México SA-Carlos Fernández-Vega
Pues nada, que tampoco en 2014 –ya no se diga en 2013– saldrá a flote el México que todos queremos” (Peña Nieto dixit). Así es, se mantendrá en mera ilusión, en sueño guajiro, pues el recorte de las perspectivas de crecimiento económico está a todo lo que da y las estimaciones para el corto plazo muy alejadas están del mínimo necesario para que el país y sus habitantes comiencen a salir del hoyo, en el que llevan sumidos apenas tres décadas.
Tocó el turno al Fondo Monetario Internacional (uno de los principales promotores de las “reformas” que –según la versión original– llevarían a México al primer mundo de “forma acelerada”), organismo que de nueva cuenta sacó la tijera y para 2013 recortó la perspectiva de crecimiento económico para el país. Lo mejor del caso es que esta República de discursos “no está en recesión”, sino apenas en una “profunda desaceleración” (CCE dixit).
Lo peor del caso es que la perspectiva económica del FMI para México no sólo resulta tres veces inferior a la originalmente comprometida por el gobierno entrante, sino que confirma que este “navío de gran calado” (como presumía el antecesor de Peña Nieto) será el que, a nivel del continente americano y junto a Venezuela, reporte los peores resultados en el presente año, al tiempo que es considerado entre las naciones con perspectiva más reducida para 2014.
Resulta que “reformas” van y “reformas” vienen (30 años al hilo), y nada de nada: México reporta un “crecimiento” económico verdaderamente raquítico, con un costo social enorme, cuyo promedio anual se desplomó de 6 a 2 por ciento, y descontando, en la época de las “reformas”, siempre con la desinteresada “asesoría” del vecino del norte y de organismos como el Banco Mundial y el propio Fondo Monetario Internacional. Eso sí, el tiradero se lo dejan a los mexicanos.
Comenzó el festivo gobierno peñanietista con la oferta de crecer 3.5 por ciento en 2013 (proporción que de cualquier suerte no sirve ni para comenzar a sacar del hoyo al país), pero pasaron los meses, crecieron los desaciertos (por decirlo suavemente), salieron a relucir las tijeras y la perspectiva de “avance” se convirtió en un verdadero conteo de KO boxístico: 3.5, 3.1, 1.8, 1.7, 1.43 por ciento… ¡fuera! A estas alturas, si bien termina el año, tal “crecimiento” resultaría 60 por ciento inferior al originalmente comprometido.
Pero lamentablemente no queda allí la cosa: ayer el FMI divulgó su informe Perspectivas de la Economía Mundial, y en él deja en claro que si bien le va a México en este 2013 su economía a duras penas “crecería” 1.2 por ciento, o lo que es lo mismo tres veces menos con respecto a la oferta original del gobierno entrante, y entre los aspectos negativos que, de acuerdo con el organismo, contribuyeron a tal desplome, resalta “la disminución del gasto público”, el cual, según los voceros oficiales y oficiosos, “resulta normal” en una administración que recién inicia. Pues allí está el “resultado normal”.
El cálculo del organismo monetario podría sufrir variaciones, pero a la baja, porque aún faltan dos meses y pico para que concluya 2013, y el resultado puede ser peor. Pero en vía de mientras, el FMI coloca a la economía mexicana entre las de peores resultados en América, sólo ligeramente por arriba de Venezuela (1.2 y 1 por ciento, respectivamente). Entre las 20 naciones consideradas en el citado informe, la nuestra ocupa el escalón número 19.
Para 2014, y ya considerada la nueva tanda de “reformas”, el FMI pronostica un “crecimiento” de 3 por ciento (contra 3.9 ofrecido por el gobierno mexicano en sus Criterios Generales de Política Económica para ese año), lo que, en el mejor de los casos, reubicaría a la economía mexicana en el escalón número 16 de 20 posibles. Cierto es que estaría por arriba de la economía estadunidense (la estimación para el próximo año es de 2.6 por ciento), pero muy por debajo de Perú (5.7 por ciento), Bolivia (5), Paraguay (4.6) y Colombia (4). Así, de concretarse el cálculo fondomonetarista, tampoco el próximo año veríamos el “México que todos queremos”.
Para que lo anterior se concrete, de acuerdo con los criterios del FMI, la “recuperación” (como le llama) del crecimiento económico dependerá de que “repunte la manufactura gracias al desempeño de la demanda estadunidense, recobre ímpetu el gasto público y comiencen a dar fruto las reformas estructurales en curso”. Sin embargo, el “crecimiento” estimado para el vecino del norte (2013-2014) es exactamente el mismo que el pronosticado para México en igual periodo, de tal suerte que no sería previsible un cambio destacado en la dinámica registrada hasta ahora.
En fin, todo apunta a que el “México que todos queremos” no trascenderá el eslogan de campaña. En cambio, parece confirmarse que, como va, en el presente sexenio la economía mexicana crecerá aún menos que en los anteriores: en tiempos de Salinas la tasa anual promedio fue de 3.9 por ciento; en los de Zedillo de 3.5; en los de Fox 2.3 y en los de Calderón 1.8. Y para el recuerdo queda aquel 6 por ciento anual sostenido, que no se registra desde la llegada de Miguel de la Madrid y sus tecnócratas. O como cantaría Gardel: “si arrastré por este mundo la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser” (Cuesta abajo).
En términos generales, el informe del FMI señala que la economía mundial “ha comenzado nuevamente una transición”. Los países avanzados “se están fortaleciendo gradualmente” y, al mismo tiempo, el crecimiento en las economías de mercados emergentes se ha desacelerado. “La confluencia está generando tensión, y las economías de mercados emergentes se enfrentan al doble reto de la desaceleración del crecimiento y el endurecimiento de las condiciones financieras mundiales. La economía estadunidense sigue siendo el centro de los acontecimientos. La demanda privada conserva solidez, aunque el crecimiento se ha visto obstaculizado este año por una consolidación fiscal excesiva. Los factores políticos están generando incertidumbre en torno a la naturaleza y la magnitud del ajuste fiscal”.
Las rebanadas del pastel
La OCDE otorgó a México la medalla de bronce por su alta inflación, la tercera entre las naciones que conforman dicha organización. Lo mejor del caso es que el principal factor para alcanzar tal honor es el alza permanente de los precios internos de la energía, es decir, aquellos que, según aseguran los genios tecnocráticos del gobierno, “no son inflacionarios”.
Fuente: La Jornada
Fuente: La Jornada