Ese ingreso no alcanza para cubrir satisfactores básicos: ONG
Angélica Encisco L.
Miércoles 30 de marzo de 2011, p. 13
Los mexicanos perciben el segundo salario mínimo más bajo de América Latina, y sólo 18.3 por ciento de la población –19.5 millones de personas– obtiene ingresos suficientes y cubre sus satisfactores de salud, educación, vivienda, servicios, alimentación y seguridad social. El resto enfrenta alguna carencia y casi 49 millones –según datos de 2008– sufrían algún grado de inseguridad alimentaria.
El planteamiento del presidente Felipe Calderón acerca de que mejoró el nivel de vida de los más pobres, porque tienen acceso a refrigeradores o televisores, habla más de que ha crecido el crédito al consumo, pero eso no significa que se cubran los derechos humanos sociales, sostuvo Jimena Marot, del Observatorio de Política Social y de Derechos Humanos.
De acuerdo con la medición multidimensional de la pobreza del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), hasta 2008 había 36 millones de personas en pobreza multidimensional con al menos tres carencias sociales y no tenían ingreso suficiente para satisfacer sus necesidades. En pobreza extrema había 11.2 millones de personas.
En cuanto a salud, educación, vivienda, servicios, alimentación y seguridad social, al menos 77 por ciento de la población tenía una carencia, señala el Coneval, y ubica a 18.3 por ciento como población no pobre y no vulnerable.
Entre 1995 y 2010 el índice del salario mínimo cayó alrededor de 30 por ciento y, a diferencia de la mayoría de países de América Latina, pese a una baja inflación (sobre todo en años recientes) el Estado mexicano no ha podido o no se ha comprometido a restablecer cuantitativamente el nivel en que debería fijarse el salario mínimo, indica un análisis del observatorio.
Refiere que hasta junio de 2009 las personas sin un ingreso mínimo de mil 40 pesos en el ámbito urbano y de 773.65 pesos en el rural para comprar la canasta básica, no podían dar cobertura a sus necesidades mínimas de alimentación. “En términos reales, la gente hace 40 años podía comprar una canasta cuatro veces más grande que ahora –en variedad o cantidad de productos y servicios– con un salario mínimo”, agrega.
México aparece con el segundo salario más bajo de América Latina –sólo el de Uruguay es menor–, y está cerca de Bolivia y Nicaragua. En cambio, Paraguay, Argentina y Costa Rica tienen mínimos que superan dos y tres veces al mexicano. Esto es de suma relevancia, ya que a falta de seguridad social y otros derechos no cubiertos, el salario mínimo se convierte prácticamente en el único mecanismo para la satisfacción de necesidades elementales, como salud y educación.
Agrega que, según datos del Banco de México, la inflación de alimentos y bebidas ha sido de 21.2 por ciento desde enero 2008, lo cual refleja que, lejos de la estabilización de los precios posterior a la crisis alimentaria, se experimentó un aumento constante, aunque no en igual magnitud.
En cuanto al aumento reciente en los precios de los alimentos, los datos indican que desde junio de 2010 éstos han crecido 5.2 por ciento. Y si se toman en cuenta las previsiones de agencias internacionales, la tendencia continuará.
La población enfrenta una transición nutricional con prevalencias simultáneas de problemas de desnutrición, anemia, sobrepeso y obesidad, indica el documento Dimensiones de la seguridad alimentaria del Coneval.