La noche del sábado 10 de octubre de 2009, Felipe Calderón firmó un decreto presidencial por el cual desaparecía (literalmente) de golpe y porrazo a la Compañía del Luz y Fuerza del Centro, dejando en la calle sin empleo a 45 mil empleados y desprotegidas igual número de familias, con el argumento que la empresa ya no era viable financieramente para la economía del gobierno federal, ya que operaba con números rojos como consecuencia de los excesos y abusos de sindicato de trabajadores. El gobierno de Calderón dio a conocer a la opinión pública los excesos y lujos de los dirigentes sindicalistas, y se apoyó en el descontento del usuario de las cotidianas arbitrariedades de los trabajadores de dicha empresa, para establecer un clima adverso, sin embargo, nunca se preciso que la empresa no era manejada por los sindicalistas, sino por un administrador nombrado por el propio presidente. Este y sólo este funcionario era el responsable de la desastrosa administración al conceder sin reparo los desmedidos beneficios a los trabajadores, que si bien abusaban en sus prestaciones, al final los encargados de poner freno a la situación eran otros, los directivos.
Sin embargo, tiempo después lo que se observó fue que el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) era un estorbo para los planes de licitación de los hilos de fibra óptica obscura, que se lograron vender sin problemas desde la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Más tarde, algunos de los trabajadores fueron liquidados fuera de la ley (porque lo mismo es pervertir la ley liquidando con cifras menores a lo establecido que con cifras mayores) y otros más (los menos) continúan en resistencia. Los usuarios del servicio en la zona centro del país, un día amanecieron con una relación mercantil con la CFE que jamás pactaron, pero que sin embargo, el decreto de extinción de Calderón los obligaba a aceptar este contrato. De buenas a primeras, la CFE incrementó las tarifas del servicio eléctrico y mandó las facturas con datos erróneos y cobros exageradamente excesivos. A la fecha, la también llamada empresa de clase mundial no representa ningún tipo de mejoría en la calidad de servicio y se ha convertido en la empresa con mayor número de reclamos ante las instancias correspondientes. En resumen, Calderón no tuvo la mira suficiente para resolver políticamente un problema de administración gubernamental, y desato un problema doble, por un lado debilitó la fuerza de los contratos colectivos de trabajo, ya que esta decisión abrió la puerta para que más empresas se deshagan de la misma forma de sus contratos colectivos de sus trabajadores; y por otro lado, envió a la economía informal a miles de trabajadores y a sus familias, sin que esto represente un factor de desarrollo para México.
Extracto: El presidente que no sabe gobernar o la magia del cisne negro en una tarde fría de invierno…
Sin embargo, tiempo después lo que se observó fue que el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) era un estorbo para los planes de licitación de los hilos de fibra óptica obscura, que se lograron vender sin problemas desde la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Más tarde, algunos de los trabajadores fueron liquidados fuera de la ley (porque lo mismo es pervertir la ley liquidando con cifras menores a lo establecido que con cifras mayores) y otros más (los menos) continúan en resistencia. Los usuarios del servicio en la zona centro del país, un día amanecieron con una relación mercantil con la CFE que jamás pactaron, pero que sin embargo, el decreto de extinción de Calderón los obligaba a aceptar este contrato. De buenas a primeras, la CFE incrementó las tarifas del servicio eléctrico y mandó las facturas con datos erróneos y cobros exageradamente excesivos. A la fecha, la también llamada empresa de clase mundial no representa ningún tipo de mejoría en la calidad de servicio y se ha convertido en la empresa con mayor número de reclamos ante las instancias correspondientes. En resumen, Calderón no tuvo la mira suficiente para resolver políticamente un problema de administración gubernamental, y desato un problema doble, por un lado debilitó la fuerza de los contratos colectivos de trabajo, ya que esta decisión abrió la puerta para que más empresas se deshagan de la misma forma de sus contratos colectivos de sus trabajadores; y por otro lado, envió a la economía informal a miles de trabajadores y a sus familias, sin que esto represente un factor de desarrollo para México.