La explotación de hidrocarburos constituyen el principal ingreso del país
Por Gabriel Reyes Orona
Todo mundo sabe que el sano desarrollo de esa paraestatal afecta directamente la vida de todos los mexicanos y no podemos echarle cemento como se hizo en la Pasta de Conchos para olvidarnos de ella en caso de accidente
Es cierto lo afirmado por Felipe Calderón, PEMEX no es la caja chica del Gobierno. En efecto, es la caja grande. Dado que a partir del año 2000 el gobierno albiceleste regresó al criticable esquema de consolidación fiscal, los recursos procedentes de la explotación de hidrocarburos constituyen el principal ingreso del país.Así es, mientras que las 500 empresas más grandes de la nación sigan enviando al limbo la determinación de la utilidad fiscal, no habrá un contribuyente de mayor peso en las finanzas públicas.
Todo mundo sabe que el sano desarrollo de esa paraestatal afecta directamente la vida de todos los mexicanos y no podemos echarle cemento como se hizo en la Pasta de Conchos para olvidarnos de ella en caso de accidente.
No cabe duda que para aquellos que en forma retórica suelen criticar la opacidad sindical, resultará paradójico que sea el líder del Sindicato Petrolero quien denuncie la forma perversa y torpe con que se ha manejado a PEMEX en la última década. Más, porque es evidente que no lo hizo en un entorno justicialista, sino en la legítima preocupación de no repetir la tragedia de Pasta de Conchos.
Fue el descuido, la negligencia y la falta de inversión lo que ocasionó que esa mina operara con mecanismos de seguridad decimonónicos, pero, sobre todo, fue la venalidad de los inspectores de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social lo que condujo a la desgracia. Triste fue el destino de mineros que un entorno de alta explosividad, se ganaban el sustento en un lugar en el que se conservaban viejas estructuras de sostén que cederían ante el primer evento detonante.
Sería pues interesante rescatar las declarativas de seguridad que consten en las actas de inspección de las instalaciones, levantadas durante el primer quinquenio de este siglo. Ahí pasaron cosas que en un entorno diligente simplemente no pasan. Lo que no suena lógico, suena metálico.
Lo cierto es que ante el colapso, el gobierno de Fox Quesada tuvo que pedir prestado equipo y personal a empresas privadas -nacionales y extranjeras- porque su administración lo más que pudo aportar fueron palas manuales y mucha, mucha saliva.
Los conocedores del sector saben que los niveles de explosividad derivados del gas grisú hacía tiempo obligaban el cierre de la mina, o tal vez, lo impensable para Germán Larrea, más inversión en seguridad.
Es triste, pero ha resultado demoledor el acuerdo que Acción Nacional alcanzó con cementeras, telefónicas, bancos y otras poderosas patrocinadoras electorales, para desandar el camino recorrido hacia finales de los noventa para gradualmente enterrar al engendro. El pagano de la consolidación ha sido siempre el descentralizado, quien se encuentra como permanente rehén de las deficiencias recaudatorias.
No en vano el director de Finanzas es nombrado subrepticiamente por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, dependencia que tienen notables y notorios conflictos de misión y visión con la paraestatal, pero que conserva participación decisiva en su administración. Incluso las emisiones se colocan al ritmo que marca la Dirección de Deuda Pública, dejándole las peores épocas al organismo y las mejores tasas a los mercados del exterior, tan altas son, que hasta premio les dan por ser el mejor “deal” que un país subdesarrollado puede pasar atropellando a los legisladores.
Su director de administración, que hasta hace poco desempeñaba funciones como director corporativo de finanzas, se dice es ingeniero en alimentación. No extraña entonces que se escondan quebrantos patrimoniales debajo del tapete del informe consolidado de operaciones bancarias y financieras, que mezclan las buenas operaciones con las perdedoras. Se dirá por el ingenuo, seguido por el perverso, que no siempre se gana, pero lo que no se dice es que suelen ser amigos de la infancia aquellos representantes de bancos de inversión que le clavan importantes pérdidas a la paraestatal.
La energía no se destruye solo se transforma, el dinero no desaparece sólo cambia de manos. ¿Acaso será posible que la Aramburuzabala no haya dado seguimiento a las contrapartes que obtuvieron ganancias de las aberrantes operaciones financieras contratadas por el hoy directivo de PEMEX? Todo parece indicar que los volados disfrazados de derivados no han desaparecido fortunas, sólo las concentraron en operadores con buenos contactos.
No se necesita un doctorado para saber que el capital de PEMEX es negativo, que el perfil financiero es completamente irresponsable y que las operaciones que festeja Carlos Morales son espejismos contables.
Así como desparecieron del expediente de la acusación penal en su contra los elementos que lo incriminaban, en breve desaparecerá esa aureola de experto en hidrocarburos, cuando los contratistas poco a poco comiencen a detallar el esquema económico de los convenios que él quería imponer, especialmente el de la empresa Energy Maintenance Service Group.
En su mágica habilidad ya los desapareció, pero en una de esas aparecen entre fuegos y artificios.
Tampoco se requiere perder la raíz nacional en Chicago, pagando una beca con recursos públicos, para saber que los contratos de largo plazo sobre etileno restan capacidad de maniobra al organismo y aseguran una renta monopólica inaceptable e injustificable, aunque en las mañanas en el espejo veas la cara de Jordy Herrera. Pero, ¿por qué no competir con los vicios del pasado y superarlos? El contrato para el tráfico del coque y el ruinoso contrato para la adquisición de gas de la CFE, ya se ven “light”, ahora se levanta orgulloso este negociazo que sólo un hechicero del grupo elite del panismo podría firmar.
