martes, 7 de abril de 2015

Ante todo, modestia / Se hunde el barco / Abonos grandotes

Carlos Fernández-Vega / México SA
La modestia del ministro del (d)año y su equipo es digna de encomio, porque según su versión los mexicanos deben agradecerles los recortes presupuestales, la cancelación de plazas laborales, el desplome de los precios petroleros, el raquítico comportamiento económico y otras gracias, pues –aseguran– todo lo han hecho de manera preventiva y por el bien de la nación, es decir, para que se hunda el país de forma organizada.

En Hacienda dicen que el recorte presupuestal de enero se aplicó con la finalidad de evitar que el correspondiente a 2016 (ya anunciado, por 135 mil millones de pesos) fuera más duro, es decir, el tijeretazo se practicó en dos entregas para que todo el mundo estuviera contento.
Resulta maravilloso el elenco participante en la operetasalvar a México, desde el inquilino de Los Pinos hasta el último de los mohicanos del gabinetazo. De cualquier suerte, uno de los papeles estelares, a cargo del ministro del (d)año –quien cumple su primer bienio como tal– resulta espectacular, pues tarda más en prometer un futuro promisorio que la realidad en llevarle la contraria. Y allí están los resultados preventivos, con una economía que permanece adherida al suelo pero, eso sí, con acciones preventivas.
En este contexto, la analista financiera María Eugenia Hernández documenta a México SA que concluido el primer trimestre de 2015, la economía se mantiene por debajo del nivel proyectado por el gobierno federal. De hecho, subraya, el crecimiento del endeudamiento público y del déficit fiscal, más la fuerte volatilidad del peso frente al dólar opacan el optimismo oficial.
Al cierre de enero pasado el gobierno federal anunció un recorte al gasto de 124 mil 300 millones de pesos (0.7 por ciento del PIB) luego del desplome de los precios internacionales del petróleo. Sin embargo, dicho ajuste aún no se resiente y, según manifiestan los mercados, sólo se percibirá a partir de junio, luego de concluir el proceso electoral. Además, el fuerte aumento del déficit fiscal y el reporte del nivel de endeudamiento público con la banca comercial –que al finalizar febrero sumó más de 240 mil millones de pesos (el doble del recorte) ensombreció el impacto económico del ajuste presupuestal.
En el marco macroeconómico del primer trimestre también prevaleció la volatilidad en el mercado cambiario, ocasionada, según el gobierno, por la apreciación del dólar ante todas las monedas del mundo. Así, la depreciación trimestral anualizada fue de 12.38 por ciento, apunta Hernández.
La depreciación del peso frente al dólar favorece las exportaciones mexicanas al hacerlas más competitivas, no así las importaciones (especialmente de alimentos). Sin embargo, las ventas nacionales al exterior registraron un menor dinamismo al inicio de año y cayeron casi 4 por ciento con cifras desestacionalizadas, debido a un descenso de 3 por ciento de las exportaciones no petroleras y 17 por ciento de las petroleras, de acuerdo con el Inegi.
El informe Agregados monetarios y actividad financiera, que a fin de marzo preparó el Banco de México, señala que este año el crédito que otorga la banca comercial al gobierno federal crece mucho más rápido que el concedido al sector privado. En comparación con el primer bimestre de 2014, el financiamiento bancario al gobierno federal se incrementó 47 por ciento, mientras el crédito a las empresas apenas aumentó 5.3 por ciento. La deuda interna neta del sector público federal se ubicó en 4.87 billones de pesos a febrero, un incremento de 63 mil 700 millones con respecto al saldo registrado en diciembre de 2014.
Estadísticas de la Secretaría de Hacienda revelan que el saldo histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público (que incluye la suma de las deudas interna y externa, más rescates bancario y carretero y otras) llegó a 7 billones 447 mil millones de pesos al cierre de febrero, lo que significa que desde el comienzo del actual gobierno la deuda pública creció un billón 557 mil millones de pesos, o 27 por ciento.
La diferencia entre lo que recauda y gasta el gobierno, cifra conocida como déficit fiscal, en febrero se triplicó y sumó más de 59 mil millones de pesos, que significó un incremento anual superior a 40 por ciento.
Según Hacienda, en el primer bimestre de 2015 el gasto ejercido por el gobierno federal aumentó 15.7 por ciento. Destacó el aumento de 117 por ciento a tasa anual, que registró el gasto de la Presidencia de la República, así como el repunte en 122 por ciento que tuvo el Instituto Nacional Electoral, las secretarías de Comunicaciones y Transporte y la de Desarrollo Social, que aumentaron su gasto en 23 y 68 por ciento, respectivamente.
Con tales informes se puede señalar que la utilización del gasto público como motor de crecimiento no ha funcionado, porque el uso que se ha dado a los recursos ha sido para financiar el gasto corriente (sueldos y gastos ineludibles del gobierno) y no inversiones que generen rendimientos superiores a los costos del endeudamiento.
Por otro lado, a pesar que la SHCP reportó que la inversión aumentó todos los meses del año pasado, a tasas anuales superiores a 20 por ciento y en ocasiones hasta de más de 30 por ciento, lo cierto es que las cuentas de 2014 revelan que la inversión pública fue el único componente del PIB por el lado del gasto que terminó el año con una contribución negativa, con una caída real de 7.5 por ciento.
A mediados de marzo, luego de una suntuosa gira presidencial por el Reino Unido, en la que destacó una comitiva de más de 200 personas incluidas las hijas e hijastras del presidente, Hacienda anunció un segundo recorte presupuestal de 135 mil millones de pesos para el próximo año.
El ajuste, se dijo, busca construir el Presupuesto de Egresos de la Federación 2016 base cero (sin tomar en cuenta montos asignados a programas y gastos anteriores). Sin embargo, con el nivel de gasto corriente y el ritmo de endeudamiento, las obligaciones financieras del gobierno pueden bloquear sus alcances. Basta señalar que el costo financiero de la deuda pública, el pago de pensiones, seguridad social y prerrogativas a organizaciones políticas y sindicales, entre otros, en los últimos años han representado cerca de 70 por ciento del gasto público cada año.
Las rebanadas del pastel
De plano, los candidatos y sus campañas electorales son para deprimir al más entusiasta.