martes, 3 de junio de 2014

Las Minitas; 5 décadas de abuso de la CFE

80 ejidatarios mantienen una lucha jurídica que se muestra viciada y, un plantón que podría afectar la distribución de energía a la Ciudad de México y a los estados de Jalisco, Michoacán y Guerrero
Por su lejanía, el movimiento de los habitantes de Coahuayutla es poco notorio y las autoridades son omisas
2 junio 2014 | La Redacción / Jonathan Cuevas/API | El Diario de Taxco
Coahuayutla de Izazaga, Gro.- Las aves y animales silvestres parecen ser los únicos testigos de aquella lucha que lleva ya más de 50 años de vida. Ahí, en la cima de un cerro sobre el predio conocido como “Puerto de la Cruz”, en los límites de Guerrero y Michoacán, pasan día y noche 80 campesinos que solamente buscan que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) les reponga el daño que provocó a sus tierras.

Pero allá nadie los ve. No hay reporteros que a diario den seguimiento a las acciones de su movimiento. No hay quien plasme con fotografías su rutinario día cuando llueve, cundo andan o montan en bestia para avanzar más de 5 kilómetros y llegar a sus hogares. Allá es más fácil que la autoridad los ignore.



Antecedentes…

El problema data de 50 años atrás, cuando hasta el ejido hoy conocido como de “Las Minitas”, llegó gente del gobierno advirtió a los campesinos que construirían una presa sobre sus tierras.

La Presa Infiernillo fue construida por la Secretaría de Recursos Hidráulicos para la Comisión Federal de Electricidad. Es parte del Sistema llamado “Adolfo López Mateos”.

Se ubica sobre el cauce del Río Balsas entre los límites de los estados de Guerrero y Michoacán. Cuenta con una central hidroeléctrica que tiene una capacidad de generar mil 120 megawatts de energía eléctrica y, es la segunda generadora de electricidad en el país después de la Presa Chicoasén.

Tiene una capacidad de almacenar 9 mil 340 hectómetros cúbicos de agua que crea un embalse que cubren una superficie aproximada de 755 Kilómetros cuadrados, que también forman parte de la Reserva de la Biosfera Zicuirán Infiernillo.

Fue la empresa constructora ICA la encargada de dar vida al proyecto. Era 1963, penúltimo año de gobierno de Adolfo López Mateos y según a los antecedentes históricos, como él, los gobernadores de Guerrero y Michoacán emanaban del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Todos estuvieron de acuerdo en la construcción.

La hidroeléctrica provocó que se inundaran el pueblo de Infiernillo y el ejido Las Minitas. Los habitantes de ambos fueron desplazados a otro pueblo, del que fueron desplazados una vez más.

En 2008, ganaron juicios en contra de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), tras los cuáles se ordenó una indemnización de más de 11 millones de pesos por 129 hectáreas afectadas, a pesar de que los ejidatarios señalan que en total fueron 228 hectáreas. A la fecha, los pobladores no reciben ningún tipo de pago.

Debido a lo anterior, en más de una ocasión los antiguos habitantes de Infiernillo han bloqueado los accesos del “cerebro” de la CFE, el edificio de máquinas en la zona.

El 4 de febrero de 2014, desde las 6 de la mañana, realizaron un nuevo bloqueo.

A más de 50 años del despojo, los inconformes dicen que el Tribunal Agrario dio una sentencia a su favor, sin que se haya cumplido hasta ahora. La protesta se mantendría hasta que se presente personal de alto rango de la Comisión para resolver el problema y, así fue.

En aquella ocasión, según relatan; llegaron funcionarios de la CFE a realizar compromisos de liquidación, previamente la instalación de una mesa de diálogo para llegar a acuerdos, sin embargo, cuando aflojaron el movimiento la CFE reinició sus trabajos, reparó algunos desperfectos y los ejidatarios volvieron a quedar en el olvido.

Durante la construcción de la presa, las tierras de playa de los campesinos, los bajiales donde se sembraba sandía, melón, jitomate también.

Las tierras son de los ejidatarios de Coahuayutla desde los tiempos del general Lázaro Cárdenas, cuando las expropió a los hacendados y se las dio a los campesinos, “porque éramos pobrecitos y no teníamos dónde sembrar”, dijo uno de los afectados; el más anciano que permanece en el movimiento con su andadera. Él es uno de los pocos campesinos propietarios que permanecen con vida, de aquel grupo al que le fueron arrebatadas arbitrariamente sus tierras.

El plantón…

Hoy son los hijos de aquellos ejidatarios los que continúan la lucha. Solo dos ancianos propietarios viven y permanecen en lucha, aunque las piernas de uno ya casi no responden.

