martes, 17 de abril de 2012

CFE, represión como instinto

16 abril 2012 | Editorial La Jornada Veracruz
El gobierno federal, deficiente y tarado, se ha superado a sí mismo en su naturaleza completamente antidemocrática. La forma en la que se hizo del poder, que parecía en sí misma insuperable, ha sido enriquecida con generosidad paulina y con ello ha demostrado que siempre es posible empeorar. Consumado el estilo en la vergonzante toma de posesión de aquel 1º de diciembre de 2006 pasaron apenas tres meses para que una anciana perdiera la vida por una doble violencia. La primera, de la soldadesca; la segunda, por el decreto presidencial de muerte por indigestión. Dos años después de haber tomado el poder, el gobierno toma por asalto Luz y Fuerza del Centro. Entre el primer evento y el segundo, la provocadora y porril intervención constante del que fuera titular de la Secretaría del Trabajo, Javier Lozano.
Sea por las impensadas vicisitudes cotidianas que suelen regalar las guerras para la población civil, o por la enajenación soterrada del territorio nacional a empresas mineras extranjeras, el pueblo de México vive bajo el asedio de un gobierno que labró su arribo al poder por la siembra del miedo y las trampas.

Alzas constantes a las gasolinas y los combustibles, depreciación vertical de los salarios, ausencia de empleos formales y de calidad y el robo institucionalizado de una paraestatal arrogante, ineficiente y tan pagada de sí que se publicita como de clase mundial. Empresa que carga en los consumidores de los estados productores de energía eléctrica los subsidios que otorga a las empresas y población de los estados del norte.

Ante una cada vez más extendida organización ciudadana resistente a las decisiones tarifarias de la Comisión Federal de Electricidad, ésta sofistica sus métodos de represión selectiva y disuasión. Ahora hostiga con estrategias legales a los resistentes organizados que, por lo demás, nunca ocultan la cara.

Marginal en un principio, la resistencia crece. Sin prisas pero sin pausas, son ahora varios miles.

La empresa y el gobierno saben el peligro potencial de una resistencia civil pacífica y visible. Por eso no ahorran esfuerzos disuasivos contra los resistentes: desde la cárcel para los líderes hasta el hostigamiento legal contra resistentes y simpatizantes. Curiosamente los más afectados son los resistentes de los municipios cercanos a la Central Nucleoeléctrica Laguna Verde. Entre la privatización soterrada de las empresas privadas generadoras de energía que compra la CFE y el hostigamiento a la población, hay razones para pensar que detrás existe algo mucho más importante que es del interés público y que le es ocultado con total deliberación.