La alcaldesa Ana Botella, del PP, dice que el asunto le es ajeno y no ve riesgo de insalubridad
Las empresas quieren despedir a mil 350 trabajadores y reducir hasta 40 por ciento los salarios
Madrid, 12 de noviembre.- “Lugar hediondo y asqueroso” es la definición de la Real Academia Española (RAE) a la palabra “pocilga”. Madrid, en ocho días de huelga de los servicios de limpieza y ante la pasividad de las autoridades, se asemeja cada vez más a ese “lugar” en el que sus habitantes se exponen a los residuos orgánicos e inorgánicos que tapizan sus calles o a la acumulación de tal cantidad de basura que empiezan a asomar la cabeza los roedores.
La capital de España ha entrado en una espiral de decadencia que ahora también se refleja en sus calles, lo que se suma a la pérdida de turistas, a los peores registros en décadas de visitantes en el Museo del Prado, al fracaso del sueño de albergar unos Juegos Olímpicos y al descenso vertiginoso de su prestigio en el mundo
Al caminar unas cuantas calles por Madrid no sólo hay basura regada y un hedor insoportable, sino también madrileños que expresan su hartazgo ante lo que consideran la decadencia que sufre su ciudad desde hace algunos meses. “Esto está hecho una mierda”, “Madrid es una pocilga”, son algunas de las frases más escuchadas en las calles de la capital, que de continuar con este situación en unos días más podría llevar a una urgencia sanitaria que obligaría a una intervención militar o alguna medida extrema para evitar epidemias o crisis infecciosas.
El origen del problema está en las empresas que tienen la adjudicación del servicio de limpieza de la ciudad –OHL, FCC y Sacyr–, que presentaron un plan de regulación de la plantilla con el que pretenden despedir a mil 350 personas, de un total de de seis mil, y bajar hasta 40 por ciento los salarios a los trabajadores que continúen, oferta que los sindicatos consideraron inaceptable y que provocó el inicio de la huelga hace ocho días.
En estos días el Ayuntamiento, presidido por la conservadora Ana Botella, ha permanecido impasible con el argumento de que es un asunto que le es ajeno y que lo deben resolver las empresas con sus trabajadores, a pesar de que los ciudadanos pagan el impuesto de la basura al gobierno local.
De hecho, hace unas semanas la alcaldesa al ser entrevistada sobre el pésimo aspecto de la ciudad y el mal estado de las calles –antes incluso de la huelga– aseguró que “los madrileños se han acostumbrado a un nivel muy alto de limpieza”.
Ana Botella, esposa del ex presidente del gobierno José María Aznar, se convirtió en la primera alcaldesa de Madrid por un cúmulo de circunstancias; el político que eligieron los madrileños en las elecciones de 2011 fue en realidad Alberto Ruiz Gallardón, quien a los pocos meses de ser nombrado aceptó la oferta de convertirse en el ministro de Justicia del gobierno que resultó de las elecciones generales de 2012, que ganó el conservador Mariano Rajoy.
Ruiz Gallardón le ofreció el cargo a Ana Botella, quien lo asumió sin pasar por las urnas y con el apoyo de la mayoría absoluta con la que gobierna el Partido Popular (PP) en Madrid desde hace más de dos décadas.
Y desde su nombramiento la ha perseguido la polémica, sobre todo por sus salidas de tono, su escasa preparación y su improvisación permanente. El asunto de la huelga de la basura es el último episodio en el que la alcaldesa de Madrid ha vuelto a demostrar que no está al tanto de lo que ocurre realmente en las calles, pues afirmó que “en Madrid no hay problemas de salubridad” y que lo que pasa es que los “ciudadanos son rehenes de los trabajadores de la limpieza”.
Un argumento que incluso entre la ciudadanía, que padece de forma directa el regadero de basura, no se entiende, pues la mayoría de los madrileños apoyan a los trabajadores de la limpieza al considerar que lo que pretenden las empresas adjudicatarias del servicio es un abuso en toda regla. Cabe señalar que un trabajador medio de este servicio gana entre mil 200 y mil 500 euros mensuales con lo que, si como pretende la empresa, les reducen 40 por ciento del salario, su nómina se quedaría en unos 600 o 700 euros al mes.
Ante la acumulación de basura y el riesgo de que los roedores y las epidemias tomen la ciudad, algunas voces empiezan a alzarse para que intervenga el ejército y los soldados se encarguen de la limpieza de las calles. Ya se hizo una convocatoria pública de firmas para que se ordene cuanto antes esta medida, que en unas horas recibió el apoyo de más de 30 mil personas.
Mientras persiste la pasividad de las autoridades locales, las empresas y los sindicatos siguen enfrentados y no hay visos de que la negociación llegue a buen puerto en los próximos días. Y entre tanto Madrid es cada día un lugar “más hediondo y más asqueroso”.
Fuente: La Jornada
Fuente: La Jornada