lunes, 11 de marzo de 2013

Pemex está importando gas natural para venderlo al costo más alto del planeta

Gas natural a costo de Asia
El golpe le pega de lleno a la CFE al encarecerse la producción de sus plantas de ciclo combinado
Rechazado durante meses que el país sufriera escasez de gas natural, pese a las mil alertas críticas en el Centro y Occidente del país para racionar el producto, ahora resulta que Petróleos Mexicanos está importando el combustible… para venderlo al costo más alto del planeta 
11 marzo 2013 | Alberto Barranco | El Universal
Estamos hablando de 21 dólares el millón de BTU’s, la unidad térmica inglesa de medida, frente a los 19 a que se vende en Asia o los 14.85 de Europa, bajo el alegato de que el sobreprecio lo provoca el costo del transporte. 

El gas producido en el país, con referencia al índice Henry Hub de los Estados Unidos, se cotiza en tres dólares. 

El primer envío por barco llegará a México a finales del mes con proa a la regasificadora ubicada en Manzanillo. 

La gran pregunta, naturalmente, es si los industriales aceptarán pagar el estratosférico costo, luego de firmar un convenio en el que se planteaba un sobreprecio de dos o tres dólares… en relación al costo de referencia para el país. 

La Concamin, principal firmante del pacto, aceptó el sacrificio tras registrar la industria una pérdida de mil 500 millones de dólares por desabasto. 

De acuerdo a la Secretaría de Economía el problema lo originó la explosión industrial en la zona central del país, lo que provocó la saturación de los ductos de transporte. 

Lo extraño del asunto es que Petróleos Mexicanos ya no habla del contrato firmado con la empresa española Repsol para surtirle el combustible desde Perú. 

Pactado en septiembre del 2008, el papelito sella la exigencia de suministrar a la paraestatal y a la Comisión Federal de Electricidad el combustible durante 15 años, bajo condiciones inusualmente ventajosas para la petrolera ibérica, que actuaba como una simple intermediaria. 

El cálculo inicial hablaba de un pago global de 15 mil millones de dólares, de los cuales Repsol le entregaría a la firma peruana Perupetro apenas 6 mil. 

La ganancia de intermediación, o si lo prefiere la comisión de reventa, sería de nueve mil millones de dólares, por más que el combustible se vendería a costo internacional. 

El pacto comprometía un suministro de 90 millones de pies cúbicos diarios en el 2011; 300 en el 2013, y 400 en el 2014. 

El gas se trasladaría al puerto de Manzanillo, con proa a la planta descompresora instalada. 

El caso es que ante la disparidad en el costo internacional del combustible, es decir el precio a que llegó el índice Henry Hub, Repsol empezó a rajarse. 

Este año y el siguiente, dijo en principio, se suministraría sólo la mitad de lo pactado, hablando después de un sobreprecio. 

La firma ibérica culpó al gobierno peruano por modificar las condiciones pactadas. Según ello, las reglas las cambió hace tres años el entonces presidente del país sudamericano, Alan García, al expedir un Decreto que exigía igualar las regalías para el gobierno por las ventas al exterior de gas natural con las destinadas al ámbito doméstico. 

Estas se ubicaban en 15%. 

El texto presidencial se firmó el seis de julio de 2010. 

A partir de ahí Perupetro inició las gestiones para igualar la participación al país. 

Se hablaba, además, de que la nación sudamericana había implementado políticas de desarrollo para incrementar la producción del combustible y su consumo interno, condicionando la explotación de éste al mantenimiento de recursos para garantizar el consumo local. 

La pregunta, naturalmente, es si el combustible que está por llegar al país viene con cargo al contrato con Repsol, lo que implicaría que Pemex cedió olímpicamente a sus exigencias. 

Por lo pronto, el golpe le pega de lleno a la Comisión Federal de Electricidad al encarecerse la producción de sus plantas de ciclo combinado, y de refilón a las industrias privadas que abastece Pemex. 

El combustible es parte indispensable de la producción de cemento, vidrio, papel, siderurgia… 

¿Pemex como vulgar especulador?