México SA-Carlos Fernández-Vega
La devastación de buena parte de la Autopista del Sol es atribuida por no pocos a la brutalidad con la que Manuel atacó el territorio guerrerense. Al efecto climático, algunos más añaden la “falta de planeación”, las “fallas de varias entidades” y la carencia de un presupuesto “adecuado” en su trazo y construcción, pero “errores no”. Ante la magnitud del desastre cada quien se cubre como puede y dice lo cree conveniente, pero el hecho es que la rehabilitación de esa vía de comunicación implicaría un costo cercano a 2 mil millones de pesos, que se sumarán al onerosísimo barril sin fondo que al erario (léase a los mexicanos) ha representado, a lo largo de 20 años, esa carretera que es famosa más por sus ostentosos defectos y su mala calidad que por conectar a la ciudad de México con Acapulco.
Cada vez que esa vía de comunicación registra un “desperfecto” –lo que sucede a menudo–, sale a declarar un vocero de las empresas constructoras para “explicar” (a su muy empresarial entender) qué fue lo que pasó. En esta ocasión tocó el turno a Alonso Quintana, director general de Ingenieros Civiles Asociados, uno de los tres consorcios (los otros fueron Grupo Mexicano de Desarrollo y Tribasa, que hoy se conoce como Pinfra) originalmente involucrados en la construcción de la Autopista del Sol, concesionada (50 años prorrogables) por el gobierno de Carlos Salinas de Gortari e inaugurada en 1993.
A juicio de Quintana, dicha carretera “se hizo lo mejor que se pudo con escasos recursos”, y dijo que durante su construcción “más que errores hubo un tema de presupuesto y programa de obra que se tenía que seguir. Pero sí, faltó planeación, (aunque) también hubo fallas de varias entidades” (La Jornada, Víctor Cardoso y Roberto González Amador). Esa es la versión, aunque la realidad es mucho más consistente: cuatro años después de su inauguración, el gobierno de Ernesto Zedillo “rescató” financieramente a la Autopista del Sol (y a otros 22 concesionarios carreteros) y alegremente pasó sus deudas al erario, amén de su “falta de planeación” y todo lo demás.
Es la fecha en la que los mexicanos siguen pagando por las barbaridades cometidas por el gobierno, los tres grupos empresariales referidos y los demás “rescatados”, como Gutsa (¿recuerdan la E$tela de Lu$?), dedicados a cobrar millonarias cantidades (también del erario) para “reparar” los “errores” que nunca existieron (actividad que sólo ha hecho más grande el problema, porque continuamente hay que reparar lo reparado en el cuento de nunca acabar).
La memoria empresarial es por demás cómoda: nunca deja de lado lo que le adeudan, pero siempre olvida lo que se le debe. Y en este contexto, el “rescate” carretero del gobierno zedillista acumula pasivos (junio de 2013) por más de 142 mil millones de pesos, cuando el “recate” original ascendió a 58 mil 100 millones. De hecho, al cierre de 2006 tales pasivos alcanzaron 178 mil 300 millones, porque el gobierno foxista incrementó a 49 las concesiones carreteras “rescatadas”, pero el gobierno calderonista “devolvió” varias de ellas a los concesionarios originales (es decir, a quienes las quebraron) y así redujo a cerca de 142 mil millones, sin olvidar que los mexicanos llevan 20 años pagando deuda e intereses por carreteras que nunca usarán, dados los excesivos peajes.
Dice el representante de ICA que “falta de planeación” sí, pero “no errores de construcción”. De qué tamaño será la mentira, que hasta el avezado Pedro Cerisola, secretario foxista de Comunicaciones y Transportes, en su momento reconoció que la Autopista del Sol “es una carretera que estuvo mal construida”, y que por lo mismo el gobierno federal, no las empresas que la construyeron, “le inyectará mil 200 millones de pesos adicionales” para su reconstrucción.
Ese fue el calificativo, pero ¿a quién contrató el gobierno foxista para reconstruir lo que mal se construyó? Pues nada más y nada menos que al Grupo Mexicano de Desarrollo, uno de los constructores originales de la Autopista del Sol y “rescatado” por el gobierno de Zedillo. ¿Y qué se le encargó?: la construcción de dos túneles en la autopista Cuernavaca-Acapulco, “para subsanar las fallas estructurales que presenta y que representan un riesgo para los usuarios... los túneles gemelos servirán para detener la caída de materiales y para protección de los automovilistas” (Cerisola dixit), puentes que, dicho sea de paso, recientemente colapsaron.
En 20 años de existencia se perdió la cuenta sobre lo que la Autopista del Sol ha costado al erario en reparaciones, reconstrucciones y conexos, sin considerar el “rescate” en sí. Entonces, cierto es que el paso de Manuel fue arrasador, pero nadie puede ocultar los errores y las deficiencias originales en la construcción de esta carretera, permanentemente en “reparación”. Hubiera salido más práctico, por barato y permanente, construir otra y no estar parchando todos los días, con dinero público, lo que estuvo mal desde un principio. Pero negocios son negocios, dicen los desmemoriados empresarios y los irresponsables funcionarios.
Como cápsula de memoria, es menester señalar que en su segundo Informe de gobierno, en pleno sueño primermundista, muy orondo presumía Carlos Salinas de Gortari que “al término de la concesión a los particulares (50 años), las carreteras revertirán en propiedad de la nación (…) y la participación privada ha permitido reorientar recursos fiscales al mantenimiento y construcción de carreteras”. Hablaba de un programa de concesiones carreteras que, lejos del júbilo que en él provocaba, ha causado uno de los mayores estragos financieros al Estado mexicano, porque en los hechos no hubo “reversión” alguna, sino multimillonario “rescate” a costillas del erario, y los recursos fiscales en realidad se destinaron a sacar del hoyo a los ambiciosos concesionarios (entre los más importantes ICA, Grupo Mexicano de Desarrollo, Tribasa, hoy Pinfra, y Gutsa) y no “al mantenimiento y construcción de carreteras”. Y aún faltan por pagar 142 mil millones de pesos y, por si fuera poco, reconstruir, una vez más, la Autopista del Sol.
Las rebanadas del pastel
¡Cuidado!, que el doctor “catarrito” ataca de nuevo: dice Agustín Carstens que la economía mexicana sólo se encuentra en “un bache transitorio” (apenas tres décadas), y que, por lo mismo, nada le quita el sueño, salvo “los perros de mi vecino”… Mi agradecimiento pleno a los integrantes de Morena Coyoacán Centro por su cálido recibimiento y su enorme paciencia. Un abrazo.
Fuente: La Jornada
Fuente: La Jornada