La “toma de nota” otorgada a 13 dirigentes del Sindicato Mexicano de Electricistas constituye un sonoro revés al gobierno del presidente Felipe Calderón y al secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, quien durante meses alardeó de que ese órgano estaba liquidado.
Sin previo aviso, el régimen panista asestó el 11 de octubre del año pasado el presunto “golpe de timón” al decretar la extinción de Luz y Fuerza del Centro y la inmediata liquidación a los trabajadores.
El anuncio espectacular, al estilo calderonista, dio lugar a los principales encabezados de la prensa escrita y a noticias y comentarios sensacionalistas de medios electrónicos.
Casi todos dieron por muerto al Sindicato Mexicano de Electricistas y a su líder, Martín Esparza, sin considerar que ese órgano es el más sólido y “peleonero” del agonizante movimiento obrero.
Después, con el inicio de las liquidaciones a trabajadores que se separaron del sindicato, algunos conductores de radio y televisión convertían en festejos diarios sus “informaciones”, con el obvio propósito de agradar al gobierno.
De los 44 mil 514 afiliados fueron liquidados 28 mil 181 al término de la segunda ronda de pagos. Pero los 16 mil 333 leales a Esparza ofrecieron una fiera batalla a Lozano Alarcón, al grado de apedrearlo y hacerle escándalos en su domicilio particular.
Los electricistas disidentes rechazaron todo trato con la Comisión Federal de Electricidad, establecieron una huelga de hambre en Paseo de la Reforma y sucedió lo peor: decenas de estallidos e incendios en el Centro Histórico capitalino, así como prolongados apagones en el Distrito Federal y el Estado de México.
En ningún momento se comprobó la realización de sabotajes por trabajadores del SME, pero es significativo que, en cuanto el gobierno aceptó la reposición del proceso electoral del año pasado —calificado de irregular por la Secretaría del Trabajo— los incendios en las instalaciones eléctricas terminaron. ¿Se acabaron por arte de magia?
El gobierno se dobló y el titular del Trabajo hubo de aceptar nuevas elecciones con la participación de los jubilados. Esparza encabezó la única planilla y ganó con 26 mil 364 votos (97.3%) de los participantes.
Esto fulminó las declaraciones prepotentes de Lozano y bajaron el tono quienes a través de los micrófonos hicieron chacota de los electricistas. Lozano optó por alargar sus mentiras sobre la supuesta generación de empleos.
A la secretaria de Energía, Georgina Kessel, perdida en un gabinete presidencial de por sí enano, le ordenaron decir que, a un año de la extinción de Luz y Fuerza del Centro, fue logrado el ahorro de 12 mil millones de pesos. No explicó cómo fue lograda esa suma. Otra mentira.
Presumió la misma mujer que “se han normalizado 564 mil servicios por la CFE”, pero no dijo que esta dependencia ha triplicado los cobros de luz y el servicio de energía es cada día más deficiente.
La cacareada extinción de Luz y Fuerza es un fiasco monumental, así se diga que el sindicato de Esparza carece de empresa patronal. Pero podrá tener alguna o varias.
Eso sucedió por empuñar el garrote a lo tonto, sin considerar que los electricistas tienen en sus manos el manejo de las instalaciones. Si en vez del golpeteo absurdo a través de los medios se hubiese negociado con Esparza y compañía, la extinción pudo tener otro final.
Sin embargo, un régimen autoritario es incapaz de dialogar.