Los 12 países involucrados representan el 35% de la producción a escala mundial
Roberto González Amador, Miriam Posada García y Tania Molina Ramírez | Periódico La Jornada | Miércoles 13 de noviembre de 2013, p. 3
La negociación por parte del gobierno mexicano de un acuerdo comercial con una docena de países, incluidos Estados Unidos y Japón, abrió una ventana para que Washington insista en presionar para la apertura de la industria petrolera al capital privado, independientemente del debate nacional en la materia que está en curso.
Es una de las oportunidades que, para el interés político y económico de Estados Unidos, se abren con la negociación del llamado Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés), en la que participa el gobierno mexicano desde los últimos meses de la administración de Felipe Calderón (2006-2012), que fueron retomadas por el gobierno de Enrique Peña Nieto, de acuerdo con un documento oficial del Congreso de Estados Unidos.
El TPP involucra a Estados Unidos, Australia, Brunei, Canadá, Chile, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur, Vietnam y, más recientemente, a Japón. Fue descrito por la Secretaría de Economía, en noviembre de 2012, como “el proceso de negociación plurilateral más relevante y ambicioso a escala internacional por la cobertura de productos y las disciplinas que incluye”.
Los países involucrados en el proceso de este tratado de libre comercio representan 35 por ciento de la producción mundial.
El antecedente del TPP, el llamado Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica, también conocido como Pacific Four o P4, involucró a Brunei, Chile, Nueva Zelanda y Singapur, que entró en vigor el primero de enero de 2006. En 2008, el área de influencia del acuerdo se amplió con la incorporación de Estados Unidos a la negociación de lo que a partir de entonces se conoce como TPP.
El gobierno mexicano se incorporó a la negociación relativamente tarde. Fue en noviembre de 2011, durante la cumbre de jefes de Estado y de gobierno del Foro de Cooperación Asia Pacífico (APEC), realizada en Hawai, donde el entonces presidente Felipe Calderón manifestó el interés de su administración “de formar parte decidida en el proceso de negociaciones del TPP”.
“Estamos convencidos de que la iniciativa del TPP está diseñada para lograr altos estándares comerciales, con el propósito de hacer frente a las necesidades del siglo XXI. México emprenderá las acciones que nos permitan atender nuestros retos y alcanzar los planteamientos que persigue esta iniciativa, siempre considerando un marco normativo que atienda las posibles sensibilidades de los sectores productivos nacionales”, dijo entonces Felipe Calderón.
La administración del presidente Peña Nieto, que inició el primero de diciembre de 2012, retomó la estafeta de la negociación iniciada por Calderón.
El 8 de octubre pasado, en Bali, Indonesia, también en el contexto de una cumbre de la APEC, Peña Nieto anunció que los gobiernos de los 12 países involucrados en el TPP firmaron una carta de intención para que este mecanismo pueda concretarse a finales de este año, según un despacho de la agencia Notimex.
Más riguroso que la propia OMC
Detrás de la declaración explícita de crear una zona de libre intercambio comercial entre los países involucrados en la negociación, el TPP representa en la práctica una extensión del concepto de área de libre comercio a bienes y servicios.
Es una versión más amplia, por involucrar a más países, del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), al que México fue atado hace exactamente dos décadas, durante el gobierno del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari (1988-1994).
Como en el TLCAN, del que forman parte Estados Unidos, México y Canadá, en el TPP también es Estados Unidos el país dominante, en términos económicos y políticos.
“El TPP sirve a varios objetivos estratégicos de la política comercial de Estados Unidos”, menciona un reporte del Congreso de Estados Unidos, fechado el 21 de agosto de 2013. El proceso de negociación del Acuerdo de Asociación Transpacífico tiene 29 capítulos, que incluye acceso a bienes, servicio y agricultura; derechos de propiedad intelectual, compras de gobierno, reglas de origen, competencia, mercado de trabajo y estándares medioambientales.
“En muchos casos se pretende que las reglas que están siendo negociadas sean más rigurosas que aquellas comparables dentro de la Organización Mundial de Comercio”, que son de cumplimiento obligatorio para los países miembros, agrega el documento elaborado por el Servicio de Investigaciones del Congreso estadunidense.
“Algunos temas, como el de las empresas propiedad del Estado, la coherencia entre regulaciones y la competitividad en las cadenas de suministro, abren nuevos caminos en cuanto a la negociación de acuerdos de libre comercio se refiere. Dado que entre los países que forman parte del proceso del TPP hay naciones de economías avanzadas, de ingreso medio y en desarrollo, el tratado, si se lleva a la práctica, puede representar una sustancial restructuración de las economías de algunos de los países participantes”, agrega el documento.
¿Y México?
Como resultado de las normas del TLCAN, prácticamente la totalidad del comercio entre México, Canadá y Estados Unidos se realiza libre de aranceles y barreras, según el documento del Congreso estadunidense.
¿Qué podría ganar Estados Unidos respecto de su relación con México, si ya ahora el comercio fluye libremente?
El documento apunta:
“Las negociaciones del Acuerdo de Asociación Transpacífico pueden abrir un espacio para abordar cuestiones adicionales, como la reconsideración por parte de México a la exclusión de la inversión privada en su industria petrolera.”
En noviembre de 2012, la Secretaría de Economía envió un informe al Senado para dar cuenta del proceso de negociación por parte del gobierno mexicano en el TPP. En el documento no se menciina el tema del petróleo, tratado en el reporte del Congreso de Estados Unidos.
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