Romero Deschamps no pudo ser más certero y oportuno. La borrachera financiera está poniendo en riesgo la vida de miles de trabajadores y la viabilidad operativa del descentralizado. No es ético, ni legal, que los encargados de las finanzas de PEMEX sigan abultando adeudos de naturaleza laboral, particularmente en materia de pensiones, so pretexto de seguir enviando a la Tesorería de la Federación la suma que falte, no el impuesto que corresponda, sino la cantidad que acomplete el gasto corriente del Gobierno Federal.
FICOLAVI y FOLAPE son una sombra que contrasta con el torrente de recursos que -etiquetados en el concepto “anticipo de impuestos”- se manda a un aparato obeso e ineficiente.
Resulta inútil, y hasta temerario, pensar que debe reformarse el régimen fiscal de la paraestatal, no sólo porque la mayor parte de los legisladores que integran las comisiones de energía son -en buena medida- emisarios de ese pasado donde el organismo entró al negro túnel de la inversión negativa o descapitalización, sino porque la paraestatal no acata, ni aplica lo que la ley establece en materia fiscal para las actividades petroleras.
Los anticipos han ahogado y puesto al borde de la inoperatividad al ente público. El daño que le faltó hacer a Jesús Reyes Heroles a PEMEX como Secretario de Energía, se lo hizo como director general, sí, el único que se modernizó fue su alter ego Roberto Ortega. La propuesta de Suárez Coppel sólo establece un intensivo y abusivo mecanismo de depredación de las reservas petroleras.
Así es, van y vienen las más fantasiosas fórmulas para calcular como seguir jugando a extraer lodos, y no petróleo. Global Drilling ha trazado una meteórica trayectoria que demostró que los ingenieros petroleros sobraban y que lo que faltaba para alcanzar el éxito era un buen publirrelacionista.
Se dice que hasta los testigos sociales de Transparencia Mexicana sucumben ante el encanto y glamour que desborda esa empresa en los concursos. Mientras que PEMEX pierde en el petróleo, otros ganan en lodos. La necedad de insistir con los pozos maduros, sin esperar a que la tecnología lo haga lógico, está determinada por la declinación del perfil extractor y del natural efecto de no haber invertido en exploración durante el Foxato.
Sin miedo, ni temor, el líder sindical ha puesto el dedo en la llaga. Convertir a la paraestatal en una administradora de contratos es tan mala idea como matar a la gallina de los huevos de oro. Los números que nos recetaron el pasado 18 de marzo, carecen de una visión integral y completa de lo que ha venido sucediendo en materia de extracción, del colapso abrupto de Cantarell, y del grave deterioro en los equipos que emplea la paraestatal.
Baste referir el promedio de antigüedad de los autotanques y de la forma reiterada y perniciosa con la que se toma el dinero destinado a mantenimiento para pagar los bonos de la alta burocracia del organismo.
La pinturita milagrosa que le ponen a los ductos ya no aguanta la presión, ni la resistencia de los directivos del descentralizado para implantar mecanismos de seguridad efectivos. En lugar de comprar equipo militar sofisticado, debe dedicarse PEMEX a extraer y explorar, y dejar al gabinete de seguridad la adopción de medidas colegiadas.
En realidad a PEMEX no le cabe un dólar más de deuda. Suárez Coppel está acuñando el concepto “Reservas Deseables” y la crisis de la deuda petrolera va a ser imparable. La entrega absurda que se ha venido haciendo mediante simulaciones de contratos de mantenimiento a empresas extranjeras, no sólo hace comprensible el desorden que propicia el robo de combustibles, al paso que cada vez parece que sobran más empleados, cuando en realidad lo que sucede es que los puestos se están exportando mediante contratos incentivados. En tan sólo quince años dejamos el puesto de docente de Petrobras para ocupar un pupitre como educandos del otrora alumno.
No deben ser los trabajadores la variable para mantener comedores, helicópteros y bonos de la alta burocracia de la torre más cara de México. Tampoco debe rezagarse el mantenimiento y reforzamiento de la seguridad, ante la instruida formación de guardaditos, bajo el indebido alegato del devengado y del presupuesto comprometido, pero no ejercido.
La caja negra donde entran multimillonarias sumas, que se convierten en cheques a proveedores y en reservas del Banco de México, no sirve a los mexicanos. En PEMEX se necesita un directivo que no tenga el currículum plagado de desastres y de explicaciones inverosímiles. Uno que no viva en el etéreo mundo de los derivados y las fórmulas que hace años enterraron en el mundo mágico de los doctorados.
La advertencia está hecha y fue el líder petrolero el que hizo sonar la alarma, el petróleo mancha, pero mancha más la corrupción de un esquema preparado para desmantelar al organismo a partir de subsidiarias.
Hoy son múltiples cabezas que no se hablan, ni se escuchan, cada directivo con su tema, mientras el barco se hunde, desplegando banderas de un gran número de plataformas cuya construcción se paga con deudas mayores a sus ingresos. La ingenua ganancia de los pidiregas. Pérdidas públicas, ganancias extranjerizables.
Y Suárez Coppel tiene el valor o le Valero.