Antonio Gershenson | Opinión-La Jornada
Ya mencionamos el domingo pasado los aumentos de producción en algunos sectores y regiones. Ahora mostramos el abuso de funcionarios y la proliferación de contratos. Mencionamos el aumento de producción en Tsimin, de crudo súper ligero, y de Xux y Mitzon, ambos de crudo ligero, de más de 5 millones de barriles en conjunto y que se suman a Kinbé en la misma zona. Pues suman a esta cantidad los descubrimientos de aceite pesado de Ayatsil y Tekel, en Ku-Maloob-Zaab (KMZ).
Los que dirigen las operaciones aprovechan la mezcla de crudo súper ligero y ligero, que ya vimos que aumentó su producción, para mezclarlos con crudos pesados y, sobre todo, súper pesados, porque éstos a veces solos no se pueden separar o es muy difícil hacerlo.
Este uso del crudo ligero y súper ligero lo desperdicia, aunque aligera problemas. De otro modo éstos servirían para aumentar el rendimiento de las refinerías y se reduciría la importación de gasolinas.
Se da un uso intensivo de crudo pesado y súper pesado con contratos con trasnacionales. Como dijimos, se usa sobre todo crudo ligero, que ahora está en aumento de producción.
Ya hay en proceso contratos para el desarrollo de ambos tipos de crudo. En esta modalidad, la empresa contratista se encarga de todo: el diseño y la logística; fabricación, transporte, instalación y conexiones, y entrega las nuevas instalaciones listas para ser puestas en servicio.
Ya hemos mencionado los sistemas de dar todo el control a empresas privadas, aplicados en Chicontepec, Burgos, Campos Maduros, etcétera.
Los funcionarios hacen la entrega por adelantado a las trasnacionales. Les entrega la operación al detalle, las operaciones y las instalaciones.
Un testimonio: la industria petrolera, en estos casos, funciona como un enclave, sin nexo con la industria local, la que, imposibilitada de participar en las ventas a Pemex, tampoco puede tomar parte en los contratos. Tardíamente, cuando ya las obras están en marcha, algunos empresarios propusieron en septiembre pasado que los contratos se desglosaran o fraccionaran.
Sigue el testimonio: sólo el contrato de los texanos de McDermott International, Inc., para la nueva plataforma en Tsimin, tiene un monto de más de 4 mil millones de pesos, y se propuso que los subsecuentes se dividieran en varios pequeños de 20 millones para adecuarlos a empresas medianas, y de menos de un millón para que microempresas pudieran participar. Pero es muy difícil; incluso Emilio Lozoya, director de Pemex, ya tiene amarrados varios contratos con Keppel Offshore & Marine, de Singapur ( Contralínea).
No sólo vemos trasnacionales. También se margina a empresas chicas y medianas nacionales.
De modo que aún no se cambian los artículos 27 y 28 (hagamos lo posible para que no se derogue) y ya se actúa como si no existieran.
Si antes (Burgos, Chicontepec, Campos Maduros, etcétera) ya se violaban ampliamente las leyes, ¿qué pasaría si se cambian los artículos 27 y 28 de la Constitución?
Esto nos da una clara idea. Para decirlo en positivo:
Debe estar toda la actividad de exploración y explotación del petróleo y el gas en manos de Pemex, que los debe ejecutar (como en los buenos tiempos).
Se deben diseñar y construir todas las refinerías y otras actividades asociadas, por Pemex.
Se deben diseñar y extender los complejos de proceso del gas y de la petroquímica, por Pemex.
Que en vez de que se pongan en primer lugar los negocios de funcionarios y de las trasnacionales, se pongan los de Pemex mismo y, en segundo lugar, las industrias nacionales, sobre todo locales y regionales.
Fuente: La Jornada
Fuente: La Jornada