
MÉXICO, D.F. (apro).- ¿Quién es Manlio Fabio Beltrones, el nuevo
presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI) impuesto con
todo el ritual rancio del autoritarismo y cuyo arranque de facto de su
campaña presidencial fascina a los grupos de poder y motiva el vasallaje
de periodistas y medios de comunicación?
Es un político tradicional que, alternando su presencia en las dos
cámaras del Congreso, ha sido indispensable para Felipe Calderón –sin
cuya intervención no habría tomado posesión en 2006– y Enrique Peña
Nieto para aprobar reformas que, en uno y otro sexenio, sólo han
generado crecimiento cero.
Beltrones es, además del principal arquitecto del andamiaje jurídico
en México, el personaje clave también en la integración de las
instituciones de los tres poderes del Estado e “independientes”, como el
INE, la CNDH y el INAI, en cada una de las cuales ha sembrado a sus
personeros y creado así una extensa red de complicidades.
Es el artífice de la reforma para que el presidente de la República
pueda crear un gobierno de coalición con dos o más partidos políticos,
cuyo estreno se proyecta para el 2018 –con él a la cabeza– y cuyo ensayo
fue “de facto”, según expresión de él mismo, el Pacto por México entre
priistas, panistas y perredistas.
Astuto y cautivador, Beltrones ha seducido a la oposición de derecha e
izquierda y, en los hechos, la ha disuelto: Al PRD le dio la
gubernatura de Michoacán, al PAN, en específico a Ricardo Anaya, lo dotó
de 30 millones de pesos vinculados a su campaña por la presidencia de
su partido.
Beltrones es, en ese sentido, un capo. Así se le llama en Sudamérica a
la “persona con poder y prestigio o muy entendida en una determinada
materia”, como refiere la Real Academia Española (RAE).
Pero es Beltrones, también, el temible operador de las “cañerías” del
sistema desde que lo adoptó como su secretario particular Fernando
Gutiérrez Barrios, en sustitución de José Antonio Zorrilla Pérez,
condenado por el asesinato del periodista Manuel Buendía, en la
Dirección Federal de Seguridad (DFS), la siniestra policía política del
priato.
Es Beltrones –quién lo duda– personaje leal a Carlos Salinas de
Gortari y a su hermano Raúl, quien horas después del asesinato de Luis
Donaldo Colosio ya lo promovía como el candidato sustituto, que no lo
fue no porque no quisieran los tres, sino porque estaba impedido por la
Constitución.
Es justamente la intervención de Beltrones en el caso Colosio uno de
los episodios más turbios en su biografía, no sólo por haber sacado,
ilegalmente, a Mario Aburto de las instalaciones de la PGR en Tijuana
para torturarlo y aun generando la sospecha de que el asesino fue
sustituido, sino por toda su red de relaciones en Baja California, que
incluía a su hermano Alcide como director del aeropuerto, quien era jefe
de Othón Cortés –absuelto como el segundo tirador–, y a Jorge Hank
Rhon…
Turbio es, también, el involucramiento de Beltrones en el
narcotráfico desde que fue gobernador de Sonora, entre 1991 y 1997, de
acuerdo con información de la DEA, base del reportaje de Craig Pyes y
San Dillon publicado en The New York Times. Aunque la PGR de Calderón lo
defendió, la sospecha prevalece.
Enfurecen a Beltrones las referencias a estos episodios turbios de su
biografía, las atribuye a “la canalla”, que ni siquiera es capaz de
definir, y lo único que exhibe es su vena intolerante.
“La canalla existe en muchos lugares y hay a quienes les gusta
ejercerla. Vean, a veces hasta amparados en el anonimato de las redes,
tan importantes hoy en día para la comunicación, aparece la canalla a la
que hay que combatir”, le dijo al reportero José Gil Olmos. ¿Cómo va
combatir esa “canalla”? No lo sabemos, pero no augura nada bueno.
Hasta ahora, Beltrones ha sido funcional para los grupos de poder en
México y de Estados Unidos, sobre todo por las reformas que han estado
en la agenda trasnacional –como la privatización energética–, pero nadie
puede descartar que en su travesía hacia la Presidencia de la República
surjan, desde aquel país y desde sus malquerientes priistas,
filtraciones para descarrilarlo.
Por lo pronto, por cobardía o interés, a Beltrones le sobran los
zalameros en los medios. El dedazo, el tapadismo, la imposición, el
saqueo es tan normal como ver llover…
Fuente: Proceso
Fuente: Proceso