martes, 16 de agosto de 2011

¿Una vuelta más de tuerca?

15 agosto 2011 | Oscar Wingartz Plata*
El modelo económico contemporáneo mejor conocido como neoliberal está haciendo una vez más de las suyas. Esto quiere decir que no se va detener hasta ver plenamente cumplidas sus ambiciones. Una de esas ambiciones es poner a su entera disposición la fuerza de trabajo, sin restricciones, ni cortapisas, ni “legislaciones” que les obstaculice el camino de la sobre explotación laboral, así como dejar a los trabajadores a su propia suerte.  Vayamos por partes.
Se pretende que en el próximo periodo extraordinario de sesiones de la Cámara de Diputados se apruebe la reforma laboral que están cocinando los patrones, el PAN y el PRI. Como se podrá observar esta reforma es una “meta largamente acaricida” por los “barones del dinero”, al considerar que están dadas las condiciones para “avanzar” en esa dirección. Arturo Alcalde Justiniani ha hecho una exposición muy clara y precisa del contenido esta reforma, desde su perspectiva contempla tres puntos nodales: abaratar el costo de la mano de obra, añadiríamos, más de lo que ya está; poner mayor incertidumbre a las condiciones laborales; para rematar, quitarle más derechos a los trabajadores, es decir, dejarlos en la total indefensión. Con estos elementos se puede concluir que la “propuesta” avanza, no la van a detener hasta no verla concretada.

Esto tres aspectos en sí mismos son altamente lesivos, nocivos y perniciosos para los trabajadores en términos absolutos. Porque no se refiere a formas específicas de trabajo o trabajadores, es una ley que pretende abarcar a todos aquellos que reciben un pago por una actividad realizada, esto es, todos. A menos que seamos patrones. Este asunto se venía contemplando desde hace un par de décadas, por lo menos, con la implantación de esta modalidad capitalista.

La cuestión era que los trabajadores se habían mantenido en una situación de resistencia y contención ante tales embates, pero como todo en esta historia, la coyuntura les ha sido adversa. Dos ejemplos elocuentes de esto fue el despido masivo, inmisericorde de los trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), donde olímpicamente los despidieron sin contemplaciones de ninguna naturaleza, a la calle. Otro fue la manera en que se “despacharon” a los trabajadores de Mexicana de Aviación con una serie de argucias y movimientos en extremo oscuros y turbios para las finanzas de esa empresa, literalmente fue desfalcada. Ambos casos con saldos realmente desastrosos para los trabajadores. Lo impresionante de esto fue la manera en que se hizo..

Con los elementos expuestos ¿qué se pretende? Modificar de manera sustancial, profunda e irreversible la ley laboral vigente que contempla entre otros aspectos: un salario digno y remunerador, jornada máxima de trabajo, contratos colectivos, derecho a la libre asociación, un elemento fundamental de la ley laboral, el derecho inalienable e innegociable de huelga.

Esta es la ley que en materia laboral nos rige, se quiere cambiar por “una” que literalmente no contempla estos elementos o los debilita hasta su extinción. Un asunto que Alcalde Justiniani deja en claro es que, la fuerza de trabajo pasaría a ser considerada una mercancía, es decir, una cosa, un objeto, cuando expresamente la ley lo prohíbe, se trata de poner en condición de precariedad máxima al trabajo y los trabajadores.

“El argumento” para poner en práctica esta reforma se “sostiene” en decir que se busca mejorar la competitividad y la producción, pero el asunto que no se explicita es a partir de qué esquema se hace tal comparación. Vamos a plantear lo siguiente: el hecho de que se implemente en otros países, esa no es razón válida, ni suficiente para decir que aquí se haga. Eso se llama simplismo y vulgaridad. Como si nosotros nos debiéramos regir por lo que otros hacen o dicen. Un dato más, ¿las condiciones laborales en otros países justifican, acreditan tales prácticas para un contexto como el nuestro? México, no es Japón, ni Malasia, ni Singapur, ni Corea. Asunto para reflexionar con todo detalle. En todo esto hay una serie de dichos y patrañas como afirmar que con esta reforma se evitarían los abusos, la pregunta es ¿de qué están hablando los que están impulsando esta reforma? Precisamente lo que se quiere evitar es que se implanten prácticas cada vez más lesivas y abusivas contra los trabajadores.

