Repartía cargos federales y estatales, y multiplicaba sus negocios a diestra y siniestra
Arturo Cano | Periódico La Jornada | Viernes 1º de marzo de 2013, p. 13
La anécdota la contaba el entrañable Carlos Monsiváis, durante mucho tiempo ajeno a los artilugios de la modernidad. En el primer tramo de los años noventa, a las calles de San Simón, en la colonia Portales, llegó un mensajero con el regalo: un teléfono con fax.
La anécdota la contaba el entrañable Carlos Monsiváis, durante mucho tiempo ajeno a los artilugios de la modernidad. En el primer tramo de los años noventa, a las calles de San Simón, en la colonia Portales, llegó un mensajero con el regalo: un teléfono con fax.
–Oiga, ¿por qué me mandaron esto? –preguntó, pegado a la bocina, luego de revisar la tarjeta del remitente.
–Es una atención de su amiga. la profesora Elba Esther Gordillo.
–Oiga, pero yo ni la conozco, menos puedo decir que soy su amigo.
–Pues ya lo será, ya lo será.
La maestra no paraba. Si con Monsiváis no tuvo éxito, a pesar de los permanentes esfuerzos de su amiga Consuelo Sáizar (“llegó gracias a usted, maestra”, decían los padres de Sáizar en la ceremonia en que su hija asumió la dirección del Fondo de Cultura Económica), Elba Esther Gordillo logró, desde las alturas de su poder, granjearse la amistad interesada, o por lo menos curiosa, de muchos intelectuales, académicos y políticos de las más diversas caballerizas. Sobre todo, naturalmente, de políticos.
Hacia mediados de los noventa, una vez consolidado su poder en el sindicato magisterial, Elba Esther Gordillo dejó de ser, paulatinamente, la secretaria general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) para erigirse en cabeza de un consorcio político empresarial que ayudaba a los gobernadores a llegar a sus cargos, ponía legisladores en todos los partidos, repartía cargos federales y estatales, y multiplicaba sus negocios a diestra y siniestra.
¿Cómo se explica, por ejemplo, el hecho de que sabiendo que ella había apoyado a Vicente Fox los priístas la hicieran, apenas dos años después de la alternancia, su secretaria general y más tarde la coordinadora de sus diputados federales?
A pesar de la manita, Gordillo no llegó al primer círculo del guanajuatense sino gracias a los buenos oficios de otro de sus muchos amigos –regalos, cultivo de egos e incluso la oportunidad de conocer de cerca a una “priísta astuta, a una dinosauria de las de antes” le dieron muchos.
Jorge G. Castañeda hizo el no tan difícil milagro de meterla al corazón de la pareja presidencial, vía Marta Sahagún: la Guía de padres que enseñó de moral y buenas costumbres a todos los mexicanos, importantes negocios para los jóvenes Bibriesca y una diputación vigente, se contaron entre los resultados de ese fructífero trato.
De amiga a innombrable
El gobernador Enrique Peña Nieto la definió alguna vez como “amiga del estado de México”. Antes, en 2004, ella escogió esa entidad para hacerse relegir, en un congreso donde su yerno, Fernando González Sánchez, tuvo el honor de proponer su continuación en el cargo, protegido el SNTE por Arturo Montiel, tío del Presidente que en cadena nacional decidió no mencionar a la profesora por su nombre.
Es la historia de la maestra. La historia de amigos que terminaron de enemigos mortales. De la amiga de Roberto Madrazo, a quien después acusaría de ser una “serpiente”. La historia de Miguel Ángel Yunes, que pasó de amigo a denunciante, cuando acusó a Gordillo de haberle exigido millones de pesos de recursos del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Esyado (Issste) para el Partido Nueva Alianza.
Un caso aparte es el de Francisco Yáñez, ex director de la Lotería Nacional y hasta hace pocos años principal operador financiero de la profesora Gordillo. Y se cocina en otra estufa porque su relación fue íntima y porque Yáñez terminó en el bando de Josefina Vázquez Mota, a quien asesoró para enfrentar a la dirigente sindical.
Se habla, en fin, de 24 años de poder y seducción, de miles de “amigos” que es imposible citar en unas líneas, aunque haya algunos que merezca la pena destacar.
En los primeros días de agosto del año pasado, Gabriel Quadri salió a festejar su cumpleaños. Estaba fresca su declaración disparatada: dijo que, en algún momento, sí creyó que podía ganar la Presidencia de la República bajo las siglas del Partido Nueva Alianza.
