lunes, 27 de diciembre de 2010

Lo mejor y lo peor del 2010

Varios países celebraron este año el bicentenario de la independencia (México, Venezuela, Bolivia, Argentina), sin pena ni gloria. En México a diferencia de otros países reprodujo las prácticas faraónicas “gatopardistas” de hacer muchos cambios para no cambiar nada. El gobierno federal gastó 3 mil millones de pesos (¿donde están?), más lo que gastaron los gobiernos de los estados, todo quedó en “espectáculos y entretenimientos” de carácter romano, es decir “puro pan y circo”.
Todas las expectativas, de conmemoración, de mínimo reconocimiento de que el país no ha roto las cadenas de la dependencia externa e interna (colonialismo), se cayeron. No hubo autocrítica ni reflexión de que sigue la miseria, el analfabetismo y la desprotección de la salud y vivienda de decenas de millones de mexicanos. Medio salvaron por ahí, algunos programas televisivos “Discutamos México” y la publicación de algunos libritos a la conveniencia de los editores, sobre todo publicando a “sus cuates” en una visión light de la historia oficial.
La gran “cortina de humo” creada para legitimar la presencia del ejército y de la soldadesca en las calles de México, la “guerra contra la delincuencia”, se creó no para frenar a los delincuentes sino para detener y prevenir las inconformidades sociales y algún estallido surgido de las regiones cansadas de las elites de poder que mantienen control férreo sobre “los partidos políticos” y sus coaliciones.
En el 2010, el desempleo y la estrechez económica fue la característica principal hasta el "tortillazo" de diciembre. Siguió la política anti sindical del régimen de derecha contra los sindicatos (SME, Mineros, Mexicana de Aviación), en cambio a los sindicatos blancos y subordinados a la negociación (SNTE) fueron premiados hasta con gubernaturas, el caso de Puebla y una gubernatura para Elba Esther, aparte de los gobernadores sometidos que tiene a su merced.
El entorno internacional no fue del todo mejor. La llegada de Obama al gobierno de primera potencia mundial se ha visto empantanada por la derecha. Los riesgos de nuevas guerras (entre las Coreas, la provocación Israelí a Turkía) y el atropello de derechos humanos sigue como “pan caliente”. La gran sacudida mundial sin lugar a dudas fue Wikileaks, portal de noticias creado para dar a conocer las actividades encubiertas de espionaje e injerencia de Estados Unidos y sus aliados –Israel e Inglaterra- sobre el resto de países.
Wikileaks puso a temblar el sistema internacional, la diplomacia y las relaciones internacionales ya que dio a conocer 250 mil documentos que las embajadas de Estados Unidos (EUA) envían a Washington precisamente para mantener el control a través de una guerra sucia y de actividades clandestinas en el interior de la mayoría de países. Mostró cuáles son los gobernantes vasallos y cuáles son las “repúblicas bananeras” dispuesta a abdicar de su posición soberana.
En Argentina se dio un caso de justicia internacional, la violación sistemática de derechos humanos rebasa el nivel país para ser un tema global. Los Tribunales de justicia emitieron una sentencia que condena a cadena perpetua e inhabilitación absoluta perpetua al ex dictador argentino Jorge Rafael Videla y el general Luciano Benjamín Menéndez, quien comandó en el interior del país una vasta zona donde desaparecieron a miles de personas, junto a otros responsables de crímenes de lesa humanidad cometidos desde 1976.
La presencia de la sociedad ante estos acontecimientos es fragmentaria y adosada a los medios de comunicación global. Sin embargo las conductas más características de la población fueron el ausentismo, la falta de credibilidad, el desencanto y la frustración por no haber salidas para resolver los grandes problemas.

De todo ello, es rescatable una frase del lingüista universal Noam Chomsky ante la aparición de Wikileaks: “Tal vez la revelación más dramática es el amargo odio a la democracia que es revelado por el gobierno de Estados Unidos –Hillary Clinton y otros– y también por el servicio diplomático. Debemos entender que una de las razones principales de los secretos gubernamentales es para proteger al gobierno de su propia población”