La pobreza en la Montaña, en niveles de hace 50 años tras Ingrid y Manuel
Habitantes de esa zona guerrerense duermen a la intemperie o huyen a otros estados: expertos
Se requiere voluntad política para integrarlos al desarrollo; no basta con Oportunidades, coinciden
En la Montaña de Guerrero, la región más pobre del país, los desastres ocasionados por las tormentas de septiembre pasado han hecho que la miseria en muchas comunidades se ubique otra vez en los niveles de hace unos 50 años o más.
Las personas duermen a la intemperie, en petates y bajo hules sostenidos por palos; ya ni siquiera tienen sus viviendas de madera, o huyen hacia los campos agrícolas de otros estados. La economía está estancada y los cultivos de maíz se perdieron, señalan los investigadores Sergio Sarmiento Silva y Araceli Damián.
En el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, este es el panorama que enfrenta la región de la Montaña, donde se encuentra Cochoapa el Grande, el municipio más pobre de México, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social. En lugar de avances, dicha zona presenta retrocesos, de acuerdo con los expertos. Ahí también se hallan cinco de los municipios con el índice de desarrollo humano más bajo de México, de acuerdo con datos que en unos días dará a conocer el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.
Casi mil jornaleros salieron rumbo a estados del norte
Tras desastres como los ocasionados por las tormentas Ingrid y Manuel, lo que suele ocurrir es que la economía se paraliza, hay afectaciones al medio ambiente, la vivienda, la salud, y si había deficiencias de agua potable, éstas se agudizan, sostiene en entrevista Araceli Damián, de El Colegio de México. “La gente no tiene acceso a recursos financieros, a préstamos, para reponer las pérdidas. Una vez que perdieron enseres es difícil que los recuperen.
“No hay una estrategia gubernamental para resolver la situación de esas comunidades marginadas, no hay infraestructura social ni actividad económica; se necesita voluntad política para detonar las condiciones que las integren al desarrollo, ya que no sólo es con educación y salud como se logrará, o con el programa Oportunidades. Son comunidades que no están ligadas a la economía nacional, no hay una estrategia para integrarlas a ésta”.
“Ante los destrozos ocasionados por las tormentas, la zona retrocede 40 o 50 años. He recorrido la Montaña, he visto chozas, pisos de tierra, niños con las panzas inflamadas por parásitos. Es un drama social ante el que no podemos cerrar los ojos. La política del gobierno ha sido de abandono. Ha sido para la foto”, señala Sergio Sarmiento Silva, del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Sostiene que en los 18 municipios de la Montaña se perdieron la mayoría de los caminos; en muchos lugares donde había pobladores se desgajaron cerros; hay que reubicar unos 15 mil o más habitantes. “Lo que revelaron las tormentas es que las políticas públicas destinadas a la región no han erradicado la pobreza, la han reforzado”. Hay que llamar la atención hacia esta zona por el desastre natural, las condiciones de pobreza que se van a décadas volvieron a tiempos que se creían superados y la violencia que no termina; con esos tres elementos hay que redefinir las políticas públicas, señala.
Apunta que una salida para las familias es abandonar la Montaña, pero en este momento tendrían que ir a los estados donde también han ocurrido inundaciones, como Sinaloa. “No se prevé que haya muchas fuentes de trabajo; si siguen las tormentas en las zonas de atracción de jornaleros, la gente andará pululando y el problema social será mayor. La Montaña se queda vacía, con ancianos y niños muy pequeños, porque los de 11 o 12 años ya son mano de obra”.
El Consejo de Jornaleros Agrícolas de la Montaña informó que entre el 27 de septiembre y el 12 de octubre alrededor de mil personas salieron rumbo a Sinaloa, Sonora, Baja California Norte, Baja California Sur y Chihuahua. Apuntó que hay al menos 10 mil parcelas de cultivos de maíz afectadas en 102 localidades de la región.
Fuente: La Jornada
Fuente: La Jornada