Álvaro Cepeda Neri - Opinión EMET | domingo, 12 de junio de 2011
La marcha o Caravana por la Paz, con Justicia y Dignidad, que ha recorrido de Morelos a la ciudad de México y de ésta rumbo a Ciudad Juárez, pasando por el Estado de México, Querétaro, Zacatecas, Nuevo León y Tamaulipas, ha despertado aún más las conciencias individuales, para ir agregando grupos y organizaciones ciudadanas, para exigir de los gobiernos federal, municipales y de las 32 entidades, que de una vez por todas y como última oportunidad, resuelvan el sangriento y homicida problema de la terrorífica inseguridad.A su paso por el espacio zacatecano, uno de sus dirigentes (y alma de la protesta), el escritor Javier Sicilia ha planteado que ante la sordera de los gobernantes, empezando por Calderón, los mexicanos debemos ir a la resistencia civil pacífica. Es decir: oponerse a cooperar y desobedecer e impugnar la expansión militaroide y policiaca ineficaces.
Y que de una vez por todas deje de privar de la vida a todos los involucrados directamente en la no-guerra calderonista, deteniendo la ferocidad de García Luna, de Saynes Mendoza y de Galván, respectivamente secretarios de Seguridad Pública Federal, de Marina y de la Defensa Nacional, quienes sólo sirven a los intereses de Calderón y una estrategia que nada más conduce, en cifras oficiales, a más de 40 mil muertos; cientos, sino es que miles de ejecutados y sepultados, mientras otras cifras arrojan más de 100 mil muertos y desaparecidos como “daños colaterales”, sin que veamos los mexicanos que las delincuencias cedan terreno y por el contrario, se han ido apropiando de más territorio.
El caso es que la sociedad (no los millonarios que pescan en el río revuelto de la inseguridad, pues se sabe que los bancos están ganando como nunca en los últimos diez años (la década perdida del PAN), cuando menos 90 millones de los 112 millones que somos según el último censo, deberíamos parar el país con la desobediencia civil como han hecho en otros países para sacudirse a los malos gobernantes. De otra manera, seremos las próximas víctimas del baño de sangre al que tienen sometida a la Nación, las delincuencias y soldados con policías, en una “no-guerra” que tiene al país al borde de una crisis política que puede conducirnos al golpismo militar, la suspensión de la Constitución y la entrada a un largo período al estilo de lo que fue Pinochet quien derrumbó las instituciones democráticas de Chile.
Sólo la desobediencia civil nacional puede obligar a los gobernantes de los tres poderes de la Federación a resolver el problema de esta guerra infame que ha provocado más desempleo, más pobreza y más corrupción debido a que los gobernantes ya no rinden cuentas y se esconden en la impunidad para seguir haciendo lo que se les antoja, como si los mexicanos fuéramos sus propiedades y, como caciques de horca y cuchillo, decidir, con sus ejércitos y policías, sin consultarnos como corresponde a una democracia si sus actos son los mejores para enfrentar un estado de emergencia. De la resistencia civil a la desobediencia no hay más que un paso.