Ahora quiere que Peña, en caso de ser presidente, se comprometa a vender Pemex, y éste ya hizo la oferta.
Álvaro Cepeda Neri - Opinión EMET | Sábado 5 de Noviembre 2011
Por enésima vez el ex presidente del montón Carlos Salinas de Gortari, que huyó a Irlanda temiendo que Zedillo lo encarcelara, acusándolo de malversación de fondos públicos (hasta su incondicional Luis Téllez afirmó que Salinas se apoderó de miles de millones de pesos de la partida secreta… y vaya usted, lector, a saber cuánto más se llevó), se mete, con calzador, al “teatro de las disputas sin término”.
Ha publicado otro libro con un título que hizo famoso Lenin: “¿Qué hacer?”, éste, a su vez, como bien nos recuerda Julio Hernández en su columna: Astilleros (La Jornada: 25/X/11), copió esa pregunta-título, de la novela rusa de Nikolai Chemishevski, de 1863. Salinitas quiere hacerse el leninista, pero apenas podría serlo por la calvicie de verdugo que ostenta, pues carece de inteligencia, preparación, decisiones y el heroísmo revolucionario de Lenin (Vladimir Ilich Ulyanov: 1870-1924).
Ha publicado otro libro con un título que hizo famoso Lenin: “¿Qué hacer?”, éste, a su vez, como bien nos recuerda Julio Hernández en su columna: Astilleros (La Jornada: 25/X/11), copió esa pregunta-título, de la novela rusa de Nikolai Chemishevski, de 1863. Salinitas quiere hacerse el leninista, pero apenas podría serlo por la calvicie de verdugo que ostenta, pues carece de inteligencia, preparación, decisiones y el heroísmo revolucionario de Lenin (Vladimir Ilich Ulyanov: 1870-1924).
De vuelta a sus payasadas, insulta a diestra y siniestra (asesorado por un periodista sinaloense) para ver si los intelectuales citados en su panfleto entran a la provocación. Ya Jorge Castañeda lo tiró a la basura y dijo que no perderá su tiempo en contestar esas locuras. Los demás, salvo que quieran más protagonismo, lo tirarán a loco, y dejarán que siga empinando a su pupilo Peña, a quien ya convenció de privatizar Pemex para enviar una señal a Washington y lo bendigan a cambio de entregarles la explotación y comercialización del petróleo.
El librillo de Salinas, que le escribe el periodista de marras, apenas para el “kilo” sirve, como ha sido el destino de sus otros textos inservibles, que ni en las librerías de viejo están, porque “no se venden” y ni regalados los quieren.
El librillo de Salinas, que le escribe el periodista de marras, apenas para el “kilo” sirve, como ha sido el destino de sus otros textos inservibles, que ni en las librerías de viejo están, porque “no se venden” y ni regalados los quieren.
Salinitas (a quien elogió Salinas Pliego, porque éste se benefició del remate de Tv-Azteca, los terrenos de Churubusco y otros bienes), quiere pelea ahora que inicia el proceso electoral. A toda costa, con el nefasto Montiel, los Chuayffet, los Paco Rojas, los Moreira y la tenebrosa Gordillo, Salinas quiere imponer en el PRI a Peña como candidato y maniobrar con Televisa y Tv-Azteca, para su propaganda. Por lo pronto Salinitas busca camorra y lo mejor es dejarlo hablar sólo y tirando golpes al costal de sus perversidades. Lleva varios kilos de papel impreso que sirven como armas ofensivas, pero sin importancia alguna.
Salinitas necesita una camisa de fuerza y un bozal. Calladito e inmóvil se vería mejor. Nada tiene que hacer ya. Pues lo que hizo en su sexenio, fue vender lo que no le pertenecía, con la complicidad de un grupo depredador. Ahora quiere que Peña, en caso de ser presidente, se comprometa a vender Pemex, y éste ya hizo la oferta. Nada hay en su libraco que no haya dicho ya y sólo son provocaciones para levantar polvo en el lodazal que fue el salinismo, donde su “modernización” fue pura demagogia. Su sexenio generó la mitad de la actual pobreza (aumentada por Zedillo, Fox y Calderón). Enriqueció a los Slim, Televisa, Tv-Azteca. E inició sus locuras con la huelga que tras su final sexenal, con ridiculez montó en Monterrey, para luego salir huyendo.