Se trata de Nemecio Núñez Bustos a quien el peso de los años apenas le permite caminar apoyado de una andadera. Pero no se rinde. A pesar de ello, subió a lomo de bestia cinco kilómetros sobre varios cerros para llegar a Puerto de la Cruz, en el municipio de Coahuayutla.

Los más jóvenes caminan esos kilómetros sobre un terreno empedrado, rocoso y lleno de vegetación, animales silvestres y hermosas aves que se muestran arreciando su cantar al paso de los humanos.

Se camina sobre veredas de difícil acceso donde hay puntos en los que los burros y caballos apenas pueden cruzar. Se cruza por el predio conocido como “La Lobera”, donde según los ejidatarios, antes había lobos por doquier. Hoy, al parecer se han extinguido pero en su lugar quedaron zorros que apenas y “con suerte” se pueden observar.

El camino es difícil y cansado para las personas. Pero solo así llegan hasta “Puerto la Cruz”, donde el plantón recobró vida hace 12 días cuando una de las torres transmisoras de electricidad, propiedad de la CFE, sufrió una avería.

De ahí se agarraron los ejidatarios para arreciar su lucha desde el ámbito político, pues en los jurídico jamás la han soltado.

Junto a la torre averiada está el plantón en el que participan 80 personas, en su mayoría adultos y jóvenes que buscan hacer justicia a sus padres. Pero también hay propietarios originales como don Nemecio que lleva en lucha 50, de sus 83 años de vida.

El recorrido…

Antes de llegar al plantón también hay un intenso recorrido por hacer. Un grupo de reporteros que se dispuso a llegar hasta las entrañas de aquellos montículos boscosos donde está hoy la base del movimiento, salieron desde la capital Chilpancingo, recorriendo ocho horas de camino hasta la cabecera municipal de Coahuayutla de José María Izazaga, solo haciendo una escala en Zhihuatanejo.

Antes se tiene que cruzar de forma total la Costa Grande de Guerrero. La lluvia dificultó el camino desde Coyuca de Benítez, la puerta de esa zona costera. Después vinieron diversos pueblos y cabeceras municipales; entre éstas la de Atoyác, San Jerónimo, Tecpan de Galeana, Petatlán y Zihuatanejo.

De ahí se tomó la dirección hacia Lázaro Cárdenas, Michoacán, para poder llegar a La Unión, un municipio enorme territorialmente hablando, pero hundido (como muchos) en la pobreza. Pero además es otro de los territorios guerrerenses sometidos por el narcotráfico.

Antes de llegar al límite con Michoacán, se toma una desviación sobre la cabecera de La Unión para poder llegar a Coahuayutla. Es un camino de cabecera a cabecera totalmente devastado y olvidado.

Entre más se incrusta sobre el municipio, más se nota la marginación y las secuelas de la violencia generada por grupos del crimen organizado. Antes de llegar a esa cabecera se cruzan varios pueblos en los que se pueden captar imágenes demasiado parecidas a las que se sacan de la Montaña de Guerrero, una de las zonas más pobres del país.

Los cortes carreteros son constantes. Las casas son de adobe en su mayoría seguidas en número por las de lámina galvanizada o de cartón. Unas cuantas hay de ladrillo. Ahí también los niños más pequeños andan son ropas sucias, huaraches o a veces hasta encuerados y descalzos.

En aquel lugar (como en casi todos) no se muestran los beneficios de la reforma hacendaria, energética o educativa. Solo por poner un ejemplo; las escuelas son pequeños cuartos pintados de algún color. Apenas hay viejas sillas para que los alumnos se sienten y un pizarrón. No hay salas de audio-visión, canchas deportivas, salas de cómputo o siquiera escaleras para subir a un segundo nivel.

Las mujeres con rebosos caminan kilómetros para traer tortillas o llevar comida al campo donde trabajan sus maridos e hijos. Eso sí, para no requemarse se cubren con paraguas y buscan caminar elegantes con su bolsa de mandado, mandil y huaraches.

Pero los paisajes (como en la Montaña) son hermosos. Hay ríos que se miran desde la carretera, pero en las pozas hay poca gente.

El camino de La Unión a Coahuayutla es más curva que rectas. Curvas realmente cerradas que en su mayoría no son advertidas con un letrero vial que diga: “curva peligrosa”.

Esta vía de casi 90 kilómetros está marcada por los desperfectos y un letrero del gobierno federal que presume una supuesta rehabilitación luego de la devastación que causaron las lluvias de Septiembre del año pasado. Pero la rehabilitación la hicieron de forma rústica los propios habitantes de Coahuayutla que quedaron incomunicados (todo el municipio) durante varias semanas.

Y es que ellos, por la lejanía en que se encuentran de la capital o el puerto de Acapulco, no tuvieron los reflectores de los medios de comunicación por lo que, a las autoridades se les ha hecho fácil ignorarlos.

