viernes, 1 de marzo de 2013

Persiste pérdida anual en CFE

28 febrero 2013 | Karol García | El Economista
La Comisión Federal de Electricidad (CFE) cerró el 2012 con una pérdida neta de 19,215 millones de pesos, luego de que en el último trimestre del año el balance financiero de la empresa resultara también negativo por 17,246 millones de pesos, originado por un rendimiento de operación negativo y el costo financiero para una empresa con casi 40% de su nómina compuesta por jubilados.
Según el reporte enviado a la Bolsa Mexicana de Valores, el costo de la venta de electricidad fue de 311,021 millones de pesos, con un crecimiento de 6.5% en relación con el año anterior, mientras que el costo operativo creció 7% hasta llegar a 276,576 millones de pesos, originado principalmente por el aumento de precios del combustóleo y un menor consumo de gas derivado de la escasez de este combustible cuyo precio ha bajado en los últimos meses.

En tanto, el costo laboral de la empresa fue de 44,941 millones y, según el reporte, la CFE cuenta con 97,367 trabajadores de los cuales 37,687, 38% de ellos, son jubilados.

Sin embargo, se registró un aumento de 2.6% en la energía eléctrica facturada, impulsado por el crecimiento en el sector industrial, comercial y del alumbrado público. Además, el precio medio del servicio aumentó 3.8% en los mismos rubros.

A pesar de la pérdida, la empresa mejoró su rendimiento en comparación con el 2011 en que el balance negativo fue de 60,495 millones de pesos.

La CFE cuenta con una infraestructura para generación de energía de 53,114 MW, operando con 189 centrales propias y 27 de productores independientes, de las cuales 79 son plantas hidroeléctricas, siete geotérmicas, tres eólicas, una planta solar, una nuclear, 27 de vapor y el resto son termoeléctricas ya sea de combustión dual, ciclo combinado o generación a través de carbón o gas.

Finalmente, la paraestatal reportó que el subsidio a los consumidores de electricidad a cargo del gobierno federal ascendió a 77,036 millones de pesos en 2012.

Fuente: El Economista