Repleto el lugar donde habían planeado cenar, Quadri y sus amigos terminaron en un antro juvenil por el rumbo de San Ángel. Muchas jovencitas le pidieron tomarse fotos con él. “Fui el mejor en los debates y pude haber ganado, de no ser por la pésima imagen de Elba Esther Gordillo”, les dijo a sus amigos.
Quadri, en todo caso, conoció a Elba Esther cuando ya había sido ungido candidato presidencial. Por eso se dio el lujo, incluso, de balconear a Josefina Vázquez Mota en el debate de Guadalajara, donde pidió a los televidentes ir a Youtube a mirar un video donde la panista llamaba “querida amiga” a la lideresa magisterial.
Un caso distinto es el del ex canciller Jorge G. Castañeda, quien no niega su larga amistad con la profesora –quien, de paso, le rentó un departamento en Polanco a precios de la Narvarte– y quien en los días recientes explica la caída de su otrora entrañable amiga por rasgos del carácter de la chiapaneca y se declara enemigo antiguo de los “poderes fácticos”.
El poder de las esquelas
Víctimas de los maltratos de la maestra, sus colaboradores más cercanos apreciaban, por contraste, la que describían como cálida sencillez de la señora Zoila Estela Morales, madre de la dirigente. Ser invitado a sus fiestas de cumpleaños era considerado un honor sin par.
La abuela del clan murió en el Hospital ABC en 2009. Al día siguiente de su fallecimiento, los diarios se llenaron de esquelas. Un recuento de las publicadas en sólo dos diarios da una idea de las relaciones y amistades de la profesora ahora presa.
A Elba Esther le dieron el pésame mediante inserciones en la prensa 18 gobernadores: tres panistas (San Luis Potosí, Querétaro y Morelos), un “perredista” (Chiapas) y 14 priístas (Coahuila, Puebla, Nayarit, Tamaulipas, Nuevo León, estado de México, Chihuahua, Hidalgo, Veracruz, Colima, Sinaloa, Durango, Campeche y Tabasco).
También hicieron publicar esquelas los sindicatos de ferrocarrileros, petroleros, del Issste y la Secretaría de Desarrollo Social, sin contar casi todas las secciones del SNTE.
Entre los empresarios que le dieron el pésame se pudo contar a Velazco y Asociados (aseguradores a quienes Gordillo dio el negocio de seguros de vida para los trabajadores de la educación); el peñanietista e inversionista inmobiliario Eustaquio de Nicolás; Víctor y Angélica Estrada; Banorte; la Fundación Telmex y las aseguradores AXA y Argos.
Los partidos Nueva Alianza y del Trabajo también hicieron público su pésame, lo mismo que un grupo de personas que firmaron como “amigas” de la maestra: Consuelo Sáizar (entonces presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes), la escritora Sabina Berman, las periodistas Katia D’Artigues y Rossana Fuentes Beráin, la entonces consejera del Instituto Federal Electoral Alejandra Latapí, y la todavía consejera del Instituto Federal de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos María Elena Pérez-Jáen.
Los amigos que siguen en el gobierno de Peña Nieto
Los amigos de la maestra no han salido del poder. Y no sólo porque tengan un partido, el SNTE e infinidad de cargos en gobiernos estatales (incluyendo a su gobernador favorito Rafael Moreno Valle y al presidenciable Marcelo Ebrard).
En el gobierno federal, su archienemigo Emilio Chuayffet decidió conservar en el cargo a otro de los amigos de la profesora, Luis Ignacio Sánchez Gómez –elbista y ebrardista declarado–, quien en este gobierno que encarceló a su jefa sigue como administrador de los Servicios Educativos en el Distrito Federal, cargo equivalente a una poderosa subsecretaría.
Sánchez Gómez se quedó –“es un traidor”, decían los elbistas antes de la caída de su líder– y puso a controlar la educación básica del Distrito Federal a una maestra de kínder cuyo mérito era cargar las carpetas del ahora panista Benjamín González Roaro, ex subsecretario de la Secretaría de Educación Pública, ex director del Issste y de la Lotería Nacional. La maestra de jardín de niños tardó años en aprobar el examen para ser directora general, pero, por pura casualidad, se llama María Luisa Gordillo.
Fuente: La Jornada
Fuente: La Jornada