Cuando se llega a la cabecera municipal se toma aire para preparar los cuerpos en otro viaje de al menos dos horas más. Sobre camionetas de doble tracción se avanzan otros 30 minutos aproximadamente son rumbo a la parte serrana.

Se cruza “La Lobera” para llegar a un río que marca el final del camino en vehículo. De ahí se empieza a subir a pie o en bestia por más de una hora. Solo así se llega a Puerto de la Cruz donde se encuentra el plantón de los ejidatarios de “Las Minitas”.

Desde allá arriba, a lo lejos solo se observan más cerros con dirección hacia la presa El Infiernillo y el Río Balsas que no se alcanzan a ver. Pero si se observan decenas de torres de la CFE que salen de esa presa. Una de éstas es la que está tomada.

La denuncia…

Fue ahí donde los ejidatarios ofrecieron una conferencia de prensa, en medio de hojarasca seca y pastos, árboles y flores que están enverdeciendo con la caída de las primeras lluvias de este año.

Hay dos enramadas con las que los plantonistas se cubren de la lluvia. Ahí tienen agua y comida que acarrean desde la cabecera municipal. Algunos refrescos están a la vista y una fogata en la que formaron una especie de parrilla para freír sus alimentos. Dos tortillas estaban a punto de quemarse cuando inició aquella charla con reporteros.

El primero en hablar fue Florencio Cárdenas Espino, representante de los ejidatarios de Las Minitas.

“Aquí estamos en una manifestación pacífica desde hace siete años, en pie de lucha y no la vamos a dejar hasta que tengamos una solución”, sentenció a las autoridades del estado, la federación y a la propia CFE.

Relató que se está exigiendo el pago por la afectación de 327 hectáreas del ejido Las Minitas, a consecuencia de la construcción de la presa desde hace 50 años.

Recordó que desde aquella época sus padres iniciaron una lucha de la que no han recibido hasta el momento resultados satisfactorios, mientras que sus tierras siguen sin ser utilizadas por los daños que sufrieron.

Aclaró que el plantón será indefinido en Puerto de la Cruz y, la intensión es evitar que personal de la CFE ingrese a esa zona para reparar una de las enormes torres conductoras de electricidad, cuyos cables parten desde la presa El Infiernillo.

También aclaró que ésta vez (como la pasada que realizaron una acción similar), no se dejarán engañar. Ahí estarán hasta que sean indemnizados por la pérdida de sus tierras.

“Nos pidieron por teléfono los de la CFE que si les permitíamos reparar el daño en la torre, pero les dijimos que mientras no hubiera diálogo no les podríamos dar permiso para entrar a nuestras tierras a reparar la torre de alta tensión”, sentenció.

Esta acción ha provocado que desde hace doce días aproximadamente, la CFE se haya visto obligada a cargar la electricidad sobre cables que cruzan por otra de las torres, por lo que ésta tiene el doble de energía en conducción rebasando su capacidad, por lo que en cualquier momento podría también averiarse.

Es preciso resaltar que la energía producida por esta planta se utiliza para satisfacer la creciente demanda de la Ciudad de México y fue un valioso auxiliar para el cambio de frecuencia, ya que funciona a 50 y 60 ciclos. Es una de las más importantes hidroeléctricas del país y está también interconectada con la ciudad de Guadalajara, además de que abastece de luz a partes de Michoacán y Guerrero.

Esto quiere decir que se está poniendo en riesgo el abasto de energía eléctrica para la Ciudad de México, algunas partes de Jalisco, Michoacán y Guerrero.

Los ejidatarios están exigiendo un solo pago de 34 millones de pesos por concepto de indemnización por un total de 327 hectáreas que hace 50 años se les expropiaron para construir la presa Adolfo López Mateos, conocida como El Infiernillo.

El asesor jurídico de los ejidatarios, Fernando Jaimes Ferrel indicó que el Tribunal Unitario Agrario número 12, con sede en Zihuatanejo, no ha resuelto el conflicto y al parecer hay intereses de por medio, en conjunto con la CFE.

Aclaró que se trata de un abuso de la CFE que supuestamente compró las tierras a un pequeño propietario, pero “ya había un decreto público en el Diario Oficial de la Federación”, donde se decretaba el ejido como “Las Minitas”, con tierras otorgadas a campesinos de Coahuayutla.

Agregó que la indemnización que arrojó el peritaje por 227 hectáreas es de 34 millones de pesos, “que a mi juicio es muy baja porque además llevan 54 años poseyendo esas tierras de los ejidatarios”.

Especificó que si se cobraran todos los bienes y otros enseres sería mayor la cantidad. “Además, la CFE inundó zonas arqueológicas, por eso los ejidatarios están indignados todavía más”, resaltó. (Agencia Periodística de investigación)

Fuente: El Diario de Taxco Guerrero