viernes, 10 de mayo de 2013

Bolsillo: ataque nervioso / Alimentos: por las nubes / Benítez Treviño, intocado

México SA-Carlos Fernández-Vega
Preparaos, mexicanos hambrientos, que el más reciente incremento en los precios de algunos alimentos básicos apenas constituye la botana de lo que a todas luces se configura como una nueva escalada que pega justo donde más le duele al grueso de los habitantes de esta nación de progreso impresionante” (Obama dixit): el estómago.
El pasado martes La Jornada registró en su espacio principal que “en las últimas semanas ha habido un incremento generalizado en los precios de los alimentos. El kilo de tomate, por ejemplo, ha subido hasta 400 por ciento, advirtió la Cámara de Comercio, Servicios y Turismo en Pequeño de la Ciudad de México… en tres semanas el precio del huevo en la capital del país se incrementó 20 por ciento, superando el nivel que tenía a principios de año, lo que además se ha sumado a las alzas generalizadas en las verduras de entre 20 y 30 por ciento… los mayores incrementos en la comida ocurren en tiendas de autoservicio” (Juan Carlos Miranda).

Una noticia adicional puso a temblar a más de uno: México es el país que registra el mayor incremento de precios en alimentos dentro de las naciones que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, y la diferencia es descomunal pues resulta cinco veces mayor al crecimiento promedio que en el mismo renglón reportan los 34 países integrantes de la propia OCDE. Así, de acuerdo con información de dicha institución, la inflación en alimentos que registra el país (antes se decía nuestro país; ahora país a secas) equivale a la que acumulan, conjuntamente, las naciones integrantes de la Unión Europea, Estados Unidos, Australia y Reino Unido.

Sin superar el golpe emocional que tal realidad provoca en el de por sí aterrorizado bolsillo de millones de mexicanos, otro par de noticias le dio la puntilla: a) “el precio del huevo subirá más en los próximos días según los proveedores de las centrales de abasto, aunque no definieron el porcentaje, alertó la Federación Latinoamericana de Mercados Mayoristas” (La Jornada, Susana González), y b) el Inegi informó que al cierre de abril pasado, los precios de los productos agropecuarios se incrementaron 17.25 por ciento anual, aunque en el caso de frutas y verduras el aumento fue de 25.13 por ciento y de 12.66 por ciento en los pecuarios, proporciones superiores en 3.7, 5.4 y 2.7 veces, en cada caso, al aumento de la inflación general, que en el mismo periodo fue de 4.65 por ciento.

Así es imposible que el bolsillo de los mexicanos se abstenga del ataque nervioso, máxime cuando se entera de cosas como la siguiente: apenas dos meses atrás, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) y la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio (Antad) firmaron un “convenio de colaboración” para “instrumentar de manera conjunta y coordinada acciones de autorregulación y corresponsabilidad entre los diferentes proveedores de bienes y servicios agrupados en dicha asociación. Con este acuerdo y la aplicación de las acciones establecidas en él, se garantizará que en las tiendas comerciales se respeten de manera plena los derechos de los consumidores y el acatamiento de las normas en materia de comportamiento comercial y metrología”.

Pues bien, a escasas ocho semanas de tal firma, la Federación Latinoamericana de Mercados Mayoristas, por medio de su vocero Alfredo Neme Martínez, “calificó como una burla al consumidor el convenio de la Profeco y la Antad para estabilizar el precio del huevo alimento mediante negociaciones con proveedores a fin de evitar la especulación, (pues) la especulación surge desde las grandes cadenas comerciales, y ante la falta de una Ley de Buenas Prácticas Comerciales pues éstas, al comprar al proveedor lo hacen a muy bajo costo, presentan ofertas al público y luego incrementan hasta en 100 por ciento el valor del producto”.

Los precios, pues, sube que te sube, y el bolsillo sufre que te sufre. ¿Y la Profeco, apá? Pues ocupadísima en defender a su titular, Humberto Benítez Treviño, y en desvanecer la graciosa acción de su nena. Justo ayer la Secretaría de la Función Pública informó que como parte de “la investigación que practicó por instrucciones del titular del Ejecutivo para verificar los hechos en el restaurante Máximo Bistrot, se tomó la declaración de 13 funcionarios (de la Procuraduría Federal del Consumidor), incluyendo al titular de la misma, para el esclarecimiento de los hechos… Se encontró que los funcionarios que ordenaron y participaron en la visita de verificación actuaron de manera inmediata, sin cumplir con los requisitos mínimos de urgencia para la atención de una denuncia anónima (sic y recontra sic), como son poner en peligro la vida, la salud, la seguridad o la economía de una colectividad de consumidores de conformidad a la Ley Federal de Protección al Consumidor”.

La “denuncia anónima” (léase la prepotencia de la Lady Profeco) derivó en la “suspensión temporal” del subprocurador de verificación, los directores general de verificación y vigilancia y de procedimientos y sanciones, y del jefe de departamento de verificación de normas oficiales mexicanas de la Profeco. Eso sí, al titular de la dependencia ni con el pétalo de una rosa, pues “durante la investigación realizada no se desprendieron elementos para instrumentar procedimiento en contra” de Humberto Benítez Treviño, el papá del orgullo de su nepotismo (JLP dixit).

Ayer en conferencia de prensa el titular de Profeco hizo saber que si saben contar, pues que no cuenten con él, toda vez que, según dijo, no ordenó el “procedimiento” ni fue enterado del mismo. Vamos, que ni la más remota idea tuvo del operativo contra el Bristol. De ser así, entonces para qué lo queremos como procurador si de nada se entera, empezando por el vergonzoso proceder de su hijita.

Las rebanadas del pastel

Eso sí, Benítez Treviño aportó un valioso concepto para incorporarlo al diccionario de la política a la mexicana. Va la histórica contribución del irrenunciable (en todos los sentidos) procurador federal del Consumidor, orgulloso papá de la Lady Profeco: “yo cultivo los valores republicanos, y entre ellos hago culto a la hombría personal”. No, pos sí… A las cabecitas blancas, a las jechus, un fuerte abrazo en su día, y las más sentidas condolencias a sus cachorros que, se estima, gastarán alrededor de 38 mil millones de pesos en regalos y celebraciones maternas.

Fuente: La Jornada