sábado, 14 de mayo de 2011
Lilia Arellano
Tras la propuesta de Felipe Calderón de privatizar PEMEX, los organismos cúpula del sector privado aglutinados en el Consejo Coordinador Empresarial aprovechan la debilidad y permisibilidad de la actual administración federal y proponen, de una vez por todas, el desmantelamiento total de lo que queda del aparato productivo del Estado, a través de la bursatilización de las empresas públicas, con el sobado pretexto de hacerlas “mas eficientes”, por supuesto que para su provecho personal, y utilizando para ese efecto no sus propios capitales sino los ahorros que existen en el país, es decir los fondos de pensiones y de seguros de los trabajadores.Durante una reunión en el Club de Industriales con el inquilino temporal de Los Pinos, tan “ventajosa” propuesta fue hecha por el ex presidente del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios (CMHN), Claudio X. González, quien abierta y descaradamente quiere disponer de los cerca de 3.3 billones de pesos disponibles a través de las sociedades de inversión, Afores y compañías de seguros. El líder empresarial endulzó el oído del michoacano al señalarle que la bursatilización, léase privatización parcial o total, de las empresas públicas podría elevar el Producto Interno Bruto (PIB) del país de 2 a 3 por ciento de manera inmediata. Lo que no mencionó es que esto aumentaría aún más las fortunas personales de los magnates y potentados del país y del extranjero, a costa de la riqueza que se genera en México.
Al arrancar el “año de Carranza, porque el de Hidalgo no alcanza”, en la mira de los integrantes del selecto grupo está en primer lugar Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA), como lo precisó el presidente de la Asociación Mexicana de Intermediarios Bursátiles, José Méndez Fabre, quien dijo que este esquema privatizador puede extenderse a todas las empresas públicas, especialmente las jugosas como Pemex y la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Ese ejecutivo argumentó que no se comprarían las empresas al gobierno federal, lo que los llevaría a absorber sus pasivos, sino sólo una participación minoritaria, lo que permitiría que las empresas públicas salgan al mejor postor en la gran lavandería en que se ha convertido la Bolsa Mexicana de Valores, acción que además permitiría facilitar el lavado de grandes fortunas de origen poco claro o abiertamente ilegal.
Relamiéndose los bigotes tras el anuncio de Felipe Calderón en la capital financiera mundial, Nueva York, la élite económica del país que integra el Club de Industriales vorazmente pusieron de manifiesto su interés de comerse grandes rebanadas de ese pastel que el michoacano quiere poner a disposición del capital internacional, por lo que le exigieron que el mismo esquema se aplique para el resto de las empresas estatales, a fin de que les toque una buena tajada. Tras la reunión, Mario Sánchez Ruiz, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, relató que le plantearon a Calderón cómo hacer para que algunas instituciones de gobierno puedan involucrarse en un esquema de inversión vía la Bolsa Mexicana de Valores.
Para el voraz sector privado del país es un desperdicio no poner a trabajar en su provecho el ahorro de todos los trabajadores mexicanos que ha llegado a cifras récord de 3.3 billones de pesos en pensiones y fondos de ahorro. Por lo que, según la óptica de los empresarios como Méndez Fabre, deben de usarse para financiar empresas privadas pero también para empresas públicas privatizadas parcialmente, lo que según su opinión haría más eficientes a las paraestatales y por supuesto que más gordos sus ya abultados bolsillos.
No hay que olvidar los efectos que ha tenido para el país y la población mexicana el proceso de desmantelamiento del “Estado benefactor” iniciado en la administración de Miguel de la Madrid y seguido en los gobiernos de Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox y ahora con Felipe Calderón: la creación de multimillonarios, ligados todos al poder público federal, con Carlos Slim a la cabeza, hoy por hoy el hombre más acaudalado del mundo según la revista Forbes y quien inició del despegue de su fortuna de la mano precisamente del arquitecto del neoliberalismo mexicano: Salinas de Gortari. El otro lado de la moneda es que este proceso político, económico y social derivó en la creación de las más grande pobreza de la población en la historia del país.
Tampoco se debe dejar de mencionar las increíbles fortunas acumuladas en tan sólo un sexenio de los políticos encumbrados en los poderes federales Ejecutivo, Legislativo y Judicial, así como en los niveles estatal y municipal. Los ejemplos más claros son los propios presidentes de la República, sin que se salve uno sólo en las últimas décadas.