Entre aplausos, la caravana desfila por Insurgentes rumbo a Ciudad Universitaria
Alonso Urrutia
Domingo 8 de mayo de 2011, p. 4
“Dejemos gritar al silencio, pidió el poeta en el amanecer de la tercera jornada de marcha rumbo a Ciudad Universitaria. Y en silencio, lentamente, la Marcha-Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad se adentró en la capital del país para que se escuchara su protesta, en la víspera de la concentración que esta tarde tendrá lugar en el Zócalo con una demanda central: alto a la militarización.
No es un silencio de luto, sino de protesta, en una jornada de marcados contrastes: el paso callado de los manifestantes, fieles a la petición del poeta, arranca numerosas muestras de solidaridad. Lo mismo en los pueblos del Distrito Federal por los que atravesaron que entre los comensales de los restaurantes de la avenida Insurgentes, la marcha cosecha gritos, aplausos, consignas de adhesión.
Hay algarabía entre quienes ven en el paso de la movilización una suerte de liberación frente a la violencia descontrolada, porque a todos los acecha. San Pedro Mártir es quizá la más elocuente muestra de este peculiar encuentro del sentimiento humano, que va del duelo a la celebración por la misma causa. La marcha es recibida como lo han hecho históricamente, con consignas. Ajenos a la proscripción que se ha hecho de ellas en esta marcha gritan: ¡Militares, a los cuarteles!
Vitoreado por esta comunidad en la que destaca el activismo de las Comunidades Eclesiales de Base y las evocaciones nostálgicas a Sergio Méndez Arceo, añorado obispo de Morelos, Sicilia arenga, en una pequeña ceremonia de bienvenida que le ofrece el pueblo a la orilla de la carretera:
Nos ha rebasado la corrupción en el corazón de las instituciones; hay encubrimiento en todos los niveles, desde los partidos hasta la Presidencia del gobierno federal, que no ha reformado las instituciones. Por eso el crimen ha campeado, por eso nos está envileciendo como hace.
Sería su único discurso en el largo trayecto desde San Miguel Topilejo hasta la emblemática Ciudad Universitaria. Lo hizo luego de escuchar con atención la bienvenida del sacerdote Jesús Ramos, cuya concepción evangélica fue expresa:
Unimos nuestra voz y nuestro corazón ante este clamor cada vez más tumultuoso que brota de tanto dolor, agravio, injusticia, violencia y muerte que padece nuestra sociedad. Javier, que nos has convocado a todos a la movilización, hemos sido acompañantes de ese dolor que tienes en el corazón por el asesinato de tu hijo, como el de todas las víctimas de esta absurda guerra contra el crimen organizado.
Ifigenia, quien habló en nombre del Movimiento de Pueblos del Sur, fue más directa en imputar el presidente Felipe Calderón la responsabilidad de tanta violencia, antes de censurar su postura frente a la inconformidad social: no hay peor sordo que el que no quiere escuchar.
Pietro Ameglio hace notar una constante en los casos que han sido denunciados durante las concentraciones que se han dado al paso de la marcha:casi en todas hay un patrón en el que de alguna manera está involucrada la violencia institucional. Ciertamente, el Ejército o las policías han estado involucrados en gran parte de los casos que se han hecho públicos.
Leticia Chavarría es la única representante del Comité Médico Ciudadano de Ciudad Juárez, cuyo diagnóstico no deja dudas sobre lo que ha sido la estrategia militar: desde 2008, la violencia en su ciudad ha repuntado drásticamente, en coincidencia con la llegada de miles de soldados y policías para controlar la situación.
Todos somos Juárez, el programa estelar calderonista para evitar que esa urbe siguiera desangrándose, ha sido todo un fracaso, asegura. Su presencia en la marcha tiene un fin: evitar que el laboratorio en que convirtieron a Juárez se reproduzca en todo el país.
Muy de mañana, en la despedida de San Miguel Topilejo, los oradores le confirieron una peculiar interpretación con tintes de nostalgia revolucionaria:entonces, las tropas de Villa llegaron de Chihuahua y los ejércitos del sur, de Zapata, de Morelos. Ciertamente, hasta ayer, los mayores contingentes venían de Chihuahua y Morelos.
El trayecto a Ciudad Universitaria trajo consigo la incorporación de numerosas personas a la causa, cada quien con sus formas de percibir la inseguridad y su manera de expresarla.
No hay democracia con desaparecidos , es la leyenda sobre un cartel ilustrado con el célebre Guernica. Leer las pancartas es un viaje por la desesperación de la gente: Si no sabes cuántas lágrimas ha derramado, no sabes lo que ha perdido.
La coyuntura alienta la creatividad popular. Dibujos, leyendas, indumentarias, todo, para hacer patente su condena a la violencia. La marcha se acerca a su momento culminante: el mitin en el Zócalo, donde se expresará claramente la exigencia de cambiar el rumbo de la estrategia.
–¿Aceptará el Presidente?
Siempre al frente de la marcha, desde que salió de Cuernavaca, Julián LeBarón responde: no sé si lo acepte, pero sí se enterará que actúa sin nuestro consentimiento.
–¿Qué podría dejar la marcha?
–Que si nos unimos, podemos derrotar el miedo.