José Antonio Almazán González
Que le den un premio por considerarlo un extraordinario ser humano, es responsabilidad de quien lo afirma, pero argumentar que es por su elevada trayectoria como servidor público, constituye una afrenta para todos los mexicanos, pues en su periodo al frente de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) la exclusividad de la Nación en la prestación del servicio público, establecida en el párrafo sexto del artículo 27 constitucional, ha sido pisoteada por la privatización y el dominio indiscutible de los oligopolios eléctricos internacionales que operan en México. Pero ya que pretenden cubrir con un manto de impunidad a ese extraordinario empleado de la oligarquía y las trasnacionales, analicemos su trayectoria como director general de CFE.
Su llegada en 1999 como director a CFE es coincidente con la intentona gubernamental de modificar radicalmente el artículo 27 constitucional para mutilar la exclusividad de la nación sobre esta área estratégica de México y de esta manera satisfacer los intereses imperiales y trasnacionales de dar certidumbre y “legalidad” a su participación en el suministro de energía eléctrica. Su larga permanencia al frente de CFE es reveladora de los intereses que defendió a lo largo de más de 12 años, lo mismo con Ernesto Zedillo del PRI que con Vicente Fox y Calderón del PAN. Bajo su mando y camuflada con el ardid publicitario de “empresa de clase mundial” la CFE dejó de ser un organismo público al servicio del pueblo con tarifas eléctricas a precios justos, para transformarse en una “empresa de clase mundial”, en su función de intermediaria para la reventa de la energía eléctrica producida por las grandes empresas eléctricas trasnacionales. Los datos están a la vista.
De 1999 a 2009, conforme a datos oficiales, la participación del capital privado, de las grandes trasnacionales eléctricas, en la generación eléctrica pasó de un 10.6% a un 35% de la capacidad instalada de generación y de un 6.3% a más de un 40% de la generación producida y en menos de 8 años controlarán más del 50% en ambos conceptos. En su periodo, de 1999 a mayo de 2010, los permisos de generación a privados crecieron de 149 a 775 y no puede argumentarse que no fue un asunto de su competencia por dos razones fundamentales: 1.- el criterio técnico emitido por CFE para justificar el otorgamiento de esos permisos y 2) en su carácter de Director comenzaron a cerrarse plantas de generación de CFE, todavía con vida útil, simplemente para garantizar la compra de energía en bloque de CFE a las empresas eléctricas privadas.
Por supuesto que la gestión empresarial de Alfredo Elías Ayub al servicio de las trasnacionales eléctricas les generó enormes ganancias calculadas, en 268 mil millones hasta el 2009 y 1.32 billones entre el 2010 y 2041, pero provocó a CFE pérdidas crecientes en sus resultados de explotación (ingresos/costos) como puede verificarse en sus Estados Financieros; situación que ha sido ocultada mediante la mercadotecnia de publicitarla como “empresa de clase mundial”, cuando su calificación empresarial, según los reportes del Foro Económico Mundial, “The Global Competitiveness Report” en cuanto a calidad en el suministro de energía eléctrica (interrupciones y bajas de voltaje), quedó relegada a un lugar 91 de un total de 139 países en 2011. ¡Ah!, pero en 2008 ocupó el lugar 87, lo que es otra forma de probar que la extinción de Luz y Fuerza del Centro y su sustitución por CFE ha sido un desastre. El otro elemento que permitió a CFE ocultar y transferir sus pérdidas crecientes y su corrupción, fue la venta a precios elevadísimos de energía en bloque a Luz y Fuerza del Centro, a la cual, desde su puesta en liquidación como Compañía de Luz en 1975, se le impidió construir nuevas plantas de generación eléctrica.
Como Director General de CFE avaló la llamada Tarifa Doméstica de Alto Consumo (DAC), que ha sido el azote desde febrero de 2002 para millones de usuarios que han tenido la desgracia de caer en este nivel de consumo eléctrico, y por más que intente en su opaca carta de despedida adjudicarse como un triunfo una cobertura eléctrica de un 97.8%, omite mencionar que en 2000 ya era de 94.8% (los olvidados de siempre siguen siendo los pueblos indígenas) y deliberadamente encubre que las tarifas eléctricas en México durante su gestión de 12 años crecieron más de un 300 % y son de las más caras en todo América.
La cloaca de corrupción en CFE era ya del dominio público desde hace muchos años, como con valor y dignidad lo denunció Rafael Galván, dirigente histórico de la Tendencia Democrática del SUTERM, a mediados de los 70´s; pero muy recientemente las acusaciones en contra de Néstor Félix Moreno Díaz en tribunales norteamericanos puso nuevamente esta lacra nacional en la lupa de la opinión pública. ¿Quién rescato a Néstor Félix de la inhabilitación pública de 10 años por actos de corrupción que le dictó la Secodam en 1998? ¿Quién lo recontrató, protegió y ascendió en la escala burocrática de CFE hasta colocarlo como Encargado de la CFE en la zona de LFC? Si como se afirma, Elías Ayub fue un extraordinario servidor público, bien haría en presentar, como lo marca la Ley, su declaración de situación patrimonial. Si las leyes se respetaran en México, el ex Director de CFE debiera ser llevado a Juicio Político y demandado penalmente por los latrocinios cometidos en contra de la Nación durante sus 12 años de “extraordinaria trayectoria como servidor público”. Pero mucho me temo que el diploma, la medalla y la impunidad son los premios inmerecidos para los empleados de la oligarquía y el desastre eléctrico en que convirtió a CFE es para todo México.