jueves, 14 de abril de 2016

Deuda pública al límite / Aumenta 20% su costo / Finanzas debilitadas

Carlos Fernández-Vega / México SA
En el México peñanietista nada ha crecido tanto y tan rápido como la deuda pública, pues en lo que va del actual gobierno su saldo se incrementó en alrededor de 50 por ciento, de tal suerte que el saldo histórico de los requerimientos financieros del sector público (SHRFSP, el concepto más amplio de tal débito del país) hasta sumar, en febrero pasado, 8.9 billones de pesos, con un costo cada día mayor.

El Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC) explica que el anuncio de recorte al gasto de gobierno en 2016 y 2017 por más de 300 mil millones de pesos (superior a 1.5 por ciento del PIB) “deja en claro que el sector público no será factor de crecimiento económico, particularmente porque la mayor parte del ajuste se realizará en inversión. La opción de mayor endeudamiento también se ha terminado, la baja en la calificación de Moody’s a Petróleos Mexicanos y el propio sector público refuerzan las declaraciones del gobernador del Banco de México, en el sentido de que las finanzas públicas no pueden sostener el incremento de la deuda observada en los últimos tres años. El elevado costo financiero de la deuda ya es un factor que reduce el margen de maniobra de las finanzas públicas”.
En efecto, a lo largo de 2016 el costo financiero será de 462 mil millones de pesos y para 2017 representará 551 mil millones, una diferencia cercana a 20 por ciento. En suma, detalla el IDIC, un monto superior a 5 puntos del producto interno bruto. Evidentemente que la razón de lo anterior radica en el incremento de la deuda y del Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público: en 2012 tal saldo representó el 37.7 por ciento como proporción del PIB. Para 2016 el estimado es de 48.6 por ciento y de 48.3 en 2017. El gobierno tiene planificada una reducción en el monto de dicho saldo (como proporción del PIB); sin embargo hasta el año 2021 el mismo seguirá siendo 9 puntos superior al del 2012. Todo ello reduce la posibilidad de que el gobierno siga elevando su gasto e inversión.
La deuda, pues, se come a las finanzas públicas. De acuerdo con el IDIC, a corto plazo el sector externo tampoco impulsará la actividad productiva de México, al menos durante el primer semestre del año. Las exportaciones retrocedieron 4.8 por ciento en el primer bimestre de 2016. Esto es atribuible al retroceso de las ventas petroleras (-47.4 por ciento) y manufactureras (-1.4). Además, el déficit comercial sigue al alza, a pesar de la depreciación del tipo de cambio, lo cual señala que el menor dinamismo de las exportaciones se encuentra relacionado con la desaceleración industrial de Estados Unidos, Canadá, China y la Unión Europea, los principales socios comerciales de México.
Bajo dicho contexto, apunta el citado instituto, la reactivación de la economía mexicana dependerá de la inversión privada productiva de las empresas establecidas en el país. Para fortalecerla se debe propiciar un entorno favorable a la inversión privada productiva. El consumo privado no será suficiente para mantener un ritmo de crecimiento económico superior a 2 por ciento si la desaceleración económica se mantiene en la actividad industrial y en los componentes más relevantes del sector servicios. Se deben establecer medidas de política económica contingentes, alineadas para fortalecer la confianza de los empresarios, de aquellos que pueden incrementar la inversión productiva y con ello contribuir a la reactivación económica de México.
El 81 por ciento del valor agregado generado en México se obtiene gracias a la actividad productiva del sector privado. Sin las inversiones y confianza de los empresarios la economía no crece en la magnitud que el país requiere para alcanzar mayores niveles de bienestar social, productividad y competitividad. El punto de partida de la actividad empresarial es que se confía en que el entorno macroeconómico, social, político, fiscal y de seguridad pública será propicio para el riesgo que asumen al invertir.
Si la confianza empresarial disminuye se pierde uno de los elementos básicos para impulsar el crecimiento económico de México; por eso es delicado que los indicadores relativos a este tema que reporta el Inegi hayan retrocedido durante el primer trimestre del año, advierte el instituto. De hecho, desde hace tres años la tendencia es poco favorable. Lo anterior ha configurado que el Índice de Confianza Empresarial (ICE) exhiba una tendencia a la baja en los tres sectores productivos (construcción, manufactura y comercio) y que todos se encuentren por debajo de los 50 puntos, el umbral que en esencia divide al crecimiento de la desaceleración.
De acuerdo con el Inegi, durante marzo pasado el ICE de la construcción se ubicó en 46.6, una caída de 2.8 puntos frente mismo mes de 2015. Este es el resultado más bajo desde junio de 2011, cuando se inició la medición en este sector. La situación económica futura del país fue la que más disminuyó, mientras la situación económica presente de la empresa fue el segundo elemento que más cayó. El indicador correspondiente al momento adecuado para invertir sigue retrocediendo y con ello permanece como cifra con menor valor de la confianza empresarial el sector. Lo anterior permite inferir que no existe una expectativa favorable para la reactivación vigorosa de la inversión que la construcción requiere.
Ante la desaceleración de la economía mexicana, puntualiza el IDIC, el impulso a la inversión puede representar un elemento estratégico que permita frenar la pérdida de capacidades productivas y revertir el escenario de baja perspectiva de crecimiento para el país. Los ajustes planteados hasta el momento en el sector público han afectado directamente la inversión, mientras las expectativas empresariales señalan que un entorno que también puede mermar este componente, las decisiones de largo plazo, quedan rebasadas por atender una coyuntura de menor crecimiento e incertidumbre. Lo anterior tiene además consecuencia en la productividad y competitividad del país, la menor inversión implica un menor crecimiento del potencial del aparato productivo, dificultando a las empresas competir de manera exitosa en los mercados nacionales y del extranjero.

Las rebanadas del pastel
Al paso que va, Mauricio Macri habrá tardado más en llegar a la Casa Rosada que en ser expulsado de ella.