sábado, 11 de mayo de 2013

“Coyuntura” de tres décadas / Precios y deterioro del ingreso / Conaculta: mátenlos de hambre

México SA-Carlos Fernández-Vega
Ante la escalada de precios en alimentos que se registra por estos días (la cual provoca el enojo –por llamarle finamente– de la mayoría de los mexicanos), el Banco de México responde que no hay de qué preocuparse, que no se anticipan presiones generalizadas sobre la inflación, y que a partir de la segunda mitad del año el comportamiento de dichos precios de nueva cuenta será descendente. Entonces, calma, prole hambrienta, que a todas luces se trata de alzas coyunturales, de acuerdo con la versión oficial.
Qué bueno que el citado organismo financiero aclara que se trata de alzas coyunturales –las de antes y las de ahora–, porque la mayoría de los mexicanos no sabía la razón del espeluznante deterioro que registra su poder adquisitivo. Con la explicación oficial, ya conoce las causas y está consciente de que felizmente se trata de una simple coyuntura, que se ha prolongado por tres décadas.

Pero más allá de la siempre rosa versión oficial sobre el estado que guarda la República, el Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la UNAM advierte y documenta que el encarecimiento de los productos de primera necesidad (que son los que nos afectan directa e inmediatamente), es resultado de muchos factores económicos, pero en alimentos, se relaciona principalmente con que no se producen en el campo mexicano, que los compramos en el extranjero (porque el campo mexicano está prácticamente abandonado), y que el aumento del precio en la gasolina genera que sea más caro transportar los productos.

Aunado a lo anterior, apunta el CAM, el raquítico aumento anual al salario mínimo es causa de burla, ya que el precio de los productos en el mercado se incrementa mes a mes. La pérdida acumulada del poder adquisitivo en 26 años, es decir, desde 1987 hasta la fecha, es de 79.14 por ciento. En ese año, con un salario mínimo nominal (6.47 pesos diarios) se podía adquirir 1.6 veces la Canasta Alimenticia Recomendable (CAR, que incluye sólo los alimentos que recomienda el Instituto Nacional de Nutrición y que deberían de consumir las familias en México); en marzo de 2013, con un salario mínimo nominal (64.76 pesos por día) sólo se puede adquirir una tercera parte de la misma canasta.

Al concluir el sexenio salinista, con el salario mínimo nominal vigente se podía adquirir 62 por ciento de la Canasta Alimenticia Recomendable; al término del gobierno zedillista, esa proporción se redujo a 59 por ciento; cuando Vicente Fox se fue para el rancho, aumentó a 60 por ciento, y cuando Felipe Calderón –el que a los mexicanos prometió vivir mejor– se fue a Harvard, con el mini ingreso apenas se podía comprar 33 por ciento de la CAR. He allí la coyuntura de la que habla el Banco de México.

El CAM señala que “desde las firmas de diversos tratados comerciales por el gobierno mexicano, que involucraban y sumergían a México en el neoliberalismo, oficialmente en la década de los años 80, el salario de los trabajadores ha sido severamente castigado. Ningún gobierno ha enfrentado dicha situación, y el gobierno de Peña Nieto no es la excepción, cada año el salario mínimo recibe un incremento que no sobrepasa 5 por ciento; para 2013, el incremento fue de 3.89 por ciento, pasando de 62.33 a 64.76 pesos por una jornada laboral de ocho horas para la zona geográfica A, que es la ‘mejor’ retribuida, en México”.

Como sucede desde años atrás, en lo que va de 2013 el poder adquisitivo del salario mínimo es mermado diariamente por el aumento de precios en bienes y servicios básicos. Así, tan sólo en el primer trimestre del año los precios de la Canasta de Alimenticia Recomendable han aumentado sostenidamente, hasta significar una pérdida de 9.31 por ciento en el poder adquisitivo del salario mínimo. Ello contrasta con el miserable aumento al mini ingreso, vigente desde el primero de enero de 2013, de 3.9 por ciento para todo el año.

Lo que hoy molesta e inconforma a las familias trabajadoras, señala el CAM, es que cada vez les alcanza para menos, y que a todas luces el aumento de precios no corresponde al miserable aumento salarial. Los patrones y el gobierno responden que pocos ganan el salario mínimo, pero la estadística oficial registra que 22.5 por ciento de la población ocupada recibe un salario mínimo, y de dos a tres salarios mínimos 20.73 por ciento, es decir, que en el mejor de los casos la mayoría de la población trabajadora, en el último año recibió un aumento de 4.86 pesos por jornada laboral, insignificante o simbólico frente al cotidiano aumento de precios.

Y por si fuera poco, mientras los precios de los productos se ajustan de acuerdo con los estándares internacionales (léase los de Estados Unidos), la diferencia entre el salario mínimo en México y el prevaleciente en el vecino del norte es de once tantos. ¿Entendieron la coyuntura?

Las rebanadas del pastel

Los maestros que laboran en Conaculta ya no sienten lo duro, sino lo tupido. A lo largo del año ni un peso de sus salarios les ha sido pagado; sus contratos no han sido renovados, y ya en el colmo ahora les exigen darse de alta en Compranet como proveedores del gobierno federal si quieren que algún día les cubran sus emolumentos. A México SA llegó la siguiente denuncia que detalla el proceder del organismo a cargo de Rafael Tovar y de Teresa: considerando el incierto panorama en los pagos por parte de la administración es importante comunicar la grave situación en la que se encuentran nuestros programas tanto el curricular (Cultura Integral y Concentración Complementaria) el Diplomado Tránsitos, los Talleres de Apoyo (y Video) y del único que se ofertó de Medios. Estamos a cinco meses de haber iniciado el semestre escolar y aún no se realizan siquiera las solicitudes de contratación, porque cada semana cambian formatos y los requisitos de la nueva administración, y al paso que va todo esto terminará mayo sin que podamos cubrir los cada vez más complicados procedimientos que nos han impuesto las diversas instancias con las que corren los trámites. Teníamos ciertas garantías de que se harían los contratos, dado que ya estábamos laborando desde finales de enero, pero, si bien no se ha cancelado ese compromiso, se observan una serie de disposiciones contradictorias y erráticas que nos alarman. Las direcciones de Multimedia, Desarrollo Académico y Operación Escénica son las más afectadas, pero en lo general se ve una parálisis administrativa (la cual) contempla la posibilidad de pagar hasta el próximo semestre. Y lo más reciente, lo de Compranet. ¿Qué tal? Mátenlos de hambre, pero eso sí, con mucha cultura.