¿Qué “lógica” ordena los pensamientos de los promotores de esta reforma? ¿Cómo se puede afirmar que pretenden evitar abusos, si precisamente el primer abuso que se comente es querer despojar a los trabajadores de una ley que les da cierta seguridad y respaldo? Más adelante hay una frase de los redactores de este documento que es para los anales de lo descabellado: “Más vale un mal empleo que no tenerlo”. ¿Qué significa esto? Parecería como si el trabajo fuera una dádiva concedida de manera graciosa por los propietarios, por los patrones. Esto realmente no tiene ningún sentido, ninguna lógica, es una imposición laboral sin la menor consideración que rompe con todos los planos hasta del sentido común.

Aquí hay un asunto de fondo, ¿qué consideración le merecen los trabajadores a estos señores? Porque parecería que es el “enemigo a vencer”, cuando es precisamente la clase social que genera la riqueza en nuestro país. Por otro lado, se pretende impedir la organización sindical. Este ha sido uno de los puntos más álgidos y complicados, ¿los trabajadores no tienen derecho a organizarse y defenderse? ¿Simplemente deben entregarse al capital como víctimas propiciatorias? Por ello es relevante estudiar, analizar y reflexionar el trabajo hecho Karl Marx, entre otras tantas cosas afirmaba que el modo de producción capitalista tiende a la depredación absoluta del trabajador. La condición humana está por encima de cualquier consideración económica o material de la índole que le quieran imponer.

El derecho a libre asociación ha sido una de las luchas más duras que ha dado la clase trabajadora en toda su historia, no por el sólo prurito de “grillar”, es una condición fundamental del trabajo, el derecho a ser respetado y valorado como ser humano y defender sus legítimos intereses. Estas no son reminiscencias nostálgicas de un pasado glorioso de la clase obrera, es un asunto del más elemental derecho. Todo trabajador tiene derecho a asociarse de la manera que más le convenga. En este punto ¿qué está proponiendo esta reforma? Reconocer únicamente al sindicato de la preferencia del patrón, pretender controlar a los trabajadores en todos los niveles y espacios. Se formula de la siguiente manera: la titularidad de los contratos colectivos sólo se dará por limitación del derecho al voto en los recuentos en el que sólo entrarán los “trabajadores sindicalizados” previamente reconocidos por los patrones. Maniobra perfecta, el patrón decide cómo quiere que se organicen los trabajadores.

Finalmente, se intenta impedir la expansión de los sindicatos democráticos de la rama que sea con la restricción para reclamar la titularidad de sus respectivos contratos colectivos. Este es un punto en extremo delicado y potencialmente dañino porque la siguiente razón: sin contratos colectivos, los trabajadores estarán en total indefensión, porque literalmente no habrá quien los defienda. Este punto es central en la legislación laboral vigente. Como se puede observar, “esta reforma” tiene tonos realmente perniciosos para la clase trabajadora.

Se quiere aprobar con el argumento de que “vamos a estar mejor”, pero ese estar mejor no se explicita de ninguna forma. No se trata de decir no a todo, lo que se está diciendo es que los trabajadores tienen tantos derechos como los patrones. El capital no tiene que subordinar al trabajo de tal forma que lo envilezca y lo degrade. El régimen de servidumbre pasó hace ya mucho tiempo, a menos que el neoliberalismo lo quiera refuncionalizar, con ello retroceder histórica, social, política y espiritualmente. Estos son algunos elementos a considerar y reflexionar sobre la reforma laboral que se quiere imponer a estas alturas de los tiempos. Está en nosotros poner límite a estos abusos, excesos y atropellos.

*Doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM. Profesor-investigador en la Facultad de Filosofía de la UAQ.


Fuente: Libertad de Palabra