado a proyectos de empresas privadas, muchas de ellas de capital extranjero.
Ahora sucede que CFE está técnicamente quebrada y, además de enfrentar más de un millón de quejas en todo el país por sus altos cobros, intenta pasar la factura de sus multimillonarias pérdidas a los recursos públicos.
Según anunció Felipe Calderón, con la desaparición de Luz y Fuerza su gobierno se ahorraría 40 mil millones de pesos anuales, las preguntas que deben hacerse los legisladores federales son: ¿a dónde han ido a parar esos recursos? ¿A pagar las deudas de CFE? ¿A llenar los bolsillos de las empresas contratistas que ahora prestan el servicio eléctrico en la zona centro del país?
Salta a la vista que en los últimos dos años no ha habido mejoras en el sistema educativo, tampoco se han mejorado los servicios hospitalarios en el país y menos se han elevado los salarios de la población, menos aún se han entregado en tiempo y forma recursos al campo. Es hora de que el Gobierno expliqué qué ha hecho con esos ahorros.
Debe analizarse con lupa que el último presupuesto que le tocará ejercer a Calderón no se convierta en un barril sin fondo que busque apuntalar al agonizante PAN en las elecciones del año entrante, a costa de empobrecer más a la gente de menos recursos.
Ha sido evidente que mientras la actual administración ha buscado adelgazar a los burócratas sindicalizados en pro de una supuesta austeridad, el número de funcionarios de primer nivel, ésos que cobran sueldos por encima de los cien mil pesos mensuales, más bonos y otras millonarias compensaciones, se ha incrementado notoriamente.
Los gasolinazos que impactan de manera directa en el alza del transporte público y de los productos de la canasta básica no se detienen como tampoco los incrementos al gas doméstico y la aplicación de desmedidos cobros en los recibos de luz, factores todos ellos que están aniquilando la economía de millones de hogares.
Es deber de los legisladores de oposición revisar uno a uno los rubros sociales que no deben descuidarse por motivos electorales y a conveniencia de los panistas, que por fortuna no son mayoría en el Congreso.
También es impostergable que se niegue a CFE recursos adicionales que sólo contribuyen a generar ganancias a monopolios extranjeros a los que la paraestatal les compra a un alto costo la energía que generan en perjuicio del pueblo de México.
Seguramente que Calderón y sus funcionarios no tendrán argumentos para explicar a detalle qué han hecho con los recursos antes destinados al funcionamiento de Luz y Fuerza del Centro, pero los diputados deben exigir respuestas ante las ficticias economías que la arbitraria medida debiera haber generado y que, como ahora ocurre, sólo han generado miles de fallas en el servicio y el arbitrario cobro en las tarifas de luz.