viernes, 10 de julio de 2015

Nueve de cada 10 mexicanos creen que la crisis ya afecta su vida personal: experto

Tres de cada 4 buscan obtener un ingreso adicional a través de una actividad informal 
Roberto González Amador / Enviado Periódico La Jornada / Viernes 10 de julio de 2015, p. 29
San Lorenzo de El Escorial, Madrid.- Latinoamérica comparte una historia de crisis económicas durante las últimas décadas. En este momento, la gran mayoría de habitantes de la región percibe que las cosas van mal y comenzó a adoptar medidas para hacerles frente. Prácticamente nueve de cada diez mexicanos, por ejemplo, creen que la crisis ya llegó a su vida personal y tres de cada cuatro emprendieron acciones en el último año para obtener un ingreso adicional al que perciben por su trabajo, básicamente a través de una actividad informal.
Los mexicanos son los más pesimistas respecto del momento económico por el que pasa la región, destacó Renato Meirelles, presidente de Data Popular, empresa que realiza investigaciones en Latinoamérica. Más de dos terceras partes de los mexicanos, 69 por ciento, creen que la situación económica en los países de la zona es de mala a pésima, porcentaje que supera el promedio de 58 por ciento regional; en Argentina y Brasil las cifras son de 60 y 55 por ciento de la población, expuso durante el 14 Encuentro Santander América Latina, que concluyó este jueves.

Se dispara el pesimismo

Cuando se trata de la percepción sobre el país, los niveles de pesimismo se disparan. Nueve de cada diez mexicanos creen que su país está en crisis, el segundo nivel más alto de la región, después de Brasil, donde la opinión en ese sentido sube a 9.7 de cada diez, dijo Meirelles, al presentar en el foro la investigación Cómo enfrenta la crisis América Latina, elaborada por la firma que dirige.

Algo que une a América Latina, a pesar de las grandes diferencias entre países, es que comparte una historia común de crisis económicas, consideró Meirelles, al hablar en el encuentro, que tuvo a la inclusión financiera como eje temático. Los latinoamericanos están adoptando hábitos y comportamientos que buscan enfrentar la situación económica adversa, apuntó.

Después de varios años de bonanza económica, que hizo crecer el ingreso y la capacidad de consumo de millones de habitantes de la región, ahora 58 por ciento de los latinoamericanos consideran que la región pasa, en términos económicos, por un momento que va de malo a pésimo. México presenta la proporción más alta de la región, con 69 por ciento; baja a 60 por ciento en Argentina y a 55 por ciento en Brasil.

Con ese marco, la percepción empeora al referirse al entorno propio. Meirelles aseguró que 85 por ciento (8.5 de cada diez personas) de latinoamericanos creen que la crisis económica ya llegó a su vida personal. El pesimismo es mayor en Brasil, donde tienen esa percepción 97 por ciento de los habitantes y en México la comparten 90 por ciento (nueve de cada diez).

Los latinoamericanos están buscando formas de minimizar los impactos del momento económico que enfrentan, tanto con la búsqueda de una forma de aumentar sus ingresos como de disminuir sus gastos y buscar mejores precios al momento de hacer la despensa.

Nuevamente los datos: 72 por ciento de los latinoamericanos tomaron en el último año alguna medida para tratar de incrementar su ingreso, básicamente a partir de alguna actividad informal como vender alguna mercancía en la oficina. El porcentaje de los mexicanos que han seguido esta práctica es el mayor de la región: 75 por ciento (tres de cada cuatro) de quienes trabajan tratan de complementar con alguna actividad extra la nómina, universo que disminuye a 72 por ciento en Argentina y 71 por ciento en Brasil.

A la vez que buscan incrementar sus ingresos, ocho de cada diez latinoamericanos introdujeron cambios en su comportamiento para generar ahorros en el gasto personal y familiar. La proporción a 8.8 de cada diez entre los brasileños y a 8.2 de cada diez entre mexicanos y chilenos, expuso. Las formas de generar ahorros es reducir las compras en el supermercado o gastar menos en ocio y esparcimiento, algo esto último que no necesariamente es positivo, dado que genera sentimientos de irritación o frustración en las personas que deben dejar hábitos como ir al cine o a un restaurante el domingo.

Fuente: La Jornada - Economía