martes, 26 de enero de 2016

Fonatur, vieja práctica / Tajamar, una de tantas / Impunidad garantizada

Carlos Fernández-Vega / México SA
Con más entusiasmo que posibilidades de ser escuchado, ayer, en las inmediaciones de Los Pinos un grupo de artistas (colectivo Arte Conciente) realizó un pequeño mural en protesta por la destrucción del manglar de Tajamar, en Quintana Roo, al tiempo que reclamó a Enrique Peña Nieto que unos días atrás, mientras usted reiteraba en lejanas tierras el compromiso del gobierno de México para proteger el medio ambiente, en el territorio nacional dos instituciones del gobierno federal, de manera específica, Semarnat y Fonatur, aparecieron involucradas en uno de los crímenes ecológicos más emblemáticos y significativos de la historia contemporánea de nuestro país: la destrucción del manglar de Tajamar (La Jornada, Alonso Urrutia).

Tal colectivo exigió al ocupante de la residencia oficial que actúe de inmediato para sancionar a los responsables de aprobar esta destrucción e iniciar el proceso legal para castigar, con apego a derecho, a quienes resulten responsables de haber autorizado, ordenado y ejecutado la destrucción de la casi totalidad del manglar de Tajamar, así como haber mentido a la sociedad mexicana de la difusión de información falsa, desde instancias gubernamentales, sobre dicho crimen ecológico.
Obviamente el inquilino de Los Pinos no procederá en tal sentido, y no sólo por la voluminosa cantidad de negocios privados que con recursos públicos se han hecho desde la creación, más de cuatro décadas atrás, del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), sino por los personajes empresariales y gubernamentales involucrados, todos ellos amigos y socios en todo tipo de enjuagues. La impunidad como política pública.
Lo más reciente (cuando menos lo que se conoce) es la destrucción del manglar de Tajamar, en Cancún, Quintana Roo, pero es larguísimo el historial de jugosos negocios y depredación a costillas del medio ambiente en aquel rincón de la República. Hasta donde da la memoria, por la dirección general de Fonatur han pasado joyas como Pedro Joaquín Coldwell (ahora secretario de Energía), Mario Ramón Beteta y Emilio Gamboa Patrón (el último es actual coordinador tricolor en el Senado de la República; esta tercia con Salinas de Gortari), Alfredo del Mazo y Jacques Rogozinski (actual titular de Nafinsa; ambos dirigieron Fonatur con Zedillo), John McCarthy (con Fox), Miguel Gómez Mont (con Calderón; este personaje es hermano del abogángster Fernando de los mismos apellidos, secretario de Gobernación con el tal Jelipe) y actualmente Héctor Gómez Barraza.
A lo largo de los años, algunos de esos personajes –especialmente a partir de que dejaron la dirección general de Fonatur– han estado ligados –junto con grupos empresariales– a denuncias ciudadanas de todo tipo en los desarrollos turísticos promovidos y administrados por el propio Fondo (Cancún, Loreto, Ixtapa, Los Cabos, Marina Cozumel, Huatulco y otros), y con el correr de los años los reclamos se han archivado y concretado los jugosos negocios, mientras las supuestas autoridades políticas (federales y locales), judiciales y ecológicas voltean para otro lado, tal ve$ para go$ar de la vi$ta al mar.
En el caso de Tajamar dichas autoridades justifican con el clásico yo no fui, y regresan la pelota al año 2005, cuando el ahora mariguanero Vicente Fox dormía en Los Pinos (la que despachaba los asuntos de Estado era Martita). Además de Fonatur, han sido señaladas instituciones como la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), las cuales –antes y ahora– han fingido demencia en no pocos casos de destrucción ecológica, con los rapaces corporativos mineros en primer lugar. Y en el juego de la papa caliente nadie se hace responsable de la destrucción, incluidos los grupos empresariales favorecidos, a quienes agarraron con los trascabos en la mano.
A ese año remiten todas las fallas, los permisos chuecos, los irresponsables funcionarios que firmaron permisos irregulares y etcétera, etcétera, pero en los hechos los negocios turbios y la depredación ecológica en la zonas referidas son el cuento de nunca acabar.
Y, como todo fue en 2005, hay que recordar que en ese entonces el director general de Fonatur era John McCarthy, un empresario que fue director general de la División de Turismo del Grupo Financiero Bancomer, quien para hacer negocios con los bienes nacionales manejaba una filosofía muy simple: no importa de dónde venga el dinero, sea de John Smith o de Juan Pérez... el enfoque será netamente empresarial, sin ponerle nacionalidad a los capitales. Y actuaba en consecuencia.
En diciembre de 2004 y principios de 2005 se denunció (La Jornada, Mireya Cuéllar) que Fonatur, con McCarthy en la dirección general, regaló a un grupo empresarial terrenos de la nación en Cancún, y no se trató de un rinconcito. La información referida precisaba que “el Fondo Nacional de Fomento al Turismo vendió en 71 pesos el metro cuadrado un terreno de 377.8 hectáreas, propiedad de la nación, de forma rectangular con frente de playa, ubicado en la tercera etapa de la zona hotelera de este centro turístico, cuando su valor catastral es de mil 750 pesos el metro cuadrado y el precio comercial está por arriba de 8 mil.
“El terreno enajenado por Fonatur, que tiene valor catastral de 6 mil 612 millones de pesos, fue vendido en 268 millones 375 mil. Según la tabla de valores catastrales publicada en el Periódico Oficial del gobierno del estado de Quintana Roo, el 16 de diciembre de 2003, el ‘valor base’ del metro cuadrado en la Zona 3, correspondiente a predios urbanos de la zona hotelera de Cancún, municipio de Benito Juárez, es de mil 750 pesos. Las 377 hectáreas vendidas están sobre el bulevar Kukulkán, internacionalmente conocido porque desemboca en el aeropuerto y sobre él se ubican las grandes cadenas hoteleras, el Centro de Convenciones, la casa que la Presidencia de la República tiene aquí y las más exclusivas plazas comerciales”.
Un regalo, pues, que consideraba sin valor la zona de manglar, según avalúo de Nacional Financiera. ¿Y quién se sacó la lotería? El grupo empresarial Golf & Resorts, que desarrolla ahí el complejo Riviera Cancún, cuya primera piedra fue colocada por el presidente Vicente Fox, el pasado 28 de octubre de 2004.
Qué suertudos, pero entre los dueños de Golf & Resorts aparecía Jeffrey Fastlicht Kurian, quien resultó ser el suegro de Emilio Azcárraga Jean, el de Televisa. Por mucho que finjan demencia, ¿queda claro cómo, por qué y para quién se hacen negocios y se firman permisos irregulares, sin que autoridad alguna se dé cuenta?
Las rebanadas del pastel
Y para la digestión, el dólar a 18.925 pesitos.